Capítulo VII. Perdición.

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Dos meses habían transcurrido desde que Brian dejó la casa de sus padres. Había ahorrado lo suficiente para poder alquilar un piso en alguna zona económica, sin embargo, Roger le había impedido que lo hiciera. De alguna forma u otra, cada que salía el tema a colación, el rubio lograba convencer a May de que desistiera de su idea hasta que esta fue erradicada por completo.

Brian aceptó. Mentalmente se repetía que aquello no estaba tan mal pues, parte del dinero que había considerado para pagar el alquiler, se lo había hecho llegar a Ruth por medio de Tim, todo siempre a espaldas de Harold. Además se había propuesto ayudar en los gastos de la casa, aunque el rubio también presentaba negativas a eso pero este poco podía hacer cuando Brian llegaba con la factura de alguno de los servicios pagada.

No había faltado ocasión en que Roger mostrara su interés por el de rizos. Palabras en doble sentido, acciones que ponían al alto a sudar al tenerlo cerca. Coqueteos descarados que lo hacían perder el habla y de los que buscaba salir por la tangente. Roger se complacía al ver las reacciones de Brian, le resultaba aún más sexy cuando estaba nervioso. La forma en la que movía las manos y se tocaba el rostro no hacían más que volverlo más atractivo ante sus ojos. Aunque no solo su gusto crecía, también el enojo ante cada negativa, ante cada rechazo. Aquello se volvía como un círculo vicioso: coqueteo; esa cercanía que poco a poco provocaba el rubio cada que hablaban de cualquier cosa, la forma que encontraba de girar el tema hasta terminar centrándolo en Brian, en lo atractivo que era. El nerviosismo de May que crecía cuando aquellos penetrantes ojos azules lo miraban con lujuria; el rechazo al por poco salir corriendo de cada una de esas incómodas charlas y por último, la creciente ira en Roger al no obtener lo que con fervor deseaba.

Así que con el fin de calmar su frustración y desahogar su excitación, Roger aparecía en el chalet con una morena de buen escote o una rubia exuberante; o una pelirroja de grandes caderas; o una castaña de curvas peligrosas. El alto desaprobaba su comportamiento, la sangre parecía hervirle al mirar a la compañía de turno. Mas Brian seguía estancado en sus negaciones, se repetía una y otra vez que aquello que le causaba molestia era la actitud caprichosa del rubio.

Al lo único que el alto había acabado cediendo fue al ritmo de vida del rubio aunque solo fueran los fines de semana.

Cómo todos los sábados, la noche era de ellos. The Roundhouse los esperaba con nuevas experiencias, nuevas caras y, sobre todo, nuevos retos. Tres cervezas en la barra daban comienzo a una de las noches más raras desde que comenzaron esa amistad los tres juntos.

Tim estaba feliz, por fin en esas reuniones tenía a Brian a su lado y, aunque solo fuera como compañero de juerga, no podía evitar emocionarse por poder ver ese lado de su amigo, que aun después de tantos años de amistad, desconocía.

Brian observaba todo con atención. Las caras desconocidas que nunca paraban de llegar a su mesa para saludar a Roger, la cantidad de chicas de grandes escotes y faldas en extremo cortas que siempre hacían presencia ahí. Los vasos de alcohol que se rellenaban una y otra vez. Todo un éxtasis en el que por instantes se dejaba envolver.

Y Roger; un pez en el agua. No había mejor ambiente en el que pudiera desenvolverse que en el de la vida nocturna, las fiestas, el alcohol y el sexo ocasional. Observaba a Brian beber con mesura ese vaso de vodka. Miraba detenidamente esas gotas que se le escapaban y corrían por la comisura de sus labios para terminar en su mentón y morir en el pulgar que las retiraba. Observó con recelo a esa rubia odiosa de ojos azules que no había dejado de observar a Brian desde el momento que llegaron, hasta que ella misma se invitó por unos minutos a su mesa solo para sentarse en el regazo del alto y robarle un beso que Brian correspondió. Pero sobre todo, vio como May lo miraba fijamente a él mientras su saliva se intercambiaba con la de esa mujer y su enorme mano se posaba en su cintura. Nunca dejó de mirarlo ni por un solo segundo.

Nevermore [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora