Tú ya eres parte de su pasado

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Siempre imaginé que al ser jefe de algún lugar sería el hombre más feliz del mundo

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Siempre imaginé que al ser jefe de algún lugar sería el hombre más feliz del mundo. Entonces... ¿Por qué me siento tan infeliz e incompleto? Es como si me faltara algo para poder ser feliz, y ese algo tenía nombre y apellido: Elsa Arendelle Fredricksen.

Salgo del elevador cuando las puertas se abren, hoy había sido mi primer día como el jefe del restaurante, se supone que debería ser feliz al estar a cargo de ese lugar, de agradecerle a mi padre por haberme dado esta oportunidad y sonreír por haber hecho bien mi trabajo. Pero no lo estaba, no podía estar feliz después de saber que la mujer que amaba no me ama a mí, me sentía como si hubiera perdido todo, como si en un abrir y cerrar de ojos, Elsa se hubiera llevado todo de mí, dejándome solo y con la sensación de vacío.

Me detengo cuando noto a la chica que está sentada en el pasillo. Mirándola decaída al estar sentada frente a la puerta de su casa, su cabeza está agachada, usando su cabello como cortina al querer cubrir su expresión, sus delgadas manos tiemblan al tenerlas sobre su regazo, notando que estaba descalza como si no le importara el frío.

Su cuerpo viste un pantalón deportivo negro, una holgada blusa del mismo color de manga corta, dejándome ver las marcas de dedos sobre su piel, mirando como tenía un moretón tan grande que abarcaba de su codo hasta su muñeca. Me quedé sorprendido cuando la vi rascar una de sus manos a tal grado que estaba comenzando a sangrar por culpa de sus uñas, mirando su piel roja y sangrar con cada rascada que se daba, cada vez con más dureza.

—¿Estás bien?

Ella dejó de rascar su mano para verme, dejándome sorprendido cuando noté que su nariz sangraba y que su ojo estaba peor que el día anterior, ahora no podía tan siquiera abrirlo, mirando que incluso en la comisura de su labio había sangre seca. La miré con algo de sorpresa al recordarme una vez más a Elsa, aquella foto que vi de ella golpeada, sintiendo enojo al verla una vez más golpeada.

No controlo mi cuerpo cuando me coloqué en cuclillas frente a ella, notando que se trataba de alejar, pero era imposible al ya estar contra la pared, analicé mejor su rostro. Notando como tenía marcados los dedos de alguien sobre su mejilla, sus fosas nasales aún derramaban poca sangre; saqué del bolsillo de mi saco un pañuelo, acercándolo lentamente hasta ella, limpiando con delicadeza su nariz.

Aquella chica con el nombre de Shank, se quiebra frente a mí, comenzando a llorar al tal vez recordar a la persona que la había golpeado. No le digo nada y termino de limpiar su nariz para luego seguir con su mano, limpiando esa sangre que salió por haberse rascado de forma tan ruda, sintiendo como mi enojo crecía con cada gota de sangre que estaba limpiando.

—¿Quién te golpea?

Shank se quedó callada, agachando su cabeza y negar con esta al no querer decirme nada. La veo sobresaltarse cuando la puerta se abre detrás de ella, mirándola incorporarse de un movimiento y alejarse lo más posible de mí, dejándome en cuclillas frente a ese hombre que había salido de la nada.

Querido Jack:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora