Capítulo 3

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—Te pregunté si estás bien, responde.

Resoplando y hago un ademán esperando que entendiera que no importa un simple golpe, como si fuera de porcelana o algo así.

Me logro soltar de su agarre, agarro mi mochila que se había caído al piso y me voy a mi casa.

Suena raro, jamás había tenido una casa, ahora decir que voy a una es demasiado extraño. Aunque no me acostumbraré en seis meses.

Me siento extraña. Solo eso, me siento tan extraña.

Me siento una tonta en esta vida, y no estoy acostumbrada. Normalmente soy la que aparenta ser fuerte en la casa del sufrimiento, aunque no lo sea por dentro, lo aparento ser. Pero ahora... Ahora soy como cuando llegue allí, débil y perdida. Aunque ya había asistido a un colegio antes, se siente raro después de tantos años. Estoy volviendo a ser normal y no me gusta. Yo soy real, y no cambiara nunca.

Lo único que me gusta del juego es que puedo llamarme real. Sin ningún problema. Y nadie, excepto los del juego, sabe lo que es ser real. Y ser real es como un privilegio que te da la vida. Aunque tienes que esforzarte para no salir tan lastimado y cada vez ser mas fuerte.

Llego a mi casa, sin darme cuenta de que iba lento, metida en mis pensamientos.

Tiro mi maleta al sofá y doy un largo suspiro.

—Este ha sido un día difícil. No me imagino ni como serán los demás —digo en voz alta para mi misma.

Doy otro largo suspiro y me paro apoyando las manos en mis piernas.

Voy a la cocina y me sirvo un poco de leche, camino a mi habitación lentamente, dejo la leche en la mesa de noche y me tiro a la cama con los brazos extendidos.

Pongo música con mis audífonos puestos, tarareando la canción. Reviso unos apuntes que tome hoy hasta la noche, no tengo nada que hacer, y supongo que así serán todos los largos meses. Creo que menciono mucho que pasare seis meses acá, pero la costumbre de estar siendo maltratada todos los días me tiene loca.

Espere a que fuera de noche mientras veía un maratón de una serie de chicas en la televisión.

Llegan las diez de la noche, y como sé que no voy a poder dormir fácilmente me acuesto. También sé que tendré pesadillas casi todo el tiempo, así que mejor me duermo ya.

Suena un molesto sonido desde mi mesa de noche, era el despertador. Lo golpeo tan fuerte, que lo rompo. Me levanto y me voy al baño, hago mis necesidades y me voy a bañar.

Me pongo mi ropa y bajo las escaleras con calma, agarro una fruta y voy a la sala. Me cuelgo mi maleta en el hombro y me voy caminando hacia el instituto.

Acabo mi manzana a mitad de camino, busco una cesta de basura  cerca pero no había, así que la sostengo en mi mano hasta ver un lugar para botarla.

Después de arrojarla, me voy al salón donde me toca estar.

Vaya, al parecer no soy la única nueva. El ahora nuevo está sentado al lado del puesto que yo escogí ayer. No le doy importancia y me siento a su lado.

Saco mis audífonos y mi celular, pongo mi música a todo volumen. Por un momento tuve el presentimiento de voltear a mirar al nuevo, así que lo hago y veo que me mira con el ceño fruncido. Lo ignoro y vuelvo mi vista al frente.

Llega el profesor y empieza a dar clase, él estaba callado, no decía nada, solo copiaba en el pizarrón, así que sigo escuchando tranquilamente música mientras copio en mi cuaderno.

Miro de nuevo al nuevo y veo que tiene su mirada fija en mi, de nuevo con el ceño fruncido. Su vista se desvía a mi cuaderno y frunce de nuevo el ceño.

Cuando acaba la clase, agarro mi cuaderno y mi mochila, y me voy al siguiente salón.

Siento que alguien me mira. Igual que ayer. Ya sé que era el nuevo, así que no me preocupo en mirar.

Al llegar veo que está casi lleno el salón. Me apresuro y me siento el puesto donde me he hecho y me pienso hacer siempre.

Llega el niño nuevo al salón y buscaba a alguien con la mirada. Se encoge de hombros y se va a mi lado.

—Hola —mueve sus labios. Yo frunzo el ceño y sigo escuchando música. Ya que en todo este tiempo, no me he quitado los audífonos.

Otra vez, al profesor se le dio por no venir. Yo solo escucho música mientras dibujaba en un cuaderno.

—Dibujas bien —oigo un murmuro a mi lado.

Sigo dibujando ignorando eso. Seguro se lo decían a otra persona.

Alzo la vista con mi cara en el cuaderno y veo que la mayoría nos ven con superioridad. Las porristas están sentadas en las mesas con las piernas cruzadas y sus brazos cruzados.

Yo les lanzo una mirada de odio profundo a todos y sigo con lo mío.

Veo a mi nuevo compañero de lado, ya que no pienso que él se va a hacer en otro lado.

Lo veo con sus audífonos escuchando música, su cabeza moviéndose al ritmo de la canción.

Indicaron la hora de salir a comer. Yo recojo mis cosas y me quito los audífonos, me voy a un árbol que estaba solo. Me siento allí, le quito la tapa a una botella de agua que saco de mi bolso y tomo un poco. La guardo de nuevo y me pongo los audífonos nuevamente, a retomar mi música. Sé que es aburrido escuchar todo el tiempo música, pero no tengo nada más que hacer, además, recuerden que en toda mi vida no había escuchado música, estoy conociendo música y bastante buena a decir verdad, Dorothea tiene buen gusto, debo admitirlo.

—Hola —escucho el murmuro de la misma voz que me dijo que dibujo bien.

Sí, lo admito, me lo dijo a mi.

Saludo a esa persona con la mano sin verla.

—¿No hablas?

Le bajo el volumen a mi celular disimuladamente. Y finjo que no había escuchado.

—Soy Kylan.

Otra vez hago que no lo escucho. Pero él me quita los audífonos de un tirón. Yo lo miro entre molesta y confundida.

—Soy Kylan —se presenta nuevamente. Levantó la vista, asiento y veo al frente —¿y tú?

Suspire rendida. Iba a hablar.

—Soy Megan. ¿Qué necesitas? —digo lo más amable posible.

—Nada, solo te quiero conocer —se encoge de hombros —¿No eres la que está a mi lado?

—Sí, soy yo —digo con frialdad.

—Así que, Megan. ¿Qué me puedes decir sobre ti?

—No te puedo decir nada sobre mí.

—Está bien. Nos vemos más tarde, Megan —yo asiento y él se va corriendo.

Al pararse se le cayó su celular, lo iba a llamar pero ya estaba muy lejos. Lo guardo en mi bolsillo, más tarde se lo daría.

Pero me da curiosidad y lo saco nuevamente y lo veo, toco la pantalla suavemente y lo volteo. Sin embargo, al ver lo que había lo solto rápidamente abriendo los ojos como platos, llevándome las manos a la boca sorprendida.

Tiene escrito Kylan Wright de la misma manera que está marcado mi celular, además, es el mismo tipo de celular. Toco un botón para desbloquearlo y veo que tenía el mismo fondo que yo. Y desde el principio lo podía saber, solo ellos marcan así las cosas.

Esto es increíble.

Hay otra persona real acá.

Kylan es real.

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora