¿Hasta cuándo vas a seguir en mi cabeza?

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Mi corazón parece acelerarse cuando estaciono mi camioneta en uno de los lugares disponibles del centro comercial, quedándonos unos segundos en la oscuridad de ese lugar antes de que ambos saliéramos, tomando mi abrigo del asiento trasero y colocá...

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Mi corazón parece acelerarse cuando estaciono mi camioneta en uno de los lugares disponibles del centro comercial, quedándonos unos segundos en la oscuridad de ese lugar antes de que ambos saliéramos, tomando mi abrigo del asiento trasero y colocándomelo a la par de Shank, quien también se estaba colocando su chaqueta de cuero.

La miro esperarme cuando me quedo unos pasos detrás de ella, viéndola extenderme su mano para que yo la tomara y camináramos a la par, entrando al elevador cuando las puertas se abrieron después de que yo presionara el botón. Shank tararea la canción que suena adentro, sintiendo mi estómago revolverse cuando veo cómo subimos lenta y tortuosamente hasta donde estaban todas las personas.

Salimos cuando llegamos al primer piso, aquel en donde había locales de comida, algunos de accesorios para las mujeres, florerías y recuerdos para regalar a tus seres queridos. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando veo a Shank sonreír y mirarse impresionada cuando finalmente está en el centro comercial que pertenecía a mi familia.

—¡Es impresionante! —reconoció—. No puedo creer que ahora vayas a ser el jefe de aquí.

—Sí, bueno, Aster necesita que alguien lo cuide mientras está de luna de miel —expliqué, caminado hasta llevarla a un local en donde vendían brazaletes, collares, sombreros y aretes para mujeres—. Necesito ir a hablar con mi hermano un momento, ¿te molestaría esperarme aquí unos minutos?

—Claro que no, te esperaré aquí —Saqué de uno de los bolsillos de mi pantalón mi cartera, extendiéndole mi tarjeta de crédito—. Sabes muy bien que no la necesito —dijo con una sonrisa en el rostro—. Yo tengo mi propio dinero, gracias.

Sonrío al verla entrar a ese lugar, dándome la vuelta e ir hasta los elevadores, presionando el botón que me llevara al último piso, aquel en donde estaba Aster, entro cuando este finalmente llega, escuchando la música que suena dentro, captando mi atención cuando las puertas se abrieron, dejándome ver como Calhoun estaba sentada en su silla mientras leía una revista, sin prestarme atención.

—Veo que trabajas mucho —bromeé, acercándome hasta el mostrador—. Eres de admirar.

—¡No, por favor! —se quejó, haciendo su cabeza hacia atrás—. Estaba todo tan tranquilo ahora que no estabas. ¿Por qué la vida me castiga así?

—Muy graciosa.

Se levanta de su silla para acercarse a abrazarme, separándose tan rápido que no me dio tiempo de corresponder su abrazo, sintiendo su mano caer con fuerza contra mi hombro. Me sonríe mientras me mueve de adelante hacia atrás como si fuera un títere.

—Veo que estás más alto —ha dicho, haciendo que ponga mis ojos en blanco al ser ella la cuarta persona que me decía eso—. Creía que te quedarías bajito y con cuerpo de perro.

—¡Vaya! Tus recibimientos siempre son los mejores.

—Niña —dijo, regresando a su silla, volviendo a leer su revista—. Aster, está en la oficina, te espera desde las ocho de la mañana.

Querido Jack:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora