VIII. Paso uno.

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  Ya de pie frente al estudio del profesor, aún continuaba pensando en lo extraña que era _____, y en cómo hubo aprovechado de la situación para evadir sus preguntas.
Llamó a la puerta algo abstraído; casi de inmediato, oyó una voz desde el interior que le solicitó que pasara. Logan obedeció y una vez adentro la volvió a cerrar.
Se recostó sobre la pared a un lado de la entrada. Charles Xavier parecía aguardar por él; pero no estaba solo. Frente a sí, a un escritorio de distancia, se encontraba aquella joven de cabello oscuro con mechón blanco que conoció durante la tarde. No recordaba su nombre, pero tampoco le interesaba hacerlo.

—Buenas noches, Logan —lo saludó el hombre en silla de ruedas. El interpelado sólo asintió con la cabeza—. ¿Ya has conocido a Rogue?
La ahora mencionada chica volteó a verlo y lo saludó con la mano simpáticamente. Wolverine no respondió, por lo que el profesor continuó.
—Rogue se ha ofrecido a ayudarte a recordar algo acerca de tu pasado, que creemos que podría llegar a servirte. Principalmente, para enseñarte que puedes confiar en nosotros. Sígueme.
Los tres salieron de allí y se dirigieron al elevador. Charles los condujo por el subsuelo, Logan reconoció el pasillo con las puertas metálicas fácilmente.
A simple vista, todas parecían ser iguales, pero pronto notó que no era así. Se detuvieron frente a una cuya "X" poseía un círculo brillante de color celeste en el centro. El profesor se abrió paso entre Logan y Rogue y colocó su rostro delante de la circunferencia. Unos finos rayos escanearon uno de los ojos de Charles, y a continuación, se pudo ir una voz dándole la bienvenida a la vez que el portón de acero se dividía en dos y se desplazaba hacia los costados.
—¿Qué es esto? —murmuró Logan al adentrarse en la habitación.
Se trataba de una especie de pasillo cuyo suelo flotaba en medio de la nada. Sobre ellos, el techo se extendía amplio y redondo, como si se tratase de una gran cúpula. Las paredes, que también tenían forma aglobada daban la impresión de ser diminutos seres encapsulados en una gran esfera.
—Cerebro —respondió el profesor. Al final del camino, había una especie de computadora cuyos gruesos y fuertes cables de acero se unían a un extraño casco también metálico. —Verás, Logan —murmuró volteando a verlos—. Las ondas cerebrales de los mutantes son diferentes a las de los humanos corrientes. Ésta máquina amplifica mi poder, y me ayuda a localizar mutantes a grandes distancias, entre otras cosas. Pero no es eso lo que haremos aquí hoy.
Wolverine examinaba todo a su alrededor. Así también lo hacía Rogue, pero de manera más sutil. Sabía de la existencia de esa máquina en la escuela, mas nunca antes había estado allí.
—Como bien Rogue sabrá —continuó Charles— no suelo compartir esta habitación con otros mutantes. Sin embargo, creo que la situación lo amerita. Ven aquí.
El profesor apretó unos botones y procedió a colocarse el casco. Luego, colocó sus manos justo sobre las sienes de Rogue. Los paneles que componían los lados de la gran esfera comenzaron a encenderse como luces, que pronto formaron imágenes. Rápidamente, aquella habitación se convirtió en una enorme pantalla.    

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