CATORCE

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El lunes por la mañana, me reúno con Rick "caca de perro" al romper elalba. 

Me levanté tan temprano que Capitán no quería salir de la cama. Tuveque sacarlo de mi habitación para poder cerrar la puerta y él, atontado,saltó al sofá y volvió a dormirse de inmediato.

Cobraré cinco dólares por casa. Así que, mi paga dependerá decuántos jardines sea capaz de limpiar en una mañana. Rick me entrega unalista con los clientes del lunes, cuyas viviendas, por suerte, están todasbastante cerca. 

Son veinte en total y yo tengo una hora y media de margenantes de que empiecen las clases del día. No me entretengo ni un segundomás de la cuenta. Ni siquiera es tan horrible como esperaba, sin contar lacasa de los tres grandes daneses, cuyas cacas son del tamaño de balones defutbol. 

Me pregunto si Rick le cobra más a la familia pero me paga a mí lomismo.Por sorprendente que parezca, conseguí terminar las veinte casas ysólo llegué diez minutos tarde a la escuela. Como si me importara.La señora Ortiz intenta detenerme en el pasillo.

 Quiere saber cómoestoy. 

Dice que el hecho de llegar tarde supone una palmaria petición deayuda, pero le explico que sólo me retrasé porque hoy era mi primer díade trabajo y todavía no tengo controlado el horario. Luego le mientodiciendo que tengo examen de Cálculo y no me puedo entretener. 

Ella medeja ir con la condición de que le prometa pasar a verla antes de quetermine la semana. Así que lo hago. Se lo prometo. No pienso pasar por sudespacho. 

Que se joda.

A la hora de la comida cuento con suficiente dinero para comprar unapatética porción de pizza de pepperoni y estoy más contento que unalombriz. 

Hasta que veo a Sheila caminando hacia mí muy decidida.

 —Oí que ahora vienes en autobús. Pobrecito. En fin, no estoy aquípara hablar de eso, estoy aquí para asegurarme de que no irás al partido nial baile de este fin de semana.

 —No pensaba hacerlo. 

—Bien.Dicho eso, gira sobre sus talones para regresar a su mesa. 

¿De qué se trata? Muy bien, pues acabo de decidir que iré. 

¿Se creeque puede ordenarme dónde puedo o no puedo pasar el fin de semana?¿Pero quién carajo se ha creído que es?

 Pertrechado con mi pizza de camino al coche, me veo obligado apasar junto a Brett. Él sacude la cabeza para apartarse las greñas de losojos y, soltando una risita, murmura algo que incluye la palabra autobús.

 Será idiota.

 Es el único del equipo que debería alegrarse de que hayadejado el futbol; o sea, él es ahora el corredor. Lo que no quita quedisfrute provocándome.

Da igual. 

Me juego lo que sea a que lleva a Sheilaal baile de bienvenida. 

Bueno pues, si se conforma con las sobras, buenasuerte para él. 

 —No te he visto en ningún partido, Blackwell. 

¿Acaso ese jefe tuyo odia elfutbol? —el entrenador se ríe para ocultar lo mucho que le duele, o quizále irrita, el hecho de que lo haya estado evitando—.

 Espero que tenga labondad de dejarte asistir al partido de este fin de semana. 

—Pues claro que asistiré. No me lo perdería por nada del mundo —lesuelto. Y entonces me siento fatal porque se alegra muchísimo de saberlo.De ahí que me vaya al extremo—. 

Después De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora