Capítulo 26

407 32 1
                                    

Han pasado tan solo tres días desde que llegamos aquí, y ya siento que muero.

Kylan y yo estamos unidos, tanto que me siento mal. Simplemente tengo ese presentimiento de que algo malo pasará.

Cabe destacar que Kylan ha estado bastando cariñoso conmigo. Vamos a una piscina que hay al lado juntos y de vez en cuando él se encuentra con compañeros y yo me quedo callada. De suerte me he abierto con él.

Sumida en mis pensamientos, una llamada me saca de ellos y veo el número. Es Dean.

—¿Diga?

—Megan. Menos mal haz contestado. Verás, no tengo mucho tiempo. Estoy en el aeropuerto y...

—Alto. ¿Aeropuerto?

—Cuando me fui el último día que nos vimos, me fui a ver a mis papás, junto a mi hermano —sabía que no quería decir la palabra «cementerio» —Queda en el otro lado del país. Me quedé en un hotel y ahora es tiempo de regresar. Es hora de ir al instituto. Pero te veré allá, ¿no?

Me quedo en silencio analizando y una risa sale de mi boca sin darme cuenta. Una risa nerviosa.

—¿Te das cuenta que nos vale una mierda el instituto? Nunca vamos, no préstamos atención en clase y nunca hacemos nada —digo burlona.

—Tienes razón.

—Eh, Dean, no voy a ir.

—¿Qué? ¿Como así? —dice confundido.

—No voy a ir... Al instituto. No puedo. Estoy con Kylan.

—¿Ya lo hizo? Vaya. —murmura pero alcanzo a oír —Entonces tengo tiempo de seguir en donde estaba antes. Está bien. Querida Megan, nos vemos en un mes.

Cuelga sin dejarme tiempo de responder, sin dejarme tiempo de reaccionar.

¿Qué ha sido eso?

Siento unos brazos rodear mi cintura y como el peso de algo viene a mi hombro derecho. Volteo a ver y es Kylan sonriendo.

—¿Con quién hablabas?

—Con Dean —digo con dureza y me separo de él —¿Qué tienes planeado?

Sus labios pasan de estar sonrientes a estar en una fina línea recta.

—¿Por qué dices eso? ¿Crees que estoy jugando a algo? ¿Crees que esto es una película de adolescentes donde estoy jugando con la chica?

Una parte de vergüenza se apodera de mi, pero la mayoría sigue indiferente y llena de interés.

—No, nunca dije eso, Kylan Wright. Pero dime qué rayos estás tramando, dime por qué me trajiste acá.

Kylan sonríe de lado y dice algo que no me espero:

—Sigues diciendo mucho la palabra «rayos». ¿Te das cuenta?

Sin poder contenerme, una carcajada sale de mi, y mientras río siento su brazo sobre mis hombros.

—Déjate sorprender, Candle. Han pasado tan solo tres días, y ya quieres saber qué pasará. Estate atenta a las indirectas y te harás una idea, aunque lo descubrirás al final del mes —dice y me guiña un ojo, para guiarme a la casa.

Entramos a la casa, y Kylan de inmediato me suelta, para luego agarrar mi mano y arrastrarme a la cama. Los dos nos tiramos y reímos.

Nos quedamos en silencio un buen rato, pero en el silencio acogedor.

—Perdón mi reacción. Es solo que... Quiero que todo salga perfecto. Que todo sea perfecto.

—No pasa nada —le respondo —puede que no sepa qué es lo que pasará, pero sé que será algo bueno.

—Oye, Meg. ¿Quieres volver a disparar? Acá cerca también hay un centro para hacerlo. Además, puedes golpear y aprender a boxear.

—Me parece excelente.

Nos subimos a la moto y llegamos diez minutos después. Hay variedad de tiendas y todas son muy buenas.

Luego de que Kylan me haya enseñado un poco más a cómo disparar, y a perfeccionar todo, decidimos ir a boxear.

—Bien, Megan. Ten mucho cuidado —dice y se quita la camiseta —puedes salir lastimada. ¿Tienes ropa de gimnasio?

Me miro de abajo para arriba, voy vestida con unos shorts y una camiseta de tiras negras.

—Sí, con eso está bien —dice Kylan —pero te recoges el cabello.

Intento hacerlo, pero no puedo. Tal vez mis manos estén demasiado temblorosas para hacerlo, o simplemente no pueda con una razón desconocida. Kylan se ríe y se acerca.

Agarra todo mi cabello con sus grandes manos y empieza a peinarme. Siento un cosquilleo en el cuello, pero se siente bien. Luego, el pide una goma para el cabello y termina de hacerlo.

—Quedaste perfecta. Ahora sí, que comience la pelea.

Nos ponemos frente a un saco de boxeo y él me empieza a explicarme como golpear, la forma en la que tiene que ir la muñeca y el puño. Luego, me enseña las patadas. Me enseña la posición inicial y como partir de ahí.

—Bien, creo que ya puedes usarme se saco de boxeo.

Una risa sale de mi, pero él se queda totalmente serio.

—Oh, no estarás hablando en serio.

—¿Me ves riendo? Vamos, pegame.

—No sabes lo mal que se oyó eso —doy una pequeña carcajada y me pongo frente a él. Comienzo con el intento de darle un puño, pero él me agarra la muñeca y me atrae hacia él.

El nerviosismo me ataca y siento como mis piernas tiemblan. Mierda, ¿qué me está pasando?

—No sabes lo sexy que te vez así —dice en un susurro y muerde su labio inferior.

Paso de estar nerviosa, a estar incómoda. Por lo tanto, me remuevo entre sus brazos.

—Mierda, no hagas eso. Ya te suelto.

Me suelta y se da la vuelta de inmediato.

—Voy a pagar, tú quédate aquí —dice con voz ronca para luego irse.

Real (Wattys 2017) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora