Capítulo 16

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Llegamos al centro comercial tan conocido, quedaba cerca, así que nos demoramos diez minutos.

—Vale, a correr porque tengo un hambre impresionante. ¡Vamos!

Dean y Kylan empiezan a correr. Pienso que no debo amargarme tanto y sonrío. Sigo caminando, hasta encontrar una mesa. Los muy idiotas siguen corriendo sin rumbo alguno.

Espero tranquilamente a que ellos me vean. Cuando lo hacen, se miran entre sí y sonríen aún más. Corren más rápido y Dean, llega más rápido, y se sienta a mi lado, luego me rodea con sus brazos.

—¿Qué quieren comer? —pregunta Kylan sin rastro de agitación.

—Lo que ésta bella dama quiera —responde Dean para seguido darme un beso en la cabeza. Abro los ojos como platos, tratando de ignorar eso.

—Vale, querido primo. Te estás pasando —advierte Kylan. ¿Qué pasa aquí?

—Está bien. Tranquilo, amigo —dice soltandome.

—Entonces... Megan, ¿qué quieres?

—Lo mismo que me diste la otra vez —digo más como pregunta y sonrío inocente.

—Vaya que amo tu sonrisa —dice yéndose al otro lugar.

—A alguien lo tienes loco —molesta Dean tocándome la cintura.

—Claro que no, idiota. Lo conozco desde hace poco tiempo, es imposible —digo seria.

¿Por qué me siento mal? Con Dorothea y sus dos seguidores puedo ser fría, seca y tratarlos como se me de la gana, y me siento mal si los trato bien. Ellos merecen ser tratados como lo que son.

Pero con gente como Dean y Kylan –aunque a Dean, prácticamente lo conocí hoy –se me es imposible. Por una extraña razón no puedo ser así con ellos.

Los conoceré bien, los conoceré a fondo y sabré por qué siento esto.

Un escalofrío me recorre en todo el cuerpo, el conocerlos a fondo, significa pasar mucho más tiempo con ellos. Y me da miedo, me da miedo el hecho de...

—Oye, Megan —canta Dean —andas pérdida. Seguro mi primo también te trae loca —canturrea y me sigue molestando.

—Cállate, Dean.

Medio sonrío para quitarle rudeza y sigo pensando, pero me interrumpo al sentir un olor a vainilla, una vainilla conocida.

—Dean, te...

—¡Ahora sí quieres que hable!

Lo miro y no puedo evitar reírme. Este chico tiene problemas.

—Amo tu risa, definitivamente —dicen dos voces al tiempo.

Miro a Kylan confundida.

¿Acaso no se cansa de decirme eso? No es por ser mala, de verdad me hace sentir calma por dentro, pero siempre lo hace.

—No, no me canso —me guiña el ojo y me da la limonada.

Asiento, sintiéndome tonta.

—Volviendo a lo otro. ¿No les huele a vainilla?

Ellos hacen como perro y luego niegan con la cabeza.

Joder, solo soy yo.

Ese olor. Joder, no me acuerdo de quién es, sé que he hablado con esa persona, con esa chica –claramente es una chica– pero no me acuerdo.

—¿Megan? ¡Megan! —se oye una voz chillona para luego sentir como unos brazos suaves me rodean el cuello.

Anna.

Mierda, es ella el olor a vainilla.

—Este... Hola.

Estoy nerviosa, no quiero que ellos se den cuenta que le salve la vida, pero que para ello tuve que acabar con otra.

—Oh, ¿ellos quienes son? —dice con voz suave y mira a Kylan, a la vez que yo lo hago. Tiene los ojos abiertos como platos.

Anna me suelta y empuja a Kylan, sentándose a su lado.

Toma de la bebida de Kylan y mueve el sorbete.

—Este... —dice incómodo Dean y se rasca la nuca.

—Oh, cariño. ¿No les has contado sobre mi? Que feo. Pero si ma...

—¡Anna! Ven, ¿que te parece de nuevo ir con tus amigas?

—Ellas me dejaron cuando Hug...

—¿Te dejaron? Oh, que pena, de verdad. —digo con voz fingida. Tengo que ser amable, tengo que ser amable.

—¿Te dejaron cuando abrazo? 1

—No, solo que Megan no me deja acabar. Verán, es que...

—Oye, ven. Te tengo que contar algo.

Anna asiente con ánimo y la llevo de la mano a un lugar no tan lejos, pero lo suficiente para que los dos chismosos –así es, los dos están tratando de disimular, pero se nota que quieren escuchar todo– no escuchen.

—Anna, no debes decirle a medio mundo que te salve la vida. El lugar a donde fuiste es secreto, ni siquiera tu sabes qué somos. Así que no hagas que me arrepienta de mi elección al dejar a...

—Sí, a la buena de Rebecca muerta y a la hija de perra como yo viva. Pero entiende, ¡no todos los días se vive que en tu fiesta de quince años te secuestren y una adolescente demasiado rara te salve la vida a pesar de ser una perra!

Entiendo su punto, eso no pasa ni en películas. O bueno, tal vez sí. No he visto una sola película en mi vida. De pequeña mi mamá decía que las películas de la actualidad solo dañaban a los niños, yo no sabía qué quería decir mi mamá con eso, simplemente, por el hecho de ser mi mamá, le hacía caso.

—Te entiendo, pero por favor. Y mucho menos le digas a con quienes estoy que te salve la vida, porque ellos no saben lo que soy.

Ella asiente aún sonriendo.

—Entiendo. Lo haré solo por ser tu.

Sabía que mi elección estaba bien. No esperaba que cambiara radicalmente de un momento a otro, pero sí esperaba pequeños cambios. Sé que si hubiera sido en otras circunstancias, ella le hubiera gritado no a medio mundo, sino a todo el mundo que le había salvado la vida.

Uf, creo que he dicho mucho que le he salvado la vida.

—Vale, muchas gracias. Espero entiendas. —no sabía qué hacer, si irme o darle un asqueroso abrazo. No me gustan los acercamientos, o puede ser que desde los ocho años no había tenido ese acercamiento con nadie. Solo el beso con Kylan, pero fue actuado y eso no cuento.

Ella me abraza y se cuelga de mi cuello. Abro los ojos como platos y no respondo a ese acto, solo mis brazos se quedan quietos. Intento controlar mi furia, pero es casi imposible. Justo cuando la voy a empujar, ella se retira y con una sonrisa enorme se despide corriendo.

Camino con mirada seria a donde estaba con los dos chicos, pero ellos ya no estaban.

—Lo que me faltaba. Genial —murmuro molesta para ir caminando a la salida.

1: Anna dice «me dejaron cuando Hug», por lo cual, Hug pasa a ser abrazo. Por eso, la pregunta de «¿Te dejaron cuando abrazo?»

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora