doce.

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12.

el sol de las nueve de la mañana iluminaba los ojos de Lutz mientras esta trataba de mantener su vista sobre el balón que iba de un lado a otro. Empezó a desplazarse hasta quitarle el balón a Torres y moverse con él hasta la cancha y anotar un gol.

desde las bancas del lugar donde se llevaba la clase de educación física, sus amigos la veían moverse con agilidad, hoy a las chicas les tocaba jugar fútbol mientras que los varones descansaban.

— boludo es buenísima. —comentaba Ribba mientras la veía moverse.

—re, Valentina y yo le insistimos para que se anotara al equipo del colegio y nunca quiso. —contestó Lombardo.

—y ya no lo hizo, nos quedan tres meses para salir de esta cárcel, hacer los finales y egresarnos.—hablaba Monzón mientras jugaba algo en su celular.

—por fin, porque ya estoy hasta las pelotas de química. Hacemos esos exámenes de mierda y nunca más pongo un pie en el colegio. —añadió Oliva.

la conversación de los casi egresados se detuvo cuando Irina cayó al suelo a causa de un desmayo, el juego se detuvo y el profesor corrió hasta donde estaba la estudiante.

Mauro junto con Daniel, se levantaron y corrieron hasta donde estaba ella.

—Lombardo, cargarla y seguíme hasta la enfermería. —ordenó el docente. A Ribba le importó poco que únicamente le haya hablado a su amigo, y se fue junto con ellos para saber qué estaba pasando con la chica que le venía robando suspiros.

entraron a enfermería y la dejó sobre la camilla. Salieron de la habitación y se quedaron sentados frente a la puerta, los pasos de su grupo de amigos acercándose se hizo presente y tomaron asiento en el suelo junto con aquel par.

—estaba muy pálida —hablaba Lombardo mientras veía a Valentina, como si estuviese diciendo algo que los llevara algún recuerdo.— ¿sabés lo que es, no?

—esperemos que no, ahorita las cosas para ella están peor que hace un año. —contestó la castaña. Los otros tres estaban confundidos, no sabían de la situación de Lutz hace un año atrás.

—no quiero verme como un metiche, pero si hay algo en lo que ustedes crean que yo pueda ayudar a Irina sería bueno que me dijeran. —decía Daniel mientras los veía.

—no sabría decirte con actitud, primero esperemos a ver qué pasa con Iri, luego Valen y yo veremos. —contestó el morocho.

la puerta de enfermería se abrió y el profesor de educación física salió. Los estudiantes lo miraron esperando una respuesta como si este fuese un médico.

—la llevarán al hospital, necesita hidratarse y demás y acá no pueden. —informó el educador y sus estudiantes asintieron.

se levantaron del suelo para volver a su clase y cambiarse para las siguientes lecciones, los demás se adelantaron mientras que el del arete en la nariz se quedó ahí por un momento. Vio como llevaban a la de ojos miel en una camilla para una ambulancia.

quizá no era algo tremendamente grave pero de igual forma se preocupa por ella.


[...]

en cuánto el timbre de salida sonó, el grupo de adolescentes se puso de pie tomaron sus cosas y guardaron todo en sus bolsos. Habían quedado en ir al hospital para saber sobre su amiga y cómo seguía.

Daniel le avisó a su madre que llegaría tarde explicando el porqué y la respuesta de su madre fue un texto diciendo "cuídate boludito, luego me cuentas cómo sigue tu amiga.".

luego de una no muy extensa caminata hasta el hospital llegaron y entraron al edificio.

—¿Irina Lutz decís que se llama? —preguntaba la enfermera.

—sí, Irina Lutz Lezcano. —reiteró Lombardo.

—es usted la primera persona que pregunta por ella —informa, todos alzaron sus cejas— la señorita Lutz despertó hace unos cuarenta minutos, si gustan pueden pasar a verla. Mi recomendación sería que entre uno primero y luego todos, no pueden durar más de quince minutos dentro.

todos asintieron y caminaron hasta la habitación que la profesional les indicó.

—yo digo que primero entres vos —sugirió la castaña, mientras dejaba su mano en el hombro del morocho.

—yo opino lo mismo —añadió Monzón— seguro que le hará bien verte a vos primero.

Ribba miró a Lombardo, sabía que probablemente este quisiera verla primero pues la cuidaba como si fuese su hermana.

—entrá vos Danilo, ya luego entramos nosotros. —finalizó el mayor de todos.

Daniel asintió, giró la perilla de la puerta y la abrió. Detrás estaba Irina acostada en la camilla viendo la televisión que estaba arriba en la pared celeste.

—hola —decía mientras cerraba la puerta a sus espaldas.— ¿cómo te sentís?

—hola —contestó la teñida mientras daba una sonrisa débil.— se podría decir que mejor.

su rostro estaba pálido, más de lo habitual sus ojitos tristones y aún así trataba de regalarle una sonrisa.

—¿el médico te ha dicho algo? —preguntaba mientras se sentaba en el sofá que había al lado de la camilla— ¿por qué te desmayaste o algo así? —decía mientras quitaba el bolso de su espalda.

—pues está esperando a que mamá venga, pero la han llamado y no saben nada de ella. —contestó de manera cabizbaja. Al chico frente a ella le dolió ver ese gesto, no merecía eso.

—bueno, nosotros ya estamos acá para saber cómo seguís quedamos preocupados. No podía hacer los ejercicios de mate por pensar en vos... —detuvo sus palabras al darse cuenta de lo que pronunció. La teñida apretó sus labios conteniendo las ganas de reír, mientras que él se ponía colorado.

—no te escudes conmigo Ribba, que te cueste matemáticas no tiene nada que ver conmigo. —contestó con simpatía.

—no, en realidad no tiene nada que ver con matemáticas. Yo siempre pienso en vos.

ojeras negras ; dani ribba. Where stories live. Discover now