Capítulo XXV. Nevermore (Parte 1)

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Su andar parecía errático, sin destino alguno. Sin rumbo. Como si alguien le hubiese arrancado el alma desde lo profundo y hubiese dejado solo los despojos de ese que hasta hace poco había sido un hombre feliz.

El viento frío comenzaba a calarle hasta los huesos. La lluvia había cesado al contrario de sus lágrimas que continuaban desfilando altaneras por sus mejillas, como un cruel estrago, un recordatorio de que esa noche su vida había terminado de la forma en la que por más de seis meses la había concebido.

Por un instante creyó que su llanto había terminado. Que en su alma no quedaban más lágrimas que derramar hasta que abrió la puerta con dificultad ya que nuevas lágrimas se acumularon en sus ojos y le impedían ver la cerradura.

Una sonrisa triste se posó fugaz en sus labios pues aún permanecía en el ambiente el olor al perfume del rubio, aquel que empezó a adorar y que ahora solo causaba dolor.

Sus pies se arrastraron por la madera dejando marcas de agua que escurrían de sus zapatos. Llegó al cuarto de baño y se quitó la ropa empapada.

Desnudo, frente al espejo, se miró. Sus ojos hinchados y rojos; sus rizos deshechos pegados a su cara, chorreando agua; su piel pálida. Ahí se dio cuenta que había adelgazado. Por primera vez vio el reflejo de lo que el Five Doors había provocado en él. Cómo había dejado de cuidarse ante la ausencia de Roger.

Se estaba consumiendo poco a poco y ni siquiera lo había notado.

Y en su mente todo era peor: le costó años aceptarse. Aquello de ser homosexual le hacía daño hasta a él mismo. Sin contar el rechazo activo por parte de Harold.

Calló. Se tragó sus sentimientos por su padre pero más por su madre, llegando a negarse a sentir y rechazarse. Aquella mujer que no había pronunciado jamás una sola palabra respecto al tema pareciendo estar completamente en contra pero que resultó ser una persona coherente y racional.

Tomó una toalla y, de forma desprolija, se secó el rostro para después hacer lo mismo con su cabello. Sus pensamientos y los recuerdos de lo sucedido hace unas horas seguían golpeándolo en la cara. Suspiró y trató de poner las cosas en perspectiva: siempre había tratado de ser una buena persona, de ayudar a quien lo necesitara. Pero en apenas ocho meses había abandonado a su madre, pegado a su padre y destrozado el corazón de su mejor amigo. Y todo por Roger. Por una persona que lo había utilizado y desechado, pisoteándolo de la peor manera posible. ¿Pero se lo merecía? Estaba seguro de que sí. Estaba empezando a pensar que su padre tenía razón. Aquello no estaba bien y el karma le estaba devolviendo todo lo malo que era el sentir algo por otro hombre. Incluso Tim lo había avisado y no le hizo caso. Su primer amor lo cegó por completo. El sentir la libertad de poder ser quién era no le dejó ver que esa relación no tenía futuro.

Sinceramente comenzaba a pensar que la culpa era solo suya pero... ¿Qué tenía de malo? Él solo quería amar y ser amado y acabó entregando su corazón y su alma a su verdugo. Sus lágrimas caían por sus mejillas sin control. El dolor era insostenible y la sensación de traición y vacío que sentía le oprimía el pecho, dificultando su respiración.

Se llevó las manos al rostro intentando contener el llanto, lográndolo un par de minutos después. Levantó el rostro para mirarse una vez más en el espejo. Su imagen rota y completamente adolorida lo asustó y en ese mismo instante se juró frente a su reflejo no volver a ser vulnerable ante nadie.

Con calma, se metió en la ducha tratando que el agua caliente que corría por su cuerpo le devolviera la circulación que la traición de Roger y la lluvia helada le habían quitado.

Conforme el calor volvía a su cuerpo, el dolor de su corazón se anestesió por unos instantes. Haciéndolo creer por un momento que tenía todo bajo control. Sin embargo, su mente parecía estar empeñada en recordarle su miseria. Recordó que dentro de esas mismas cuatro paredes le había hecho el amor por primera vez a ese hombre que le destrozó el corazón. El dolor volvió a resurgir desde lo profundo de su ser y el llanto no tardó en aparecer.

Nevermore [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora