III. Primera noche

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Los objetos que decoraban la habitación ubicada en la tercera planta del edificio, y las prendas almacenadas en los muebles, definitivamente podrían haber sido suyos en el pasado.
No habían fotografías ni nada que indicara específicamente que la habitación le pertenecía, pero al parecer, así era.
Tomó ropa del closet y se metió en el cuarto de baño para darse una ducha. El profesor Xavier convino en que era mejor que conociera toda la escuela, así que le enseñó muchas de las habitaciones y sitios que la componían. La mansión tenía su ubicación en Westchester, Nueva York. Era una gran casa antigua que disponía de unos cuantos lujos y un inmenso jardín con fuentes de agua, una incalculable cantidad de variedad en lo que a vegetación respectaba. Llevaba incluido, también, cerca de los límites del perímetro un gran bosque. Le explicó que el término de "escuela" que se le otorgaba a la institución era en algunos aspectos una fachada. Si bien se instruía en variados campos a los huéspedes más jóvenes, aquel bello sitio era en realidad un refugio para aquellos mutantes que se encontraban en peligro frente a la raza humana.
La academia contaba con múltiples salones de clases en las que los exalumnos del profesor Xavier educaban a los niños y adolescentes allí alojados. Por otro lado, estos adultos se encargaban de luchar en caso de que fuera necesario hacerlo por el bien de la comunidad mutante, y porqué no, por el bien del propio colegio. Los pupilos gozaban de dormitorios que podían personalizar a su gusto, bibliotecas -cuyos libros eran abundantes y de diversos contenidos- e inclusive de una sala de recreación que poseía desde una mesa de billar, hasta las más modernas consolas de videojuegos. También había un bar, que sólo los mayores de edad podían utilizar.
Podía ser un lugar agradable... si tan sólo recordara al menos, una cosa.
Cerró el grifo de la ducha con millones de ideas atestando su cerebro. Se colocó ropa cómoda y se dirigió al minirefrigerador que tenía la habitación, para tomar de allí una lata de cerveza. La abrió mientras apartaba una silla de la pequeña mesa que había y se la llevó a los labios para beber, pensativo. Unos golpecitos en la puerta lo quitaron de su ensimismamiento. Volvió a beber de la lata pacientemente antes de levantarse de su asiento con lentitud. Depositó la lata en el cesto junto a la puerta y sacó sus garras, procurando no hacerlas evidentes cuando abriera la puerta.
Detrás de esta se encontraba una distraída ____, que se sobresaltó cuando él apareció repentinamente. Logan la estudió en silencio con expresión adusta. Tras unos segundos de incómodo silencio, ella desvió la mirada.
-Quería saber cómo estabas -se explicó torpemente.
Alzó la vista, topándose con la mirada sarcástica de Logan, que la intimidó aún más.
Éste no respondió, sino que se limitó a examinarla de arriba abajo arrogantemente mientras guardaba sus garras y terminaba de abrir la puerta para recostarse en el marco.
-¿Se te ofrece algo más?
El tono de su voz era petulante, como así también la expresión que llevaba en su cara.
Si embargo, la castaña no podía negar que lucía extremadamente sexy con el cabello húmedo y revuelto; vestido con una playera blanca sin mangas y unos pantalones de jogging grises que le caían estupendamente sobre las caderas.
-Ehm, yo... -titubeó ella.
Él rodó sus ojos. Se apartó del umbral y se disponía cerrar la puerta cuando _____ habló nuevamente.
-Buenas noches, Logan.
El matiz nostálgico impregnado en aquella oración le provocó a él deshacer la aspereza sus gestos.
-Buenas noches.- Respondió, justo antes de comenzar a cerrar la puerta de la habitación paulatinamente.
Ella se quedó de pie allí luego de que él desapareciera de su campo visual. Hizo el ademán de volver a golpear su puerta, pero se contuvo. Sabía que en realidad, era absurdo volver a molestarlo. Dejó caer su brazo pensativa, dio media vuelta y se marchó a la habitación de enfrente, la cual le pertenecía.
Logan se dirigió directamente a la cama. Se recostó sobre la misma sin deshacerla y con los brazos detrás de su cabeza. Por alguna extraña razón, algo dentro de sí le hacía creer que aquella chica escondía algo. La manera en que a menudo evitaba sostener la mirada, por ejemplo, era algo de lo cuál podía dudar tranquilamente.
Aún no estaba completamente seguro de si sería adecuado quedarse en aquel sitio, pero sabía que si quería tener de regreso al menos una fracción de su pasado, debía hacerlo. Sus ojos comenzaron a cerrarse, induciéndose en los sueños lentamente.

The HandlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora