El sábado siguiente, en cuanto me instalo en mi puesto de trabajo, Jordyn
se acerca con parsimonia y tira un libro al mostrador, delante de mí.
O no ser: una colección de notas de suicidio, firmado por Marc
Etkind.
—Pues... gracias —digo.
—Te lo traje por... No todas son perlas de sabiduría. En parte es
fascinante —desplaza los pies sin moverse del sitio como hace cuando
está nerviosa—. Olvídalo. Fue un error.
Alarga la mano para rescatar el libro, pero yo lo retengo.
Ambos sostenemos el volumen y también la mirada, con intensidad.
Puede que esté esperando a que la bese, pero si me equivoco... O tal vez
sólo pretenda leerme el pensamiento, averiguar hasta qué punto me he
ofendido porque me haya traído un libro sobre notas de suicidio.
¡Me regaló un libro sobre notas de suicidio!
Una pequeña sonrisa
asoma a mis labios. Me pregunto si el doctor Dave se refería a esto
cuando hablaba de sentimientos. Porque me encanta que me haya
comprado esa clase de libro. ¿En qué cabeza cabe que algo así sea un
detalle? Y sin embargo lo es.
Y ella es tan guapa... Tiene los ojos
rasgados, café oscuro con motas doradas, y una melena negra, abundante
y lustrosa, que se le derrama por los hombros justo hasta el nacimiento
del pecho. Y ese labio superior tan generoso... El tipo de labio que te
apetece mordisquear.
No sabría decir cuánto rato llevo sujetando el libro. He perdido por
completo la noción del tiempo. Acaricio la portada con el dedo hasta
encontrar el suyo. Si no lo aparta ni suelta el volumen, lo interpretaré
como una señal.
No desplaza el dedo, salvo para acariciar el mío. Mi respiración se
acelera. Ese contacto mínimo ha bastado para que me chisporrotee todo el
cuerpo. Tiro del libro para atraerla hacia mí y desplazo la vista de sus ojos
a sus labios y luego hacia arriba otra vez.
Ella se humedece el labio
inferior. Yo me inclino hacia delante. Me siento como si me hubiera
tragado un huracán.
Observo sus labios hasta que estoy tan cerca como para sentir su
aliento contra mi rostro. Cierro los ojos, deseoso de memorizar hasta la
última sensación. Nuestras narices se rozan y mi corazón se desboca.
Oigo
abrirse sus labios y noto cómo alza el rostro para aproximarse.
Y entonces suena el teléfono. Nos apartamos de un salto, como dos
niños a los que hubieran pescado jugando a los médicos. Y sucedió en el
ESTÁS LEYENDO
Después De Ti
Teen FictionEN PROCESO, LENTOOO La vida de Tyler parece perfecta: es popular, se le dan bien los deportes, tiene amigos, una novia increíble... Pero el día que encuentra a su madre muerta en la bañera, sin ninguna explicación a su suicidio, Tyler se hunde: pier...