Capítulo 30

388 29 0
                                    

—Oye, chica real

Lo miro con el ceño fruncido y sonrío.

—Tu también eres real, así que no puedes decir nada, chico real.

—Touché.

Me río con sutileza y continúo leyendo un libro que me recomendó Kylan, se llama «Finders Keepers» y su autor es Stephen King. No entiendo casi nada, ya que es la segunda parte de algún libro, pero trato de hacerlo, y lo que no entienda, Kylan me lo explica. Dice que es su libro favorito y que se lo ha leído más de cinco veces.

—¿Quieres escuchar también una de mis canciones favoritas?

Le ignoro, ya que voy en una parte interesante.

Siento su sonrisa en su cara, y cuando termino el capítulo, cierro el libro y le sonrío.

—Claro, Wright.

Él asiente mientras su sonrisa se hace más grande.

Me quedo viéndole, su sonrisa es muy linda, agregándole sus facciones. Su rostro serio, así no lo haya visto también seguido, también es bastante atractivo. Me gusta como sus pómulos se le marcan, como sus hoyuelos están presentes cuando sonríe, y como sus ojos verdes se posan en mi.

Me gusta también su personalidad, que a pesar de ser real, a pesar de todos sus problemas, siempre tiene una sonrisa en su cara. Maldición, qué digo que me gusta. Me encanta eso.

Empieza a sonar una canción y yo salgo de mis pensamientos, para meterme en otros.

Rayos, Kylan sabe lo que pienso. Espero que sepa controlarlo, no quiero que sepa eso.

—Mira, es Arctic Monkeys. Me gustan mucho, no es que conozca mucho de música, pero ellos me gustan. Me tranquilizan.

Escucho la canción y la empezó a tararear, Dorothea la había puesto en mi celular.

—Es buena.

—Sí.

Un silencio incomodo se forma en la habitación, hasta que Kylan empieza a reír suavemente.

—¿Qué pasó? —pregunto con el ceño fruncido.

Kylan me mira y sonríe más. A veces me aterra lo mucho que sonríe.

Se abalanza sobre mi, haciendo que yo, que estoy en la cama, me acostara y el quedara sobre mi. Sus brazos me rodean y  su cara está acunada en mi cuello, haciendo que su respiración provoque en mi unas cosquillas incontrolables. Empiezo a reír suavemente y oigo la risa de Kylan también. Se apoya en la cama y se levanta levemente, haciendo que nuestros rostros quedarán separados por unos centímetros.

—También me encantas, Candle.

Besa mi cuello y una corriente pasa por todo mi cuerpo. Uf, que nervios.

—Eres especial.

Besa mis mejillas y reparte pequeños besos por mi rostro.

Mira mis labios y se acerca, pero yo giro la cabeza y empujo su pecho. Él se levanta y yo le sigo.

No sé qué mosco le picó, pero sí sé que necesito espacio y tiempo.

Agarro mis audífono y mi celular que estaba cargando. Abro la puerta y salgo de ahí. Conecto los audífonos y pongo en mi lista de reproducción la opción aleatoria, y vaya que la vida no está de mi lado. Empieza a sonar la canción que Kylan había puesto. Suspiro y miro para arriba. Ese pequeño gesto por parte de él va a hacer va a todo cambie.

Desesperada busco con la mirada a alguien que me pueda ayudar. Ha pasado un día, me quedé a dormir afuera, pero no porque quiera, sino porque un tipo desagradable me estaba siguiendo, y yo tuve que huir de ahí. Lo peor de la situación es que el celular, por escuchar música sin parar, se quedó sin batería. También, que el tipo no era cualquiera, era Victor.

Cierro los ojos al no ver a nadie y suspiro, Dorothea me ha rastreado, sé que no me puedo quedar aquí por mucho tiempo, pero también sé que Dorothea me buscará hasta encontrarme. Hay una probabilidad de que me mate, hay otra de que me torture, y hay otra de que lo deje pasar.

En estos momentos me arrepiento no alejarme de Kylan de esa manera tan cruel, pero sé que apenas vuelva todo a la normalidad, estaré agradecida de haber evitado ese beso.

Pienso en distintas maneras de salir de aquí. Podría buscar una salida, pero el problema es que el lugar no la tiene. No sé ni como entre aquí, no veo ni el más mínimo agujero por donde entre luz. Por cierto, estoy a oscuras.

Es un buen lugar para matar a alguien.

Oigo una risa conocida y me paralizo por completo.

—¿Hay alguien aquí?

—Claro, tontica. Tu estás aquí.

—No estoy para bromas.

Caigo en cuenta que mi voz no suena temblorosa como pasaría normalmente, y me siento orgullosa de mi misma por eso, pero ese orgullo se va al recordar que es gracias a ser real, y que un desconocido me está jugando una broma.

—Sal de ahí.

Los arbustos se mueven y suspiro de alivio al ver una cara totalmente conocida.

—Ni tan desconocido que soy, ¿verdad, pequeña Megan?

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora