nueve.

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09.

Daniel se quedó en silencio, no creía que fuese prudente contarle qué había pasado.

—no es nada Irina, vos tranquila.—contestó, la peliazul lo miró dudosa.

—bueno, si vos decís. —contestó finalmente. Caminaron hasta el salón en silencio, y cada uno fue a su banco.

en la mente de Lutz pensaba en la respuesta de Ribba, no lo conocía mucho pero sentía que de alguna manera le estaba ocultado aunque él no tiene nada que esconder ante ella.

— ¿vos de verdad pensás que ella te creyó? —decía Monzón en voz baja.

—que te calles Mauro, no ves que ella todo lo escucha cállate y no me rompas más las pelotas. —contestó.

y después de un largo día colegial sonó la campanilla indicando la hora de salida, todos se levantaron y después de guardar sus cosas salieron de salón.

Irina se despidió de sus amigos y salió del colegio para ir hasta la parada y tomar el colectivo hasta su trabajo.

—¡Iri! —escuchó que la llamaron, se giró para ver de quién se trataba y se encontró con el rostro de Daniel— espérame que yo también voy para la parada.

se detuvo y por fin logró alcanzarla. En el camino iban conversando sobre el chisme que se generó en el salón, se rumoraba que Tatiana y Ramiro habían terminado, y esto era algo que sorprendía a los estudiantes de aquel grado pues ellos eran la pareja de aula.

—además en su insta... —contaba Ribba, hasta que el chico que iba pasando a su lado lo empujó de manera fuerte haciendo que caiga.

el culpable de que este cayera lo miró de manera seria como si estuviese dándole una advertencia y este detalle no pasó desapercibido ante los ojos de Lutz.

—¡¿qué te pasa pelotudo?! —le gritó— no te hagas el canchero que te cago a trompadas. —decía mientras se acercaba, pero por un momento se quedó quieta cuando reconoció el rostro de aquel pibe.

—eu Iri tranqui —trataba de calmarla. Ella extendió su mano y ayudó a que se pusiera de pie nuevamente.

—¿ese pibe fue el que te dejo así? —sin pensar soltó la interrogante, el interrogado bajó la mirada y rascó su nuca.— contéstame por favor. —pidió mientras tomaba su mano.

—Iri, mirá yo no quería contarte porque no sabía si vos me ibas a creer y yo no quiero armar un quilombo. El que me golpeó fue tu hermano, se apreció con ese pibe y otro más, me pegaron y me dijo que me alejara de vos, pero soy boludo así que acá estoy.

no tenía idea de cómo iba a reaccionar ella, no la conocía lo suficientemente bien para saber cómo tomaría la información brindada.

—que hijo de puta el Christian, no se aparece por casa no hace nada pero un día salta hacerse el hermano preocupado —decía mientras negaba con la cabeza— encima mirá cómo te dejó Dani, perdóname porque no tenés ni porqué pagar bardos ajenos. Déjame limpiarte las heridas como mínimo.

—eu no no, tranquila Iri vos no tenés la culpa de que tu hermano sea un tarado no te culpes, tampoco hace falta lo de las heridas, no quiero que pierdas tiempo. —contestó sonriendo para tratar de apaciguar las aguas.

—es lo mínimo que puedo hacer Dani, no está en discusión. —dijo tomando el brazo del varón y así caminar hasta su casa.

un par de cuadras y ya estaban entrando a la casa de Lutz, era mucho más pequeña que la casa de su acompañante.

—ahí perdoná el desorden pero mamá trabaja y yo igual y por la mañana dejamos un quilombo. —comentaba la teñida mientras dejaba sus cosas en la pieza.

—che pero no tenés que trabajar vos? Vas después del colegio.

—eso no importa, vos toma asiento en lo que traigo las cosas.

Daniel miraba la foto que estaba en la mesa ratonera, era Irina con su mamá y el ángel que ahora tiene el cielo, salía en medio de ambos sonriendo se veía feliz. Parecía que no era una foto muy vieja, pues tenía unos mechones morados y hasta donde su mente le permite recordar ese fue el primer color que ella se hizo.

—fue hace dos años —escuchó la voz detrás de él haciendo que se asuste— para la graduación del noveno grado, no sé si te acordás de ese día. Estaban re contentos por eso, como si les estuviese dando algún premio Nobel.

—capaz para ellos ver cómo vas consiguiendo tus logros sea como ganar un premio Nobel. —contestó y ella sonrio.

dejó las cosas al lado de Dani y sacó lo necesario. Empezó limpiando las heridas de su rostro primero, para luego pasar a los leves raspones que tenía en su brazo por la caída reciente.

—¡che Danilo quédate quieto! Dio' sos un llorón. —decía mientras terminaba de limpiar la última herida.

—es que me arde. —se limitó a contestar.

—ya está, ya podés dejar de llorar e irte. —decía mientras reía y guardaba las cosas y apartaba los algodones sucios.

llevó las cosas a su lugar y seguido de esto acompañó a Daniel hasta la puerta.

— perdóname una vez más, me da vergüenza que mi hermano sea así pero te prometo que no va a suceder otra vez, y si llega a repetirse no dudes en decime por favor.—pidió y él asintió.

—tranqui eh, que no es tu culpa, además no pienso alejarme así porque así. Me caes bien Iri, y dejá de hacerte la cabeza por eso.

se despidió con un beso en la mejilla y se marchó.


























tqm al Dani de esta historia.🤍

ojeras negras ; dani ribba. Where stories live. Discover now