Brian escuchó la reja abrirse. Le extrañó que se abriera la puerta del garaje pero era Roger, cualquier cosa podía pasar. Se inclinó un poco en la hamaca para ver cómo unos faros perfectamente pulidos con una carrocería impoluta entraban por aquel hueco. Otra vez lo había hecho: le había sacado al Sr. Taylor un Aston Martin DBS. Bufó y se volvió a echar omitiendo por completo el sonido majestuoso de aquel motor y, por supuesto, el estruendoso claxon insistente tratando de llamar su atención.
— ¡Bri! ¿Te gusta? —Ante la pasividad del mayor, paró el motor y salió del coche en dirección a él— Brian, ¿no me escuchaste?
—Roger, por favor... ¿No has aprendido absolutamente nada de todo esto, verdad?
—Brian, necesito el coche...
—No, Roger, quieres ese coche. Si necesitaras uno hubieses comprado uno más económico —Volvió a enderezarse para verlo mejor. La molestia en su semblante era evidente y esta creció al ver el semblante despreocupado del menor.
—Bri, no es tan caro. Además para papá fue cosa de nada.
— ¿Que no es tan caro? Roger, ese auto cuesta más que la casa de mis padres y me atrevo a decir que ni sumando la casa de Tim se cubre la cantidad —Sobre la mesita que tenía al lado, dejó caer el libro de C.S. Lewis que tenía entre las manos— ¿Por qué sigues haciendo este tipo de cosas?
El rubio sonrió mostrando su perfecta dentadura y se limitó a bajar para señalar el auto con ambas manos.
—Es que es hermoso.
Brian se levantó indignado. Ya no sabía si se explicaba mal o si era, simplemente, que Roger se limpiaba el trasero con sus palabras. Le dio la espalda y se dirigió adentro para arreglarse. Se le habían quitado todas las ganas de ir a casa de Freddie pero era su cumpleaños y ya le había comprado el regalo, no podía hacerle ese feo.
Roger solo encogió los hombros al ver a su compañero desaparecer pensando en que al subir al auto nuevo, Brian podría cambiar de opinión.
. . .
Freddie siempre fue el rey de los excesos. El alcohol se podía contar por barricas, la gente por cientos y la droga por kilos y Brian no se sentía cómodo ahí. La aglomeración ya le hacía sentirse asfixiado pero lo que definitivamente le hacía querer largarse de allí era ver a Roger muy cerca de gente consumiendo. Era extraño cómo en tan poco tiempo se preocupaba en demasía por su compañero.
—Brian, querido, gracias por tu regalo. No sé exactamente qué es pero me encanta. —El alcohol, y otras sustancias en el cuerpo de Freddie, llevaban rato haciendo efecto por lo que una sonora risotada acompañó sus palabras.
—Es un... —un dedo puesto sobre sus labios detuvo tajantemente la frase.
—Me da igual lo que sea, May. Te he dicho que me encanta y eso vale. No hagas perder el encanto al regalo.
Brian sonrió, Freddie le caía bien. Quizás un poco exagerado para su costumbre pero le caía bien. Dos mundos completamente distintos; el exceso y el lujo por parte de Roger y Freddie, la pobreza de Tim y Brian. Era curioso como siendo Tim el nexo de unión entre Roger y él, habían congeniado a la perfección los cuatro sin tener, aparentemente, nada en común entre ellos.
Continuaron charlando de cosas sin sentido pero que hicieron a Brian relajarse por un rato. De tanto en tanto su mirada se desviaba para buscar a sus amigos. Al ser el mayor, sentía cierta responsabilidad por aquellos dos muchachos. En su campo visual, a lo lejos apareció Tim junto a un muchacho que no conocía. No dio mucha importancia a la cercanía que había entre ambos. Pero se veía bien, feliz. Así que eso lo dejó tranquilo.
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Nevermore [Maylor]
FanficResponsabilidad. Esa palabra de quince letras resonaba veinticuatro horas al día, siete días a la semana en la cabeza de Roger Taylor, un joven adinerado de veinte años, adicto a la noche londinense. A pocos kilómetros, en una casa humilde de un ba...