VEINTE

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—Pensé que habías dicho que no te ibas a apuntar al Club de la Pelea.

 El doctor Dave observa los hematomas que aparecieron en mi pieldesde la última vez que me vio. 

—Ésta no la empecé yo, doctor. Brett, supongo que quiso desquitarsede la paliza que le pegué, me atacó por sorpresa el lunes. Yo me limité adefenderme. Si hubiera reaccionado como me habría gustado, él tendría lacara hecha polvo y yo el mismo aspecto que la semana pasada.Cuando un gesto de reproche asoma a sus rasgos, concluyo que se hatragado el cuento de cabo a rabo

.—Pero gracias a ese tarado hice una amiga. Cuando Jordyn vio esto—me señalo la cara— empezamos a intimar y eso. 

Le cuento que volvemos a compartir coche, que me despidieron deltrabajillo de la caca de perro y que Jordyn me cedió sus días de trabajoentre semana. Y que nos fuimos de pinta. 

—¿Así que ahora Jordyn y tú son amigos?El doctor Dave se ha olvidado de su libreta. Y de su reproche. Nisiquiera me regaña por haber faltado a clases. 

—Qué raro, ¿verdad? Pensaba que me odiaría todavía más, si cabe,por haberme portado como un futbolista neandertal y haberme vuelto apelear, y ella va y se escapa de la escuela conmigo para cuidar de mí. 

—¿Lo relacionas con algo? 

—Sí. O sea, éramos amigos hasta que sus padres se divorciaron y sumadre y ella se mudaron. Al principio intentamos mantener el contactopero, bueno, ya sabe cómo son esas cosas. 

—Bueno, me parece bien que tengas alguien con quién hablar, perono lo estropees intentando acostarte con ella. 

—¿Habla en serio? ¿Por quién me toma?Rebusca por la libreta. 

—¿Quieres que te enseñe mis notas?Levanto las manos con un gesto de rendición. 

—Ya lo sé, pero, francamente, es demasiado gótica para mi gusto. Megustan las chicas que no sienten la necesidad de esconderse bajo capas ycapas de maquillaje. Y lo más curioso es que no está nada mal sin toda esaporquería. A lo mejor debería sugerirle que viniera a hablar con usted.

 —¿No te parece interesante que te moleste que la gente se esconda ysin embargo tú te ocultes constantemente detrás de tus excusas? 

—Ya.Tremenda balconeada.  

—Va, pues dejémonos de libretas. Supongo que no habrás hecho lastareas que te puse.—La verdad es que no. 

—Bueno, ¿podrías intentar escribir un poco esta semana? No hacefalta que sea cada día. Pongamos... ¿un par de veces? 

Lo intentaré —pero no creo que lo haga.A la semana siguiente, la gente de la escuela dejó de mirarmedescaradamente. El hematoma que rodea el ojo ha alcanzado esa faseintermedia que va del morado al verde pasando por el gore y yo lo luzcocon orgullo. 

Tengo el labio casi curado. Los cortes del superior handesaparecido y el inferior aún conserva costra pero ya no tan asquerosacomo antes. Las costillas, en cambio, me duelen horrores.Jordyn y yo hemos adoptado la costumbre de salir a comer a diario.

 Hoy comimos una hamburguesa en Wendy's, que es muy baratito, porqueyo insistí en invitar y ella entiende mi situación financiera.

 —¿Te acuerdas de que nuestras mamás se citaban aquí, o sea, cadadía? Apenas he empezado a superar la manía que le cogí a este sitio —comenta Jordyn mientras llevamos las bandejas a la única mesa libre quehay en todo el local. 

—¿Nunca te preguntaste por qué perdieron el contacto? Pensaba queeran íntimas, pero puede que fuera porque mi mamá nunca tuvo muchasamigas. 

—Sí me lo he preguntado. Yo creo que fue porque, cuando mi mamáconoció a Henry, toda su vida empezó a girar en torno a él. Fue como si lefaltara una parte de sí misma y la hubiera encontrado en Henry. Nunca lahe visto tan feliz. Sinceramente, no sabía que fuera tan desgraciada con mipadre. Lo disimulaba muy bien.  

—¿De veras? Yo tampoco tenía ni idea de que mi mamá estuviera tandeprimida. O sea, tenía episodios depresivos de vez en cuando, pero nuncame parecieron graves, ¿sabes? Sólo parecía más triste que de costumbre.Nunca dejó de comer ni se quedó todo el día en la cama ni tuvo ningunode esos síntomas que muestran en las telenovelas.

 Ojalá me lo hubieracontado todo. Ojalá hubiera sabido, no sé, lo mal que lo estaba pasando.Sigo sin tener ni idea de por qué hizo lo que hizo. 

O sea, sé que fue porculpa de mi padre pero, en ese caso, ¿por qué no lo dejó y en paz? ¿Y porqué ahora? ¿Por qué no esperó a que yo hubiera empezado la universidad?

 ¿Dio por supuesto que el futuro me sonreía y que las cosas me irían bien alo largo de este año, aunque ella no estuviera? ¿Y por qué me dejó con esecabrón? ¿Pensó que su gesto le haría recapacitar y dejaría la bebida? ¿Quese pondría las pilas y se convertiría en un ser humano como Dios manda?¿Cómo pudo pensar algo así?

 Es un puto monstruo. Siempre lo ha sido. Yes obvio que mi mamá lo sabía, porque en caso contrario no habría hecholo que hizo. Carajo, si al menos hubiera dejado una maldita nota o algoexplicando...

 —Espera, espera. ¿No dejó una nota?

 —No.Me trago un mordisco de sándwich de pollo sin saborearlo siquiera. 

 —¿Nada?Sacudo la cabeza diciendo que no. 

—Eso sí que es una trastada.

 —¿Verdad? —tomo un trago de coca-cola—. 

 A veces me pregunto simi padre la mató y simuló un suicidio, pero él estaba demasiado lejoscomo para...Jordyn ya no come.

 —¿Por qué estás tan seguro? Podría...  

—Lo sé porque mi mamá aún estaba caliente cuando la encontré.Ahora yo también dejé de comer.

 —Mierda. Tyler...  

—Y ahora hay cuatro personas en todo el planeta que lo saben.

 —No diré ni una palabra. Sabes que no.Y lo sé. 

—¿Crees que si nuestras mamás hubieran mantenido el contactonosotros nos habríamos seguido viendo también? —le pregunto.

 —El otro día estaba pensando en eso. Y sí. Pero no sé si habríamossido amigos.  

Tú te estabas volviendo cada vez más cool y era evidente queyo nunca sería una chica popular. 

—Pero ahora somos amigos.  

—Ya, bueno, siento ser yo quien te dé la noticia, pero... tú ya no erescool.Hunde una papa frita en mi frappe de chocolate y se la mete en laboca. 

—¡Ey! —le lanzo una papa.Ella me tira una también, pero la atrapo al vuelo.

 —¿Y eso? ¿Todavía lo haces? 

—¿Remojar las papas fritas? ¡Pues claro! Me equivoqué al dudar detu palabra. Están deliciosas —dice, y hunde otra papa. 

—¿Y por qué no te pediste tu propio frappe de chocolate?Remojo la que acabo de atrapar y me la como. 

—Porque sabía que lo pedirías tú. 

Si hace dos semanas me hubieran preguntado si me gustaría salir atomar algo con Jordyn Smith, les habría dicho que alucinaban. Y ahoratengo la sensación de que nunca hemos dejado de ser amigos.

 Qué rara esla vida.

Después De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora