Capítulo 4

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Guardo el celular de Kylan en mi bolsillo y camino hacia el salón de clases que me toca ahora. Busco a Kylan con la mirada pero no lo vi por ninguna parte.

Voy a una tienda que había cerca,–ya que habían miles– y me compro una botella de agua.

  Entro a clase y pongo l mi maleta en la silla pensando que Kylan iba a venir, pero no lo hizo. Raramente me preocupo, y eso significa algo.

Mientras el profesor explica lo que sea que estuviera explicando decido dibujar un triángulo con dos muñecas cruzadas, con humo saliendo por detrás, y en el espacio entre las dos manos, hago un fuego en la parte inferior, mientras que en la parte de arriba hago un cielo.

Para guiarme tenía el celular mío. Ahí estaba la imagen perfecta.

—Señorita, Candle. —mire para arriba al escuchar mi apellido —¿Que está haciendo? ¿Por qué no lo comparte con toda la clase? —pregunta irónico el profesor mirándome con el ceño fruncido.

—No, gracias. Prefiero que solo se quede conmigo misma, gracias —le sonrío irónicamente y sigo en mi cuaderno.

—Vamos, rarita. Comparte lo que estabas haciendo. Debe ser más raro que tú, si es que es posible —dice un chico que estaba al lado del que ayer me pego accidentalmente y no paró de pedir disculpas. Su cara se me hizo conocida, desde el momento que lo vi, se me hizo conocida.

—Muéstralo, nena. Nadie te va a molestar. —comenta una chica pelirroja lanzándome una sonrisa queriendo decir todo lo contrario a lo que estaba diciendo.

—Compártelo, bebe. ¿Tienes miedo? —dice una chica al tiempo que un chico que estaba a su lado. Los dos eran rubios y de ojos azules.

Más comentarios surgieron en todo el enorme salón. Yo solo sigo dibujando cosas y el primero que hice lo guardo en un lugar seguro para mí. Era la primera vez que lo hacía y que no me sentía mal al hacerlo. De cierta forma, me hizo sentir de nuevo real.

Veo la cara del profesor lleno de arrepentimiento y rabia. Les regaña y todos ellos se callaron al instante. El profesor sigue con su clase con más atención hacia los demás.

Se pasa el tiempo demasiado lento, al menos para mí. Me siento vacía, de algún modo siento que me faltaba algo.

Ignorando eso, me voy caminando lento hasta mi próximo salón y me viy a mi mesa. Ya cuando iba a tirar mi maleta al piso oigo un grito desde la puerta

—¡Se cancelan estas clases hasta la salida! ¡Entrenamiento de porristas y de futbol americano! ¡Rápido, salgan! —grita un chico con ojos verdes y cabello castaño claro.

Ruedo los ojos y  me voy a las gradas, donde jugarían y entrenarían todos. Yo me siento en una de las últimas gradas, y como ya se ha de esperar, escucho música.

Volteo a la derecha y veo que alguien  me habla, sin embargo, yo no escucho qué dice, debido a la música a un volumen lo suficientemente alto. Me quite el audífono derecho y le dije:

—¿Que?

Lo siguiente que veo es que el chico que estaba hablando conmigo se empieza a reír, mirando más arriba que yo. No estaba hablando conmigo, estaba hablando con sus amigos.

Claro, nadie me hablaría ni por más loco que estuviera esa persona. Solo Kylan, pero él es real, y tiene sentido.

Miro para arriba, que es donde el chico se está riendo; está acompañado de varias chicas, las cuales me están señalando mientras se tapaban la boca y lanzaban unas risas chillonas.

Los ignoro y pongo mi audífono derecho en su lugar.

Veo un lugar lejano, pero a la vez cercano, no me interesa realmente si eso llegó a tener sentido, yo solo intento ver mejor. Cierro los ojos con más fuerza, ya que es una visión.

Huele a quemado. Era fuego, haciendo presencia en doce minutos.

En doce minutos estaremos en pánico, intentando escapar del fuego que se creó misteriosamente.

Vaya tontería, ¿no? Pero es en serio, mis visiones nunca fallan.

Once minutos. Tengo que hacer que todos se vayan.

Me paro disimulando mi alarmada mirada cogiendo todas mis cosas y fui hacia donde un profesor.

—Salgan ya de acá. —digo firme.

El profesor me miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué? —dice resoplando como si estuviera jugando una broma.

—Váyanse ya —le digo apretando los dientes.

El profesor se empieza a reír.

—Te digo que ya no estás en la primaria, nena. Este es el instituto, y no vamos a jugar tontos juegos contigo, y menos yo.

¿Qué clase de profesor es este?

—Como quiera, su decisión. —me encojo de hombros y salgo del campo de juego. Si no me hacen caso, es su problema.

Me voy a mi casa, ya que, a veces, luego de una visión, me canso bastante.

Al llegar cierro los ojos con fuerza apoyándome en la puerta.

Cinco minutos y el incendio empieza.

Saci una manzana y me la voy comiendo.

Cuatro minutos. No puedo esperar.

Pongo música sin audífonos y al máximo volumen.

Me dio ganas de un helado, así que salgo, pero me llevo una gran sorpresa. Kylan, sentando en una banca, con dos helados en la mano. Simplemente lo ignoro y sigo caminando hacia donde venden eso. Y vaya  otra sorpresa la que me lleve, y esta no era buena, nada buena.

Aunque, bueno. La de Kylan tampoco es buena, o bueno, sí. Mejor dicho, esta sorpresa es horrible.

El incendio había empezado, estaba a menos de diez metros de cerca al fuego. Y estoy fuera del instituto, donde se supone que pasaría el incendio.

Kylan esta atrás mío.

Y el incendio esta aquí, al frente mío.

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora