VEINTISIETE

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Cuando llego a casa, veo el coche de Jordyn estacionado en la acera. Está

sentada en el escalón de la puerta. Sin duda vino a reclamarme por...

¿qué? ¿Por haberla colocado en el punto de mira de las malvadas

animadoras y de Brett? ¿Por haber machacado a Brett como todo un

psicópata?

Por fin, bajo del coche. Cuando me acerco, advierto que está

llorando.

—¿Estás bien? —le pregunto. Estúpidos sentimientos de mierda.

—¿Sinceramente? —no me mira a los ojos. Tengo la sensación de

que le doy miedo. Diablos, yo también me tendría miedo—. No lo sé.

Permanezco algo apartado.

—No tenías que... Tú... Se me pusieron los pelos de punta cuando vi

cómo...

—¿Qué? ¿Cómo me transformaba en mi padre?

—Mierda. No, Tyler. No iba a decir eso.

—¿Ah, no?

—¡Pues claro que no!

Se levanta. Ahora me mira. Noto que quiere decir algo más.

Se fija en la bolsa de hielo que llevo atada a la mano y avanza un paso

hacia mí. Luego otro. Me toma la mano y me besa la punta de los dedos.

Me peleo con las llaves usando la mano izquierda, pero ella me

arrebata el llavero y abre la puerta. Me lleva a la cocina, donde retira la

bolsa de hielo. No se aparta cuando le enjugo las lágrimas, pero sólo me

mira la mano mientras desenrolla el vendaje provisional que me puso la

enfermera de la escuela.

—Ay, Dios mío, tu dedo —con sumo cuidado acaricia la hinchazón

de mi mano. Noto como si un camión rodara por encima—. Deberíamos

ir a urgencias.

Asiento. Sin embargo, cuando echa a andar hacia la puerta principal,

la detengo.

—No puedo —alego—. No lo puedo pagar. Voy a...

¿Voy a qué? ¿A devolver mi dedo yo mismo a su lugar?

—Mi madre y Henry se ocuparán de eso cuando se enteren de lo que

hiciste por mí. Y conste que no te estoy animando a que lo repitas. Lo que

hiciste. Es que... —se calla—. Vamos.

Me mira a los ojos. La intensidad de su expresión me acobarda, así

que la sigo sin discutir.

Por raro que parezca, entramos y salimos en el transcurso de dos

horas: radiografía, férula y ya está. Milagrosamente, no me rompí nada.

Tengo dos graves esguinces en los dedos índice y medio; el anular está

dislocado. El dolor de la dislocación no fue nada comparado con el que

experimenté cuando me volvieron a colocar el maldito dedo en su lugar.

Por suerte, me recetaron fuertes calmantes para varios días. Jordyn me

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⏰ Última actualización: Jul 20 ⏰

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