VEINTISEIS

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La sesión del sábado con el doctor Dave fue una pérdida de tiempo. Ni

siquiera reaccionó cuando le dije que estoy llevando a cabo su aburrida

tarea. A decir verdad, yo también me callé que, tal como él me advirtió, la

cagué con Jordyn, así que estamos empatados. Me pasé casi toda la hora

hurgándome el zapato.

Y ahora estoy estacionado delante del estudio.

No quiero que Jordyn se dé cuenta de lo disgustado que estoy. Y

tampoco deseo que se sienta incómoda. Y espero que Kelly no le haya

contado lo que pasó antes de que me largara de allí a toda prisa porque...

Ay, Dios, ¿y si Jordyn lo presenció?

Debería buscarme otro trabajo.

Unos golpecitos me arrancan de mis pensamientos. Es Jordyn. Me

saluda y sonríe al otro lado de la ventanilla como si nada hubiera pasado.

Así que, ¿ésta va a ser su estrategia?

Finge de maravilla durante todo el día. Empiezo a preguntarme si me

lo habré imaginado todo. Incluso liga con un chico delante de mí. A lo

mejor yo debería relacionarme únicamente con chicas como Ali. Por lo

menos no estaría experimentando todos estos... sentimientos.

Cuando llega Henry y no me comenta nada acerca del incómodo

desayuno que compartí con Kelly, empiezo a dar por supuesto que la

mujer no les contó nada a ninguno de los dos. De algún modo, me las

ingenio para llegar al final del día. Luego me escabullo antes de que

Henry y Jordyn terminen de cerrar, alegando que tengo que ir a no sé

dónde. En realidad, el único sitio adonde tengo que ir es a la otra punta del

mundo, donde ellos no estén.

En la escuela me siento muy raro. Tengo la sensación de que todo el

mundo se da cuenta de que experimento estos, o sea, sentimientos y que

me miran y me señalan.

Me salto la comida para echar unas carreras por la pista aunque

estamos a tres grados en el exterior. Me percato de que el entrenador me

está observando, pero hago caso omiso de su insondable mirada asesina.

Necesito correr. Necesito deshacerme de esta carga, de esta porquería.

Sigo deseando a Jordyn con toda mi alma. No puedo evitarlo. Es como si

ella me hubiera obligado a aceptar todos estos sentimientos y luego se

hubiera largado sin decirme qué hacer con ellos.

Al día siguiente, repito el ritual de cambiar la comida por ejercicio, y

al otro. Cuanto menos vea a Jordyn, más deprisa desaparecerán estas

emociones. Puede que llame a Ali este fin de semana. Para colmo de

buenas noticias, el entrenador ya no me fulmina descaradamente con la

mirada.

El jueves, cuando salgo al pasillo después de Educación Física, veo a

Después De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora