XIX

257 36 1
                                    

Aguzó el oído mientras avanzaba sigilosamente entre los bosques, en busca de alguna señal por parte de Mystique o alguien que asistiera a su encuentro.
Habían descendido muy cautelosamente varias millas a distancia de las coordenadas otorgadas por la mutante azul; bien al norte del estado de Nueva York, casi limitando con Canadá, en un punto en medio de la nada sólo rodeado por árboles. Sin embargo, habían dado con el paradero de una vieja represa abandonada a una latitud no muy lejana al punto de reunión. Aquello había llamado demasiado la atención de Logan, puesto que, si el Equipo X se trataba de una agrupación de mutantes aliada con el gobierno, lo más sensato es que hubiesen tenido un lugar algo más clandestino, quizás, hasta subterráneo, para llevar a cabo cualquier proyecto en el que deseasen trabajar. Pero no era así, lo cual hacía bastante evidente para quien supiera sobre el asunto, de qué iba la existencia de un lugar como aquel en un sitio como ese.

Continuó caminando al rededor de una hora y media más antes de que un ruido lo pusiese en completo estado de alerta.
—Pst.
Volteó rápidamente. El sonido provenía desde la copa de un árbol ubicado junto a él. Frunció el ceño.
—¿__....___? —murmuró, separando su nombre en dos. Aquella definitivamente era _____, pero, por alguna razón, algo no le cuadraba.
La chica bajó de un salto y él, como por acto reflejo, la tomó del cuello bruscamente, estampándola contra a de el tronco de un árbol y sacando instantáneamente sus garras, la amenazó pinchándola ligeramente a la altura del estómago.
El rostro de Wolverine sólo reflejaba fiereza. Tenía su frente pegada a la de la muchacha y estaba enseñando los dientes. Ella, por su parte, solo esbozaba una felina sonrisa de satisfacción que se ensanchó cuando él apretó su garganta con más fuerza.
Entonces como si se tratase de escamas, vio cómo toda su piel —junto con la ropa— comenzaba a levantarse, dando paso a un cutis azul de tacto algo extraño, como si de una serpiente se tratase. Tenía cabello rojo fuego, corto por la nuca y ojos amarillos similares a los de un gato.
—Hola, Logan —murmuró gatunamente entonces, aún sonriente.
El interpelado la separó del árbol y la volvió a azotar contra el mismo.
—¿Donde... está... _____? —farfulló con la respiración agitada.

Había sido capaz de distinguir la diferencia casi instantáneamente, antes de que ella hubiese bajado del árbol. Su olor era distinto, completamente diferente al que recordaba de _____, además del hecho de que aparecerse de ese modo tampoco era del estilo de la chica.
Y por supuesto que, también, estaba a la expectativa de que algo así sucediese dado el gen mutante tan característico de Mystique.
Esta soltó una suave risita.
—Ah, Logan, Logan... veo que desde la última vez que te he visto, has mejorado en esto de reconocer gente...
Susurraba con dificultad, mas su rostro no exhibía signo alguno de asfixia.
Logan la soltó enfadado. Pero debía de armarse de paciencia puesto que todo aquello recién comenzaba.
—Dije, ¿dónde está _____? —Inquirió nuevamente.
Mystique comenzó a caminar sensualmente frente a él, echando la cabeza hacia atrás al oírlo. Volteó su rostro para verlo pero aún dándole la espalda.
—Pues... no tienes más que seguirme. Digo, si de verdad quieres saberlo. 

The HandlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora