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#MiércolesDeIO 

#LoPrometidoEsDeuda



DULCE O TRUCO; LA ELECCIÓN ES TUYA
PARTE 3


Suelto la mano de Raziel. De frente a mi acompañante, bajo su capucha y coloco mis manos detrás de su cuello. Recuerdo aquella vez en la azotea, nuestra cercanía, su calor corporal... ¿Qué estoy haciendo?

Cierto, estoy aquí para probar.

Bajo mis manos, arrepentida de haber llegado a este punto.

—¿Y ahora qué? —pregunta flexionando su cuerpo para acercarse más y lo pueda oír.

—Es la primera vez que bailo con hombre —confieso y me arrepiento enseguida. A veces soy demasiado sincera para mi propio pesar, razón por la que ahora Raziel porta una sonrisa que se ilumina con malicia bajo las luces.

—Siempre hay una primera vez.

—Sí, pero tú...

«Tienes novia», quiero decirle. Como soy un libro abierto y de páginas transparentes para él, deduce el final de mi oración con facilidad.

—No pongas más excusas, esto no es un delito. —Da un paso y su pecho por poco toca el mío—. Vamos a bailar de una buena vez.

Con cierto temor vuelvo a rodear su cuello. Al hacerlo, deposita sus manos en mi cintura. El calor de sus manos se expande hacia mi piel a través del vestido. La proximidad es peligrosa, sobre todo cuando, al atreverme a mirar sus ojos lo descubro poseídos por un brillo cautivador. Sus dedos meten presión, delicados, y su mano demanda una reacción.

—Tienes que moverte así... —guía mis caderas de derecha a izquierda— al ritmo lento de la música. Húndete en su melodía, en la voz, en lo que busca provocar.

Sería más fácil concentrarme en la música si él no estuviera apegado a mí, moviéndose con la música mientras sus manos adormecen mi cintura. Pero soy un despojo de mis inseguridades e inexperiencias; un polluelo miedoso a desprender alas; presa de la moralidad. Si tan solo por un momento pudiera dejar de lado la voz que me dice «Él está observando lo que haces», sería todo tan simple.

—Cierra los ojos —susurra Raziel. Su voz es demandante, varonil, profunda—. No pienses en nada, solo en la música y tu cuerpo.

Obedezco; cierro los ojos y me concentro en la canción que suena. Tiene un ritmo marcado, perfecto para que quede grabada en mi cabeza. Es lenta, se toma su tiempo, es fácil seguirla. Muevo mi cadera a un lado, luego al otro, acompañando el movimientos con mis hombros, haciendo círculos invisibles. Mi cabeza busca un equilibrio, ladeándose como mejor se amolde al meneo de mi cuerpo. Con calma, a mi tiempo, sin interrupciones, sin acomplejarme del qué dirán.

Al abrir los ojos, regreso los pies a la tierra. Raziel sigue tan cerca de mí bailando también que el corazón me empieza a latir con fuerza. Es difícil no esquivar su mirada cuando esta sopesa tan intrigante sobre mí. bajo la vista a sus labios oscurecidos por el maquillaje. La línea recta y sus comisuras hundidas. Si él no tuviera novia, ¿qué sería de nosotros justo ahora?

—No es tan complicado —afirmo para evitar pensar en estupideces.

Desliza una mano por mi espalda y me apega a su cuerpo. Quedo tan impactada que por poco olvido seguir la música.

—Exacto —dice y sonríe para acercarse aún más—. No lo haces nada mal.

Su aliento roza mi mejilla y sus movimientos otras partes de mi cuerpo. Trago saliva y me obligo a responder rápido:

INTENCIONES OCULTAS  EAM#2 | PRONTO EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora