XXIX

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_____lucía algo más animada aquella noche.
Tal vez era por haber pasado sedada todos esos días. Tal vez, por tener su compañía cerca de esa manera, casi como en los viejos tiempos.
Él permaneció junto a su lado por horas, sosteniendo su mano, conversando con ella. Inclusive, hasta haciéndola reír por breves momentos.
Logan debía confesar que aquello sí había sido ameno. Conocer, al menos de una superflua forma, algo más de ella. Porque, claro, la chica aún continuaba en un frágil estado y, muy probablemente, aquellas conversaciones habrían sido distintas de haberse dado en otro contexto.
Pero lo importante —y lo que él estaba apreciando en aquel momento— era el pálido reflejo de porqué habrían sido pareja en el pasado.
_____ realmente era una persona inteligente e interesante; bondadosa y, a juzgar por todo lo transcurrido durante aquel último tiempo, también valiente.
Durante aquella conversación con él, no hizo más que preguntar cómo él se sentía o cómo estaba el resto; porque aún encontrándose debilitada en aquella cama y apenas sí pudiendo moverse, le era difícil —si no imposible— dejar de pensar en los demás.

—Deberías de ir a descansar —murmuró ella entonces, cerrando sus ojos lentamente. Él respiró profundo.
—No. No quiero dejarte sola.
Su voz era grave, casi como un gruñido.
Aún le costaba expresar ese tipo de cosas. No porque no las sintiera, sino más bien, por la falta de familiarización hacia aquellos sentimientos, la vulnerabilidad y la sensación de protección hacia ella que había desarrollado durante todo ese último tiempo. Sin embargo, tampoco quería guardárselos.
Ella sonrió débilmente.
—Ya casi va a amanecer.
Logan miró por la ventana ubicada a un costado. El cielo de un azul marino oscuro comenzaba a a tornarse de más claro, pero aún sin llegar al celeste.
—¿Logan? —lo llamó ella, arrastrándolo fuera de sus pensamientos. Su mirada se posó nuevamente en la chica— No quiero que pases tiempo conmigo por culpa. No me gustaría que sientas en la obligación de...
—No lo hago —la interrumpió suavemente él. Ella sonrió nuevamente. Sus ojos tenían un destello particular, como de emoción, que hizo que algo en su interior se removiera.
Tuvo un impulso de acariciarle el rostro; y así lo hizo. Le apartó un mechón de cabello que le caía por la frente y colocó su mano sobre una de sus pequeñas mejillas mientras que, con la otra, aún sostenía entre sí, los pequeños dedos de ____. Ella cerró los ojos ante el contacto.
—Extrañaba esto.
Logan permaneció en silencio, con la cabeza gacha. Una vez más, el embrollo de ideas creciendo dentro de su cerebro. Habían muchas cosas que quería decirle. Si tan sólo supiera cómo...
—Lo siento —comentó repentinamente, casi en un susurro. Ella lo observó sin entender. Él carraspeó.— Lamento que hayas tenido que pasar por todo esto por mi culpa, desde el principio. Lamento haber desconfiado de ti y haberte tratado mal cuando, en realidad, no lo merecías.
Los ojos de _____ se cargaron de lágrimas. Y esta vez, fue su turno el de apartar la mirada.
Se sentía expuesta. Y era extraño, porque, a final de cuentas, él había sido la persona que mejor la hubo conocido en toda su vida.
—No voy a decir las palabras que ahora mismo tengo en mi mente —musitó ella al fin—, porque siento que aún necesitas tiempo. Así que sólo diré: gracias. Por decir esto.

Logan apreció ese gesto por parte de ella. Sabía exactamente a lo que se refería; sabía a ciencia cierta de lo que hablaba. Y agradeció internamente por ello. Siquiera él estaba aún certero de lo que sentía por _____. Es decir, sí, sentía por ella. Pero todavía, le era imposible definir qué.
De todas aquellas emociones, sólo podía reconocer que quería conocerla mejor y que se recuperara, para así poder pasar tiempo juntos. También, que tampoco deseaba perderla.
Pero entonces, la empatía hizo su llegada a él por la puerta grande; haciéndole darse cuenta de lo duro que, para _____, debía de continuar siendo dicha situación. Porque era evidente que lo conocía demasiado: estaba claro que percibía lo difícil que era para Logan lidiar y procesar sus propias emociones. Sobre todo, aquellas que lo hacían sentir vulnerable; y que advertía el momento preciso para decir las cosas sin que él se sintiera sobrepasado. 
—Espero poder estar a la altura —murmuró casi inaudiblemente, como si pensara en voz alta. La muchacha ladeó la cabeza confundida.
—¿De qué hablas?
Él suspiró.
—Bueno... está claro que eres una buena persona. Y a decir verdad, lamento no poder recordar nada de ti- de nosotros —se corrigió. El remordimiento haciéndose presente en él una vez más tras reconocer en el semblante de ella la tristeza abordándola nuevamente. Por un instante, deseó fuertemente eliminar aquella emoción de su rostro para siempre. Apretó levemente su mano—. Y yo he sido un tonto contigo.
____ soltó una risita.
—Espero... —hizo una pausa, pensando y reformulando sobre sus palabras— bueno, eso ya quedó atrás.

***

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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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