𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬

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A donde nos lleve la libertad.

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Kirah Smith

El viento recorría mi rostro, y golpeaba mi coleta alta. Mi cuerpo esclarecía aún debilidad, por lo que me quede parada mirando el soleado cielo, aislada y solitaria. Mis párpados se sentían pesados ante la iluminación del sol, haciendo que los mantuviera entre abiertos. Con el pasar de los días el reposo me venía bien, pero aún así no dejaba de sentirme adolorida, y es que aquel titán estuvo apunto de fragmentar mis huesos, si lo hubiese hecho, no sé qué hubiese sido de mi. De no haber sido por eso, quizás no estaría sintiéndome tan débil como ahora, y lo más probable hubiese podido salvar más de una vida. Entristecida ante ese pensamiento, suspiré, aún mi corazón estaba sanando y aunque intentara de disimular mi semblante, la tristeza me estaba invadiendo. Era una oscuridad que me arropaba, me deprimía y me dejaba atrapada en un charco de tristeza. La partida de Hannes aún no era una que pudiese olvidar tan fácilmente, no era capaz de lidiar lo que presencié, y como su cuerpo se desprendía en un tipo de explosión sanguínea en la boca de aquel titán. De pensarlo, la tristeza empezaba a recorrer cada parte de mis venas, la impotencia no dejaba que mi conciencia descansara tranquila.

Restregué mis ojos ante sentir como se humedecían, la rabia me cegaba al instante de sentirme débil, mi orgullo prevalecía y no permitía más debilidad de la que sentía. Y es que aunque intentara de evadir mis pensamientos, no era capaz de controlar la emoción de decepción que Reiner y Berthold me plasmaron. Sabía que estaban en alguna parte, no muy lejos, pero ahora no sabía cómo lidiar con la realidad de que ya no estaban aquí, junto a nosotros. Aún era como si sintiese la espada en mi espalda, como si cargara con ella, y es que estaba atravesada en mi corazón. Cerré los ojos de manera brusca, y lleve mi mano a la cabeza, sintiendo nuevamente esa punzada. Gemí en un tono bajo, era ese dolor, ese que me ha perseguido en estas últimas semanas. El miedo de que la maldición se rompa, hacia qué esta misma me atacará, pero ahora, era capaz de saber que estaba haciendo lo correcto; sin importar cuanto doliera. No tenía con claridad que era lo que estaba haciendo, o como me estaba desviando de mi destino, pero lo estaba haciendo. Deje de tocar mi cabeza, pero aún así, sentía la punzada y por un instante, mi vista se tornó de un color azul brillante. Y más allá, por un instante unas imágenes que no pude descifrar se me atravesaron, dejándome asustada, incluso algo aturdida.

-Kirah.-reabrí mis ojos, dándome cuenta que el contraste de mi vista había vuelto, era como si hubiese podido ver algo más allá; pero era imposible, no estaba durmiendo.-¿Kirah?-su mano me toco, y me sobresalte, observando sus verdosos azulados ojos mirarme.-¿Qué haces aquí?-me pregunto Eren, notando mi aislamiento.-El capitán Levi nos ordeno limpiar, y no hemos ni siquiera empezado.-me indicó, a lo que vagamente asentí.

-Lo sé.-le dije de manera cortante y fría.-Aún intento de acoplarme... aún no me siento del todo bien.-le comenté, viendo como él y yo estábamos parados frente a frente.-Creo que empiezo a desarrollar la maldición. Justo como indicó el pastor de la iglesia del muro.-le conté espontáneamente a Eren con una voz apagada y gruesa, aún tampoco recuperaba mi voz luego de tanto gritar en la última batalla.-Creo que podré ser capaz de visualizar las visiones sin tener que soñarlas.-le añadí, viendo como él me escuchaba con atención.-Sentí esa punzada en mi cabeza otra vez y los colores de mi vista cambiaron, es como si además de desviar mi camino, estuviese desbloqueando más habilidades.-termine diciéndole, viendo como él parecía entender.

-¿Cómo sabes que escoges el camino correcto?-me pregunto, inquietándome con esa pregunta que me causaba inseguridad, y es que realmente no había manera de saberlo.

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 ── 𝐒𝐍𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora