INTENCIONES OCULTAS EAM#2 | PRONTO EN LIBRERÍAS

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ERES UNA SWAIN

La cara de estupefacción de Seth debería ser un monumento. No cabe dudas que mi repentina aparición en la sala de su enorme mansión es un hecho inesperado, sobre todo después de haber pasado de él en Navidad.

Eso o es que traigo una cara terrible que lo ha dejado descolocado, lo que no sería demasiado alocado teniendo en cuenta que llevo tres días sin poder dormir.

—¿Qué haces aquí?

Se pasea cautelosamente por mi alrededor buscando tener un mejor enfoque de mi rostro. A juzgar por cómo actúa, debe estar especulando dentro de su cabeza los motivos de mi repentina aparición.

—Hay un par de cosas que necesito tratar contigo —soy directa— ¿Tienes tiempo?

Se mete las manos a los bolsillos y sonríe con amplitud, enseñando ese colmillo sobresaliente que le da un aspecto lobuno. Encima de su cabeza puedo imaginarme una ampolleta que se enciende, seguro porque ya está oliendo mis intenciones.

—Tengo una eternidad para ti —ronronea, poniéndose de buen humor.

—No fastidies con eso —digo, ni siquiera teniendo tiempo para enojarme o regresarle su ya acostumbrado jugueteo.

—¿Debería asustarme?

—Sí. Mucho.

La sonrisa se le desaparece por completo.

—¿Dónde quieres hablar?

Solo hay un lugar seguro que se me viene a la mente.

—Tú sabes dónde.

Va en busca de las llaves de su auto y nos marchamos hacia la casa de verano de sus padres. Ahí dentro, sacudimos el polvo de los muebles y Seth enciende la chimenea para no morir de frío. No hay lluvia, pero las temperaturas son lo suficientemente bajas como para congelarnos. En un par de minutos, los sofás quedan descubiertos y las valiosas obras de Danti Vannan encerradas en la habitación principal. Luego de atizar el fuego, Seth se sienta en uno de los sillones y yo en el sofá, frente a él, con la mesa de centro separándonos.

Es momento de hablar.

—Acepto —digo sin más tras expulsar el aire de mis pulmones de sopetón—. Voy a fingir ser Agnes. —Sus ojos se vuelven brillantes y una sonrisa muy sutil se dibuja en sus labios—. Pero con algunas condiciones.

Seth se toma un respiro y cierra los ojos frunciendo el ceño.

—Te escucho.

—Ya sé lo que querías decirme de Raziel. Lo vi con mis propios ojos. Supongo que resultó mejor que me lo dijeras tú, así veo la clase de persona que es —intento ser fría al hablar, pues es algo que todavía me choca y me duele—. Quiero saber qué sabes de él. Quiero saberlo todo.

Seth frunce el ceño.

—Si lo sabes, ¿para qué quieres que hable?

—Quiero contrastar información —respondo, subiendo los pies sobre la mesa de centro y cruzando las piernas—. He llegado a un punto de mi vida donde no confío en nadie, quiero asegurarme de que todo lo que ahora sé es cierto. Así que dime —bajo las piernas y me inclino sobre la mesa para tener una visión más cercana de Seth— ¿qué sabes de él?

Se acerca a la mesa mostrando una faceta más intrigante. Su cabello suelto cae sobre sus hombros y con un soplo hacia arriba mueve un mechón al costado.