XXIII.

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Longan exhaló, sin percatarse del modo en que había estado conteniendo el aliento hasta entonces. _____ aún le daba la espalda, por lo que él continuó examinando con consternación las cicatrices en ella a la vez que un remolino de pensamientos todavía daba vueltas por su cabeza.

— _____... —la llamó, susurrando. Por alguna razón, ya no sentía ganas de continuar gritando.  La chica aún temblaba producto del llanto, ignorándolo.
Volvió a tragar saliva, intentando deshacer un nudo que recién había notado, se había alojado en su garganta. No sabía si producto de sus últimas palabras, las enormes marcas rojas en su torso, o ambas. Como si aún intentara procesar todo aquello y juntarlo en una especie de rompecabezas cuyas piezas aún no podía terminar de encajar.

— _____ — repitió con determinación. La chica volteó apenas su cabeza, aún inclinada hacia abajo observando el suelo, como si dudase en voltear. Finalmente lo hizo, sin devolverle la mirada.
Por primera vez él la estudió atentamente. Dio un paso al frente, su rostro a centímetros del vidrio que los separaba.  No sabía qué era lo que habían estado haciendo con ella allí, pero a juzgar por sus apariencia, su aspecto era altamente frágil. Como si estuviera a punto de romperse, de darse por vencida. Una sensación extraña recorrió su cuerpo. «Culpa ».
Sabía que él mismo se había encargado de darle ratos difíciles desde el momento uno en que se habían conocido.

—Mírame— ordenó suavemente. La chica se mantuvo inmóvil por algunos segundos. Finalmente, optó por voltear completamente y aproximarse también hacia donde él se encontraba. Siempre esquivando sus mirada.

La vio cerrar sus ojos, como si luchara internamente por controlar algo, sin saber bien qué. Luego todo pasó muy rápido. _____ posó una de sus manos contra el grueso vidrio con la respiración agitada, sintiéndose para nada bien. 
En simultáneo, Logan oyó el chasquido de las cámaras de seguridad de la habitación desactivándose, reconociendo la señal que el equipo le estaba enviando antes que acabaran por hacer estallar todo el sitio en pedazos. 
La chica se inclinó levemente hacia adelante intentando recuperar el equilibrio. Fue entonces cuando Logan la vio desvanecerse, dejando caer su cuerpo inesperadamente al suelo. Maldijo por lo bajo. Fue entonces cuando un temblor comenzó a sacudir el edificio, ocasionando que el vidrio que lo separaba de la chica comenzara a rajarse desde arriba, hacia abajo.

El temblor se hacía más y más intenso conforme pasaban los segundos. Logan temió que las paredes se derrumbaran y cayeran sobre _____, así que sin pensarlo demasiado, tomó impulso y atravesó la ya debilitada barrera, terminando de romper con ella a la vez que se inclinaba sobre la chica para protegerla de la lluvia de cristales.
—¡_____! —musitó una vez más. Su respiración agitada. Le apartó un mechón de cabello del rostro, pudiendo por primera vez en bastante tiempo, observarla de muy cerca. Sus labios eran pálidos y se encontraban agrietados. Su piel, de un tono translúcido, dejaba ver algunas de las venas en la zona de sus antebrazos. Se puso de pie, tomándola en sus brazos, y se aproximó a la entrada justo cuando Nightcrawler hizo su aparición repentinamente en cuestión de segundos. 

Era ahora el turno de las paredes para agrietarse. Indicando que efectivamente, el equipo había podido sincronizarse adecuadamente para llevar el plan acabo de la manera más exitosa posible.
—¿Cómo están los demás? —preguntó Logan aún agitado.
El muchacho de tez oscura como la noche asintió levemente con la cabeza.
—Hemos conseguido liberar a cientos de mutantes de todo tipo... Logan, los tenían congelados. ¡Congelados en neveras! Otros, amarrados, encerrados en celdas y laboratorios, siendo inyectados con sueros de todo tipo... 
Una sacudida estremeció al chico, recordando todo lo visto.

Trozos de escombros y polvo comenzaron a caer del techo y las paredes, recordándoles rápidamente que el tiempo estaba acabándose.
Nightcrawler observó a Logan e inclinó su cabeza, interrogando implícitamente si estaban listos para marcharse. 
Este le dirigió una breve mirada a la joven entre sus brazos. Luegó, asintió con la cabeza, a la vez que alzaba su rostro para devolverle el gesto al muchacho, y sentir cómo una de sus frías manos se posaba sobre uno de sus bíceps. 

The HandlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora