Capítulo XIV - Cállate.

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Sus ojos avellana se abrieron de golpe. Su respiración desordenada era un caos. El tamaño de sus pupilas completamente expandidas volvieron sus orbes de un color más oscuro al normal. Pasó su mano por su frente dejándola completamente empapada de sudor. Inhaló un par de veces tratando de regular el agitado latido de su corazón. Poco a poco reaccionaba y caía en cuenta de que todo aquello había sido un sueño.

Tragó espeso, se sentía mareado. Su mente recreaba una y otra vez las escenas del sueño. Recordaba el bar. Recordaba haberse excitado justo al ver a Roger abrir las piernas así como el creciente deseo de poseer al rubio. Recordaba sus besos; sus manos acariciándole cada centímetro del cuerpo. Recordó estar atado y a merced de Roger Taylor. Viendo en el menor esa faceta demandante que desconocía; a ese chico cuya cara de ángel contrastaba en extremo con la sensual dominancia que su subconsciente se encargó de crear. Cerró los ojos para intentar aclarar la mente y esta solo se llenó del recuerdo de las estocadas sin piedad que llenaban su interior. Recordó el sabor de la polla de Roger y suspiró. Agitó la cabeza para alejar esos pensamientos. Quería creer que lo que estuvo a punto de pasar antes de que Tim llegase era solo a consecuencia del estrés. Si Roger estuvo a punto de comérsela sin reparo era porque la abstinencia le hacía mal y él solo se dejó llevar.

Sin embargo, el dolor en su parte baja, le estaba demostrando lo contrario.

Lentamente, como si temiera descubrir lo que ya sabía, levantó la fina sábana blanca solo para encontrar su enorme erección pidiendo a gritos liberar toda la excitación que llevaba encima.

El deseo era mayor que cualquier pensamiento. A excepción de uno; Roger había sido el dueño de su primer sueño húmedo. Así que negado a aceptar lo que su subconsciente gritaba, bajó con prisa su pantalón hasta que terminó en el piso. Cerró los ojos y sobre la fina tela de su ropa interior comenzó a acariciar su necesitada erección.

Suspiró y la piel de su labio inferior quedó atrapada entre sus dientes. El bóxer estaba completamente lleno de humedad y esta incrementaba con cada caricia que se proporcionaba. Se bajó la ropa interior hasta las rodillas, liberando su cada vez más duro miembro. En su mente quiso comenzar a recrear imágenes de aquella prostituta con la que pensó haber perdido la virginidad y, con su imagen en mente, sus largos dedos se pasearon lujuriosos por el cálido interior de sus muslos. Abrió sus piernas y se permitió jadear ante cada tacto. Su mano llegó ahí; al lugar que ansiaba tocar. Envolvió su mano alrededor de su falo y ayudándose de ese líquido caliente que emanaba comenzó a subir y bajar.

Pero su subconsciente no iba a dejarse engañar. Él no deseaba a Lynette. Él no deseaba a ninguna mujer. Brian deseaba a ese rubio que le había robado el aliento aunque se negara a aceptarlo. Por eso la imagen de aquella mujer fue sustituida por ese exquisito cuerpo desnudo que había visto en sueños. Esas piernas fuertes. Esas nalgas perfectamente bien formadas y esa polla que lo había hecho sentir el cielo.

Estaba disfrutando cada toque con la imagen de Roger en su mente. Hasta que se dio cuenta de ello, soltó su pene y abrió los ojos de golpe.

—No, no, no. No puede ser.

Murmuró con la voz una octava más grave debido a la excitación.

Negó, con frustración se acomodó los boxers y salió de su habitación. No podía ceder. No podía ser eso real. Sin fijarse si es que Roger andaba rondando por ahí, se dirigió a la ducha. Prefería cortarse el calentón con agua fría antes de ceder a sus deseos.

Abrió la puerta y ni siquiera reparó en la luz encendida. Se sacó los boxers liberando de nuevo su potente erección hasta que una voz lo hizo saltar. Justo esa voz.

—¡Brian! —La voz del rubio no pudo esconder la grata sorpresa de tener al objeto de sus deseos completamente desnudo ante sus ojos. Sin ningún pudor recorrió su cuerpo entero centrando sus zafiros en ese bien dotado pene que orgulloso y completamente erecto posaba frente a él— Yo... no tardo en salir.

Nevermore [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora