Una verja negra de hierro se abría ante el impoluto Alfa Romeo de Roger. Se adentró unos metros y paró el motor. La imagen que se estaba formando frente a sus ojos lo tenía absorto. Un césped verde menta recién cortado era dividido casi en el centro por un camino de piedras grisáceas, finalizaba en una puerta negra con detalles plateados que daba acceso al chalet de dos plantas. A la izquierda el salón con un par de sofás de cuero negro, alfombras blancas y lámparas plateadas , todo de diseño moderno. Una chimenea con el fuego encendido daba el toque definitivo de elegancia a la primera habitación que vio.
Salió del salón y se introdujo en la cocina. Como la estancia anterior, la cocina tenía un toque sobrio y elegante en tonos negros y blancos y plateado en los detalles, siendo el metalizado el único cambio con respecto a la anterior. Pasó sus dedos por la encimera de forma suave, acariciando con sus yemas la superficie perfectamente limpia y abrillantada.
La voz de su padre llamándolo desde la planta superior lo hizo salir de ese éxtasis que estaba sintiendo con tan sólo dos habitaciones. Subió las majestuosas escaleras de mármol blanco hasta llegar arriba. Una vez allí encontró a sus padres en la habitación principal.
El negro, su color favorito, seguía siendo el color predominante pero, en esta ocasión, el color combinado era el rojo pasión. Su mandíbula estaba a punto de quedarse encajada pues no había podido cerrarla desde que se abrió la verja.
— ¿Qué te parece, Roggie? —preguntó su madre con un tono de orgullo y emoción en su voz.
— Esto... esto es impresionante, mamá. Me encanta.
— Ven conmigo Rog, —interrumpió su padre—. Quiero enseñarte el verdadero regalo.
Roger estaba flipando, él pensaba que el regalo era la casa... ¿qué otra cosa podría ser? Bajaron por las mismas escaleras que anteriormente subió Roger, atravesaron el pasillo que distribuía la planta baja, sin saber qué había tras las tres puertas que aún no había abierto, y abrieron la puerta en la que finalizaba el pasillo. Unas escaleras, esta vez de madera, comenzaban a escasos metros de la puerta. Bajaron por ellas y encontraron dos puertas más. Michael se posicionó junto a la puerta de la derecha y sonrió.
—Adelante, hijo, es todo tuyo.
Roger puso la mano con incertidumbre en el pomo, lo giró con cuidado y empujó con suma delicadeza la puerta que se notaba más pesada de la cuenta. Lo que sus ojos vieron lo dejaron impresionado: un pequeño estudio de grabación con varias salas, cada una con varios instrumentos: un piano negro, un par de guitarras eléctricas, una acústica, un bajo y, lo que más llamó su atención, una impresionante batería plateada con un vinilo con un escudo con sus iniciales, RT.
Roger se quedó sin palabras ya que su pasión siempre fue la música y le hubiese gustado dedicarse a ella de forma profesional pero sus padres le obligaron a tener unos estudios de base y, ya después, que hiciese lo que quisiese, así que su relación con la música era de forma completamente amateur. Tenía un par de canciones escritas, algunas solo con la melodía en su cabeza, otras solo la letra. Solo una canción había grabado de forma acústica en su habitación una tarde de borrachera dominical... "I'm in love with my car" la tituló... todo un número uno según él... En realidad la canción no estaba mal del todo, con unos arreglos y en un estudio en condiciones, como el que tenía ahora, podía resultar una buena canción digna de una banda de rock de éxito. En cuanto pudiese, se pondría a perfeccionarla.
Terminaron el recorrido por la pequeña mansión del rubio y se fueron a almorzar para celebrar juntos pero Roger ya no tenía la mente con sus padres sino que estaba pensando en la fiesta de inauguración que iba a organizar el fin de semana.
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Nevermore [Maylor]
FanfictionResponsabilidad. Esa palabra de quince letras resonaba veinticuatro horas al día, siete días a la semana en la cabeza de Roger Taylor, un joven adinerado de veinte años, adicto a la noche londinense. A pocos kilómetros, en una casa humilde de un ba...