𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

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La agria realidad.

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Me miraba en aquel reflejo del lago, veía mis ojeras y sentía mi cuerpo extraño. Mi aspecto lucia mal, como si estuviese deprimida; como si estuviese cambiando algo dentro de mi, algo en mi alma estaba cambiando y era mi esencia. Amarre mi cabello en una alta coleta, deje mis flequillos afuera y suspiré. Los días pasaban y todo se sentía tenso, todo. El ambiente estaba más que pesado por las situaciones que lo rodeaban o que quizás, me rodeaban a mi. Alce la mirada, el día estaba soleado y la misión que hoy se llevaría a cabo, me pondría a prueba. Me preparaba mentalmente y es que después de tantos días, llego el día en que desenmascararíamos a nuestra compañera. Esa que comió junto a nosotros, qué pasó días largos y arduos entrenando para ser mejor. Aún me costaba, aún no podía asimilar que esa mano que algún día me levanto en un entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo, era claramente nuestra enemiga. Negaba, no deseaba ser yo quien le pusiera un fin a esto si las cosas se ponían difícil. Era por esto que siempre me mantuve en una burbuja, aislada pero ahora, todo era diferente. Todo se sentía más que diferente desde hace un tiempo atrás.

Continué viendo mi reflejo, ya no era una niña, esa que solía quedarse atrás de las piernas de mi mamá y no hablar con nadie. Ya no era esa niña que escondía su esencia, y se ocultaba en el silencio en la oscura frialdad. Me había dado cuenta que empezaba a crecer, que empezaba abrirme con el mundo. No estaba temiendo el hablar, el expresarme o decir mi opinión, no estaba teniendo miedo de hacer ruido; ahora más que nunca me quería hacer sentir, ahora más que nunca yo quería explotar, y lo estaba haciendo de a poco. Sentí la brisa, esa serena que me encantaba sentir y admirar. Sabía que mi tristeza, esa que veía en un reflejo se debía a las emociones que sentía, esas que aún desconocía y con las que aún no podía lidiar. Veía el agua removerse, de manera lenta y solo recordaba aquel sueño, ese donde me llevo a una irrealidad que creí real; el mar, el sueño más anhelado. Aún no era capaz de olvidarlo, como no era capaz de olvidar la pesadilla que me llevo a un mundo que desconocía. Aún era capaz de sentir el infierno que se vivía, las vidas que se perdían. Veía titanes, colosales, eran gigantes pero el infierno más grande era que estaban siendo dirigidos por Eren Jeager.

-Aquí estás.-su voz resonó en mis oídos, provocando que me sintiera más pesada, era como si después de lo qué pasó aquella noche con Levi, ya no fuese capaz de mirar a Eren.

-¿Ya van empezar?-le pregunte, dándome la vuelta, y mirándole, enfrentándome con mi ardua realidad. Eren me miro, como si me examinara y aquí íbamos, él me conocía.

-¿Qué tienes?-me preguntó él, mientras que yo tan solo lo miraba detenidamente.-Kirah... -él suspiro, y bajo la cabeza, a lo que yo me mantuve distanciada de él.-Solo quiero que me mires como antes... -dijo él, a lo que yo simplemente me sentí con un peso más, y fue ahí que recordé sus palabras; recordé aquel día.

-Ya no puedo... -exprese para mi interior de una manera triste, una que me sacudió el alma por completo al saber que mi ilusión se había desgarrado de mi corazón.-Tomaste una decisión, y es lo que esto conlleva.-le dije de manera fría, de una manera cortante con la que él no pudo lidiar; me había lastimado, y lo sabía.-Y tomar la decisión correcta, no siempre resulta fácil... -susurré, recordando esa misma frase, esa que había salido de la fallecida Petra.-Y cada decisión tiene un daño colateral... -añadí, viendo como él levantó su cabeza para mirarme.-Vamos.-le pedí, sabiendo que iríamos a una prueba de fuego que nos consumiría en las cenizas, justo cuando pase por su lado; su brazo apretó el mío, deteniéndome.-Eren, por favor.-le pedí, no tenía deseos de exprimir esa conversación, no tenía ánimos.

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 ── 𝐒𝐍𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora