Capitulo X. De regreso a la luz

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Un deja vú.

Eso fue lo que sintió Brian al llegar por segunda vez a esa casa; solo, de madrugada y con un nudo en el estómago a causa de los recientes hechos.

La única diferencia radicaba en que esta vez, quien estuvo a punto de devorar a ese rubio, era él y no cualquier tipa que se hubiera topado por ahí. No podía ser. No podía permitirse eso. Estaba mal.

Mal y no podía permitir que sucediera una vez más.

Con decisión subió hasta su habitación, abrió el armario, sacó la maleta y de forma desordenada comenzó a tomar su ropa para lanzarla dentro. No quería seguir ahí. No podía seguir ahí. Quedarse sería dar oportunidad a que aquello que había iniciado en la casa de Freddie se consumara. No podía. Él no era gay.

Revolvió todo. No quería dejar nada ya que eso significaría volver. No quería volver.

El sonido del teléfono lo hizo dar un salto. De reojo vio el aparato y negó. No quería perder tiempo. No quería volver a enfrentar a Roger. Continuó rebuscando en los cajones por sus pertenencias. Pero el teléfono no dejaba de sonar.

Dos llamadas. Tres. Cuatro. Cinco. El molesto ruido comenzaba a hacerlo perder la paciencia. Bufó y con resignación caminó hasta la mesita, dudoso tomó la bocina del aparato y la llevó a su oreja.

—Diga —Sostuvo la bocina con su cabeza y su hombro mientras verificaba que no quedara nada dentro del cajón de la mesita de noche.

¡Brian! Por Dios, hasta que contestas...

El molesto bufido emitido por el rizado interrumpió a Freddie. Y aquella voz monótona y desinteresada con la que tomó la llamada pronto se transformó en un gruñido furioso.

—Freddie, si llamas solo para reírte de su estúpida bromita, déjame decirte que pueden irse los dos al diablo.

Brian, no estoy para lidiar con tus sentimientos de gay en negación, lo que tengo que decirte es importante. Roger está...

Sus sospechas eran ciertas. Freddie lo sabía. Sospechaba al menos. Lleno de miedo y rabia cortó la comunicación azotando la bocina contra el aparato. No le interesaba absolutamente nada de lo que tuvieran que decir.

Volvió a su maleta y realizó un rápido recorrido visual a la habitación para asegurarse de que no quedaba una sola de sus pertenencias hasta que el teléfono volvió a sonar. Con completo fastidio caminó hacía el aparato y alzó el auricular

—Voy a ser muy claro, Freddie; no me interesa nada de lo que tú y Roger tengan que decir. Al contrario, solo dile a Roger que le agradezco la hospitalidad, pero...

Cierra la puta boca, Brian May —El mencionado guardó silencio pues fue hasta ese momento que notó lo lúgubre y temblorosa que sonaba la voz de Mercury— Necesito que vengas aquí. Roger está hospitalizado. Está en urgencias. Llegó muy mal, creo que tuvo un infarto o algo parecido. Están tratando de salvarlo ahora mismo.

El silencio se hizo en ambos lados del teléfono. Freddie intentando serenarse y Brian invadido de miedo.

El corazón del rizado dio un vuelco y su estómago se contrajo a causa de la preocupación. Una parte de él se negaba a creerlo. Roger estaba en perfecto estado cuando él abandonó la desenfrenada fiesta de Freddie. Se rehusaba a creer que el rubio estuviera en peligro mortal de un momento a otro.

Su mente viajó a aquella noche del bar y la angustia se clavó aún más profundo en su pecho. No podía ser. Se negaba rotundamente a ello.

—Freddie, ya no estoy para tus cosas —Tragó para tratar de deshacer el enorme nudo que se había formado en su garganta y que poco a poco le dificultaba respirar— Roger estaba bien cuando salí de tu casa.

Nevermore [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora