Capítulo 40

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Camino hasta donde me dijo Dorothea. Rayos, eso sí que estaba lejos.

Visualizo a Kylan, sentado en una banca, él se levanta al verme, esforzándose, como si estuviera atado, o como si hubiera sido atado, pero aún tiene la sensación de lo que sea con lo que ataron. ¿Me hago entender?

Corro hacia él, en este momento me importa en absoluto el dolor que siento en mis piernas, lo ignoro por un momento, lo único que quiero es estar con él. Una vez a su lado, simplemente lo abrazo.

—¿Qué te pasó? —susurro en su oído.

—Estoy bien. Tranquila. —dice mientras me acaricia el cabello. Eso me llena de tranquilidad y de felicidad.

—¿Por qué tu tía me mando a venir acá?

Kylan me empuja, sin delicadeza alguna, pero sin llegar a lastimarme.

Veo su cara y simplemente olvido todo, literalmente, mi mente está en blanco. Él palideció por completo, no tenía ni un solo rastro de color y sus ojos no reflejaban nada.

—Mi... Tía... Tu... Yo... —balbucea Kylan, no le entiendo nada.

La preocupación me empieza a invadir y eso lo demuestra mi rostro. Su postura, su mirada, todo en él ahora mismo parece vulnerable.

—¿Qué? ¿Qué pasa, Kylan? —le pregunto nerviosa. Él solo dirige la mirada a un lugar.

Sé lo que está haciendo, le ha pasado múltiples de veces, no puede hablar, su lenguaje ahora es la mirada. Así que dirijo una mirada al lugar donde él ve, mis ojos se abren de par en par y me quedo paralizada.

Mierda.

—¿Kylan? ¿Para que es eso?

Él solo me mira. Sigue sin color. Yo me acerco a él de nuevo, pero él retrocede.

—Kylan...

—¿Para que crees que sirven las armas, Megan? —susurra, y me estremezco, está volviendo a su color, pero el simple hecho de responder a su pregunta en mi mente me estremece.

Ahora era yo la que estaba pálida. No me tenía que ver a mi misma para asegurarme de eso.

—Megan... —dice más fuerte, ya regresó.

Pero yo me fui.

—No digas nada. —susurro apretando los labios, y una lágrima baja por mi mejilla. Abro los ojos, y veo que Kylan estaba acercándose, así que rápidamente limpio la lágrima de mi mejilla, y él se detiene.

—¿Por qué me haces esto?

—¿Hacerte qué? No te estoy haciendo nada, tu maldita tía es la que nos hace esto.

—Megan...

—¡Deja de decir un simple Megan! —grito alterada.

—Megan... Sé que... —lo fulmino con la mirada y él se corrige.

—Cariño... Sé que estás mal, sé que estas asimilando todo lo que tenemos que hacer, pero tienes que saber, que si no es uno, seremos los dos. Y prefiero ser yo, que tu.

—¿Y crees que yo quiero dispararte y ver como mueres al frente mío a causa mía? ¿crees que será sencillo? Te amo, Kylan. No sabía qué era vivir hasta que salí de ahí, y te conocí. Gracias a ti pude vivir, ¿y ahora esperas que regrese a ese infierno de lugar sin ti? Este es mi último día, no quiero matarte.

—Yo tampoco quiero matarte, pero como te dije. Si no es uno, seremos los dos. Y tu... No volverás si me matas, quedarás libre.

Así que a eso se refería a la nota importante.

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora