Capítulo 25

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Llegamos a un gran parque y bajamos de la moto. Kylan siempre con una gran sonrisa, y yo siempre tan seria.

—¿Le temes a las alturas?

Me encojo de hombros y le digo:

—No he subido a una montaña rusa, ni he hecho ninguna actividad extrema.

Kylan me mira asombrado y niega con la cabeza, para seguido abrazarme por los hombros.

—Que no te de pena decir que le temes a las alturas. A mi también me daban miedo, pero entré a este parque y ¡Wow! —grita lo último, al tiempo que una pareja pasa al lado de nosotros. Lo miran raro, igual que yo. Pero ellos se ríen después. —Bueno, en caso, no tengas miedo de decir lo que piensas.

—Que poeta, Wright —le guiño el ojo y sonrío de lado.

—Cállate, Candle. Vamos a esa —dice señalando una montaña rusa muy pequeña.

Nos subimos a varias cosas, a todas para ser específicos, menos a la montaña rusa más grande, la habíamos decidido dejar para lo último, y ahora es la hora.

Caminamos e hicimos la fila.

—Hacen bonita pareja. —dice el chico mientras nos ajusta el cinturón. Yo de nuevo pongo mi mirada seria y Kylan sonríe.

El chico se va y comienza la atracción.

—Mira, mira —digo señalando la televisión al frente mio.

Todos los niños dicen un «wow» al tiempo y nos quedamos todos mirando. Estábamos muy pequeños, así que todos teníamos la boca abierta y mirando como tontos la montaña rusa que filmaban.

El televisión se vuelve negro de repente y todos dimos un salto hacia atrás y reaccionamos de inmediato.

—¿Creen que...

—Dorothea —dice un niño rubio subiendo y bajando la mano —¿podemos ir a una de esas? Se ven divertidas.

Ella lo mira con furia y habla:

—Se van a ver ridículos. Su cabeza se va a mover a todos lados y ustedes no van a poder controlar nada. Pueden morir en el solo intento de subir y disfrutar, un pequeño error de seguridad, y morirán.

Oh, mierda, ¿por qué no puedo disfrutar algo sin recordar algo de mi pasado?

Mi sonrisa se borra de inmediato y espero neutra a que se acabe. Ya está de noche y lo único que quiero es irme a mi casa.

—¿Te gustó?

—Claro que sí —digo haciéndole creer que me gustó. Miro mi celular y lu guardo, fingiendo estar viendo la hora. —¿Sabes? Ya está tarde. Tal vez mañana nos veamos.

—No. Te llevaré y me quedaré a dormir en tu casa. ¿Tus papás no ponen problema, verdad?

Algo en mi corazón duele, pero hago como si nada. Tal vez si tuviera papás, o si al menos los recordara, claro que pondrían problema.

—Oh, ellos están de viaje. No van a estar ahí.

—¡Genial! Entonces vámonos.

Sí, no sabes lo genial que se siente.

Nos subimos a su moto y agarro emocionada el nuevo casco. Me gusta.

Abrazo su cintura con mis brazos, y antes de andar, siento la mano de Kylan acariciar mis dedos.

Corrimos a toda velocidad, hasta que Kylan para y me pregunta:

—¿Quieres sentir el peligro correr por tu sangre?

Grito de emoción, como signo de aprobación.

—Muy bien, Candle. Te enseñaré a vivir.

*

Ya era la una de la mañana y seguíamos riendo. Estábamos en una cabaña situada dentro de un hotel. Kylan al parecer conoce al dueño, así que no le puso problema al darle una habitación por este día. Me gusta, ya que es callado y se siente como el hogar.

—Pequeña, ¿como la haz pasado? —dice Kylan mirándome mientras mueve su ficha del juego «monopoly».

—Muy bien. Desearía que todos los días fueran así —recuesto mi cabeza sobre sus piernas y tapo mis ojos con el brazo derecho.

—Disfruta este mes, porque te quedarás aquí, conmigo.

Me levanto rápidamente y me pongo de pie, mientras miro a Kylan desentendida.

—¿Qué? ¿Cómo así?

—Sí, lo que oíste. Es un tiempo donde no estaremos pegados a los deberes ni a los profesores. Solo seremos tu y yo. Estaremos el menor tiempo posible en el celular. Haremos lo que quieras y olvidarás, por un momento, que eres una persona llena de problemas.

Miro sus ojos verdes fijamente. ¿Qué se supone que debo decir frente a eso?

—¿Por qué haces esto? —digo sintiendo de nuevo la opresión en el pecho, solo que esta vez más fuerte. Y cada vez que recuerdo lo que dijo Kylan, se vuelve aún más fuerte.

—Porque te quiero, Megan. Quiero que dejes de de atormentar tu mente. Quiero que olvides todo por un maldito momento, y que seas la verdadera Megan Candle. Que no te sientas oprimida al ver que hay mensajes y desorden en tu casa.

—Alto, alto. ¿Tu como sabes eso?

—No lo negaste, bien —me guiña el ojo y continúa —En caso, Megan. Es tiempo de dejar los problemas a un lado y ser tu misma. ¿Aceptas?

Se ve tentador el trato. Escapar de Dorothea. Escapar de Victor. Escapar de matar a niños. Escapar del dolor.

Sin darme cuenta, Kylan me tenía encerrada en sus brazos. Dije «acepto» sin saberlo.

—Gracias, gracias —dice en mi oído. Su aliento choca con mi cuello, lo cual hace que unas cosquillas se hagan presente. —Prometo que no te decepcionare.

—No lo harás —digo correspondiendo a ese abrazo.

¿Qué me está pasando? Desde que llegué, estoy más sentimental, estoy sintiendo más cosas, estoy sintiendo cosas que no sabia que podía sentir. Y eso que solo ha pasado un mes.

¿Qué pasará cuando esté a los seis meses?

Quito esa pregunta de mi mente y le marco a Dorothea, después de separarme de Kylan. Me salgo de la cabaña y contesta:

—¿Aló?

—No estaré en casa el viernes. Cualquier pista, por mensaje.

Cuelgo antes de que responda y guardo el celular. Regreso a la cabaña con una sonrisa.

Estoy muy emocionada.

*

Kylan y yo andábamos en la moto, dirigiendonos a mi casa. Íbamos a ir por mi ropa y de ahí a la de él.

Recogimos la ropa que yo tenía y de paso, agarré algo de dinero que me dio Dorothea. Uno nunca sabe una emergencia.

Salimos y de paso a la de él, recogió su ropa y nos devolvimos.

¿Ya dije que estoy emocionada?

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora