XI. Silencios

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Parpadeó. Cuando quiso darse cuenta, aquella reproducción de los recuerdos de Rogue había finalizado, y los tres en aquella habitación estaban en un absoluto silencio. El profesor los invitó a abandonar aquella sala, realizando un gesto con la mano. Ambos, él y Rogue, comenzaron a caminar.

Una vez en el pasillo, la puerta metálica tras ellos volvió a cerrarse.

—Gracias, Marie —dijo el profesor dirigiéndose a Rogue—, puedes ir a descansar. Tu ayuda nos ha sido de lo más útil.

Ella asintió con la cabeza y se marchó, no sin antes dedicarle una pequeña sonrisa a Logan, que seguía bastante desconcertado.

Él y el profesor retomaron la marcha.

—Me temo, Logan —comenzó nuevamente Charles Xavier dirigiéndose hacia él— que no podremos hacer esto con cada persona que hayas conocido, para recuperar tus recuerdos. He tomado la decisión de realizar esta exposición de los recuerdos de Rogue, porque ella insistió en que podía ayudarte, y porque a mí también me pareció que podía beneficiar la imagen que puedas tener de nosotros, para que podamos acompañarte en esto.

Él no respondió. En cierto aspecto estaba un poco decepcionado, porque le parecía que aquella era una manera eficaz de traer su pasado nuevamente. Aún así, lo comprendía.

—Si bien todos mis alumnos aquí son de confianza, no puedo permitir el que todos pasen por cerebro de esta manera —se explicó el profesor—, espero puedas comprender.

El interpelado no respondió. Ya estaban delante del despacho del profesor nuevamente cuando decidió hablar.

—Gracias —musitó gravemente. El profesor hizo un gesto inclinando la cabeza.

—Buenas noches, Logan.

Se marchó de allí, embargado por una sensación extraña. Evidentemente, no era la primera vez que esa gente lo ayudaba, y aquello lo inquietaba un poco. Había sido extremadamente desconfiado.

Salió afuera nuevamente, para tomar un poco de aire. Cuando quiso darse cuenta, la inercia lo había llevado hasta el borde del lago. Pateó una piedra, haciendo que rebotara reiteradas veces sobre el agua, aún sumido en sus pensamientos. Todo era tan confuso... no sabía cómo debía actuar. Una suave brisa le despeinó aún más el naturalmente alborotado cabello, trayéndole consigo un extraño perfume. Respiró profundo, su intuición jamás fallaba.

—¿Qué haces aquí? —dijo en voz alta.

Nadie contestó. Pero pronto, pudo verla sentada al borde del lago también, unos metros a su derecha.

—¿Cómo supiste...? —Comenzó _____ aún con la vista hacia el frente.

—No lo sé —respondió examinándola—. Sólo, lo supuse.

Lucía un poco seria, aunque se empeñara en ocultarlo. Por primera vez, le pareció como si, en esta ocasión, fuera ella la que no quisiera hablar. Ni siquiera lo miraba.

—¿Vas a decirme lo que te sucedió en la espalda? —inquirió él, comenzando a tomar asiento donde estaba parado, sin aproximarse a ella.

_____ se tomó su tiempo.

—No es nada, sólo... se trata de algunas heridas de guerra.

Recordó lo que le había comentado el profesor acerca de los alumnos que peleaban por la escuela, y la comunidad mutante. También, recordó lo que le dijo ella cuando él hubo despertado.

—¿Qué ha sucedido?

Ella no respondió. En su lugar, Logan la oyó soltar una risa amarga.

—El maldito Equipo X. No van a dejarnos en paz hasta que no formemos parte de su asquerosa agrupación... —soltó _____ con asco. Parecía realmente enfadada, y eso le sorprendió.

—¿"Equipo... X"?

La vio asentir con la cabeza. Por primera vez, se dispuso a mirarlo.

—Es un grupo de mutantes obsesionados con el poder que... —_____ bajó la mirada— no viene al caso. Sólo son unos malditos bastardos.

—¿Era yo uno de ellos?

El rostro de _____ se transformó. Aún bajo la luz de la luna, podía percibir sus particulares expresiones, como si todo aquello fuera un tema bastante delicado.

—No —dijo al fin—. Pero te quieren de su lado. Y apuesto a que no van a parar hasta conseguirlo, aunque tengan que continuar arruinando vidas en el camino.

La examinó. _____ parecía realmente enfadada, aunque, por supuesto no entendía porqué. No la conocía, pero se le hacía un tanto raro verla de aquel modo, porque, inclusive cuando él era de lo más rudo con ella, jamás parecía perturbada.

Ambos se quedaron en silencio por un rato. Logan continuó observándola, a la vez que pensaba en lo raro que era ver a ____ tan silenciosa. Normalmente, solía hacer muchas preguntas cuando se cruzaban, algo que lo irritaba. Había sido así desde el primer momento.

—¿Estás mejor? —le preguntó él al cabo de unos instantes.

Ella lo miró sin entender, como si hubiera estado metida de lleno en sus pensamientos.

—Tu espalda —aclaró él—, ¿está mejor?

La vio sonreír levemente.

—No mucho. Pero gracias por preguntar.

____ desvío la mirada. Pronto también comenzó a ponerse de pie.

—Buenas noches, Logan —dijo, y sin esperar respuesta, se marchó silenciosamente en dirección a la mansión.

The HandlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora