¿No les ha pasado que están felices y de un momento a otro están queriendo morir? Es como si la tristeza te golpeara en la cara, diciéndote que la felicidad no existe realmente.
Así mismo nos sentimos los tres ahora.
Estábamos en la mitad de ver una película llamada Easy A, la verdad es que estaba muy buena la película, pero no lograba terminar de gustarme. Pero el problema, empieza cuando suenan dos celulares al tiempo, el de Dean y el de Kylan, ya que el mio está en mi habitación. Ellos se miran con un toque de temor y odio luego de leer el mensaje.
Le pongo pausa a la película y decido preguntar:
—¿Qué les pasa, chicos?
—Nada, no nos pasa nada —dice Kylan con voz dura y fría, mientras se paraba y agarraba su chaqueta.
—Hey, idiota. No por culpa de... —hizo un silencio, pero haciéndole señas a Kylan, sin yo poder descifrar nada de lo que se dicen —puedes tratar así a alguien que solo se preocupaba por nosotros. Debes aprender a llevar esto.
Abro los ojos, impactada, con esas mismas palabras, Dorothea me enseñó a vivir a los diez años.
—¡No quiero! ¡Simplemente no quiero!
—¿Qué te pasa, niña? Entiendo que te estés desarrollando, y que cada vez seas más grosera con la única mujer que te cuidó, pero cálmate y bájale dos rayitas a tu actitud.
—¡Cállate! ¡No sirves para nada!
Mi «mamá» me pegó en la mejilla con su palma abierta, para seguido agarrar mi cabello y tirar para un lado. Habían cinco niños más en la sala, viendo como esta señora me pega y me grita.
—Entiendelo, esto le pasa a las mujeres. Y no me vengas con tus estupideces cuando te duela el estómago cuando estés en tus días, debes aprender a llevar esto.
Despierto de mi recuerdo y veo que Dean y Kylan me miran fijamente.
—¿Tienes algo?
—No, no tengo nada —imito a Kylan hace unos segundos y él sonríe, pero es una sonrisa que no le llega a los ojos y que puede llegar a alegrar días, como lo hace normalmente.
—Bien, nosotros nos vamos. Megan, de verdad, muchas gracias por compartir este día con nosotros. —agradece Dean abrazándome. Yo me quedo estática, no me gustan estos gestos.
Él me deja de abrazar y me sonríe, luego le digo un simple «adiós» y él me sonríe sin mostrar sus dientes, le intenté devolver la sonrisa pero simplemente, no pude.
Cerré la puerta y luego de apagar el televisor, me subí a mi habitación, donde mi celular empezó a vibrar. Lo agarré rápidamente y vi que Dorothea me estaba llamando. Tenía ganas de ignorarla, pero sabía que si lo hacía, me iría peor.
—¿Diga? —pregunto después de presionar el botón verde.
—¡Estás loca! ¿Por qué no contestas? Es que ni para eso sirves. Ni para presionar un botón sirves. Eres una buena para nada.
—¡Dorothea no más! Ya suficiente la aguante por toda mi infancia, estos seis meses se suponen que son mi descanso, y ahora es cuando más me joden.
—No te pregunte tu opinión —dice ahora con su voz natural. Siempre con un toque de hipocresía — ahora mira el mensaje que te envié, qué fue hace media hora, espero que ese pequeño inconveniente no vuelva a pasar, querida Megan.
Cuelga y yo simplemente resoplo, veo los mensajes que tengo, que son más de cien, todos de Dorothea –obviamente– y los abro, y más de la mitad son de mi nombre, ruedo los ojos y llego al primer mensaje.
«Mañana me voy temprano a tu casa, a primera hora»
Sé que cuando Dorothea era tan bruja que primera hora, era la una de la madrugada. Son apenas las ocho, así que tengo tiempo para dormir. Pongo alarma a la una de la mañana y me sale un mensaje que dice que la alarma sonará en tres horas y cincuenta y siete minutos.
Suspiro y me recuesto en mi cama, quitandome los zapatos. Todo está tan silencioso, pero ya la costumbre hace qué no me de miedo. Cierro los ojos y empiezo a dormirme lentamente.
—¿Cómo fue qué me dijiste?
—Bruja —dice la niña pequeña de seis años a una mujer parecida a Dorothea, solo que ésta nueva tiene más arrugas en su envejecido rostro.
La vieja la toma del brazo bruscamente y la agita, haciendo que la niña derrame algunas lágrimas.
—Ahora verás lo que es el respeto.
Ella mira hacia arriba y asiente, para que luego de unos segundos aparezca un chico de mi edad, con la cara roja y lágrimas en sus ojos.
—Pegale.
¿Qué? ¿Le están pidiendo a un niño de catorce años que golpee a una pequeña?
—¿Qué dijiste? —dice ahora mirándome a mi, haciendo que todo el mundo me mirara.
¿Lo había dicho en voz alta?
—Yo... Nada.
—¿Ah, sí?
Suspiro y miro enfadada a la vieja. Me cansé de callar.
—Dije, vieja, qué no puedes simplemente mandar a un niño a golpear a una pequeña. Monstruo —murmuro lo último pero ella escucha.
Ella me agarra del cabello, mientras que empuja a la pequeña de seis años. Al menos me siento bien al saber que no la golpearan.
Mientras soy jalada del cabello, me van entrando a una sala oscura, sin una ventana ni un baño.
—¿Donde carajos está el baño? —pregunto una vez me entran y que ella se quedara afuera.
—Estas en él justo ahora.
Luego de decir eso, mi cara de sorpresa es evidente. Ella sonríe con malicia y cierra la puerta. Se oyen como desde afuera oprimen botones y arriba de ésta sale la fecha en la que tengo que vivir acá.
Dos semanas.
Abro los ojos, no asustada, sino enfurecida. ¿Por qué tengo que soñar mis recuerdos? Odio esto.
Suspiro y me siento, ya faltan tan solo diez minutos para las doce.
Con pereza, me levanto y guardo las mantas que había sacado ayer y con las que había dormido. Entro al baño con algo de ropa y me visto y arreglo rápidamente.
Justo cuando termino, suena el timbre.
Bajo las escaleras con cuidado y camino a la puerta.
—¿Dig...
—¿Te vestiste así para mi? Vaya, pero que linda eres. Pasaré —dice empujandome y pasando, para luego sentarse en el sillón como si fuese su casa.
—¿No iba a venir Dorothea?
—No, decidí venir yo.
—¿Cómo le...
—Simple. Le lleve algunas niños para que sean reales.
Suspiro y cierro los ojos, intentando que estas lágrimas de frustración no salgan de sí.
Odio esto.
N/A: No me puedo creer que ya sean 1K de lecturas. ¡Muchas gracias! En serio
ESTÁS LEYENDO
Real (Wattys 2017)
Teen FictionNo sé dónde estoy. No sé mi nombre. No sé qué hago aquí y no sé qué hice en mi vida anterior. No sé quiénes son mis amigos o no sé si aunque sea tengo amigos. No sé quiénes son mis enemigos. No sé quién es mi familia. No sé quién fue él. No sé quién...