Capítulo 9

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Cuando paso mis brazos por su cuello,  suelto la respiración que hasta ahora me daba cuenta que estaba conteniendo desde que nos llamaron. Y tal vez estemos siendo un poco exagerados. Bueno,  mucho. Pero así prefiero todo.

—¿Vamos? —me sonríe y yo asiento. Pero yo no sonrío, y creo que no lo haré muy seguido.

Cuando salimos del teatro,  decidimos que no veríamos las demás obras. Y en vez de eso,  caminamos por el instituto.

—Megan,  ¿por qué eres así? —dice,  y oigo el tono de su voz. Es cómo rendido,  cansado,  triste y frustrado a la vez.

—¿Así como? —digo volteando a verlo.

—Así, callada, misteriosa, intrigante.

Él iba a continuar, pero abrió y cerró la boca. Como si se hubiera quedado sin palabras.

Yo iba a decir un lo siento, pero no le veo sentido a pedir perdón por ser como soy.

Además,  estar desde los ocho años siendo real no es fácil.

Aunque, él también es real. Pero no sé desde cuando.

En serio,  necesito saber su historia.

—Te responderé.

Veo su cara,  y puedo decir seguramente que está asombrado.

—¿En serio?

—Claro, te lo diré. —él abre la boca,  pero lo interrumpo. —. Con una condición. —le sonrío ampliamente. Pero en un segundo quito la sonrisa de mi cara,  no me gusta sonreír.

—¿Que condición? —sin poder evitarlo, me empecé a reír. La cara de Kylan es... Épica.

—Te ves linda riendo.

Me quedé seria. Pero no es para tanto.

—Gracias. —le sonrío y paso mi brazo por su cintura. Pero la suelto. Es muy rápido.

Es algo extraño lo que siento ahora, es decir,  Kylan es apuesto,  es alto,  se que ha sufrido,  es fuerte en todos los sentidos, pero no me cabe en la cabeza cómo es que alguien como Kylan hable con alguien como yo.

Me gusta la actitud de Kylan. Me siento atraída por su misterio,  su forma de caminar dice mucho, también su forma de mirar y de hablar. Su forma de expresarse es la forma que cualquier persona quisiera tener.

—Bueno. Quiero saber tu condición con tal de saber por qué eres así.

—Te la diré luego, no presiones.

Reímos juntos.

—Bueno,  señorita Candle. Nos tenemos que ir ya a su casa.

Me ahogue con mi propia saliva,  ¿mi casa?

Oí como Kylan se reía de mí. De mí.

—Vamos,  Megan. Tu casa es cómo la mía.

—¿Y tu cómo sabes eso?

Él solo me guiña el ojo,  y sigue caminando. Solo eso.

—¿Qué? ¿No vas a venir?

Me doy cuenta en ese momento que aún seguía quieta. Así que camino hasta donde Kylan.

Nos quedamos en silencio,  caminando uno al lado del otro,  nuestras manos se rozan con cada paso.

Salimos del instituto y veo que Kylan dirigía su mirada a una moto.

—¿En moto? —dice mientras me muestra una sonrisa inocente, y saca las llaves.

—Sí.

—Ya te sabes lo demás.

Sin poder evitarlo de nuevo,  me reí. Kylan es único. Y me acordaba de la vez que fuimos al centro comercial, fue lo más raro que haya hecho en mi vida. Aunque no haya hecho mucho.

Caminamos hasta su moto.

—¿No te da miedo? —dice dándome el casco.

—¿Por qué debería? —digo con una sonrisa arrogante, siente eso.
Me sonríe de la misma manera,  para luego subirse en la moto.

—Cuando me abraces por la cintura,  sabré que ya estamos listos para salir.

Me iba a poner el casco, pero caí en cuenta. Kylan ya estaba sentado,  preparado para salir en su peligrosa moto, pero hay un pequeño problema.

—Kylan,  ¿piensas morir?

—¿Por qué debería? —sé que sonríe de la misma manera. Joder,  Kylan.

—No tienes casco,  me lo diste a mí. Ten. —le tendí el casco pero él no se inmutó en agarrarlo.

—Y luego, ¿tú piensas morir?

—Es más peligroso que muera el que maneja la moto, ¿no crees? —digo sacando la sonrisa arrogante.

Creo que nuestro marcador ya voy dos ganadas, Kylan solo una.

Él solo murmura algo,  y se pone el casco. Yo sonriendo, me siento atrás y lo abrazo por la cintura.

Se siente tan bien.

Veo como prende la moto y la pone en marcha. Pero... Muy lenta.

—¿Qué pasa?

—Si una chica va en la moto sin casco,  es muy peligroso. Vamos a ir así de lento.

—¡Kylan!

—Ya sé mi nombre,  linda. Gracias por recordarmelo. —sé que tiene esa sonrisa.

Bueno,  ahora él tiene tres puntos,  y yo dos. Porque hizo dos en una.

—Te estoy abrazando,  eso es algo.

—¿Estás tratando de decir que te sientes protegida siempre que estás conmigo como se ve en la televisión? Vaya,  Megan. Descubriste una nueva manera de decirlo, en una moto y con una indirecta.

Mi cara sé que era un caso, estaba peor que la de Kylan hace poco,  y no tengo que verme para saberlo.

Kylan va cinco, joder, no,  va más, eso fue impresionante. Y se que tenía la sonrisa arrogante. Y yo voy dos.

—Solo avanza normal,  no pasará nada.

Fue aumentando su velocidad, hasta llegar a mi casa.

—¿Le gustó la vendía,  señorita Candle?

—¿Gustarme? Fue muy lenta, quería adrenalina, no andar lento. Hubiéramos llegado antes si nos hubiéramos ido en una tortuga montada en un caracol que...

—Megan, ¿te caíste de la moto? —no sonrías así, no lo hagas. Se ve ardiente.

Traté, pero fue en vano,  reí fuerte,  reí a carcajadas.

—¡Sí! —dice alzando sus brazos. —Te hice reír,  y mucho. Me declaró fan de tu risa. —dice serio lo último. Lo que me pareció raro.

Me siento rara, no debería reír,  ni sonreír. Pero Kylan hace que sonría y eso que apenas nos conocemos hace un tiempo.

Saco las llaves de mi casa de mi bolsillo trasero y abrí la puerta de mi casa.

—Pasa tu primero,  Kylan.

—Muchas gracias, Meg...

—¿Meg? ¿Nuevo apodo? —pregunte burlona.

—No usarás tu acento burlón cuando veas cómo está tu casa.

Lo empuje de la puerta y vi cómo estaba, sofás patas arriba, paredes pintadas, todo estaba tirado por todas partes. Esto no me está pasando. No a mi

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora