CAPITULO UNO

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Mackenzie

¿Qué si odio la escuela? La respuesta es sí, ¿Odio caminar hasta la escuela? La respuesta sigue siendo un simple sí, ¿Por qué no puedo tener un carro? La respuesta es sencilla, no tenemos el dinero necesario para eso.

Mi mamá muy apenas puede pagar los gastos de la escuela, además de que este es mi último año escolar y tenemos que ahorrar dinero para poder pagar una buena universidad, mis calificaciones no son malas tal vez y si tengo suerte pueda llegar a conseguir una beca.

«Necesito es beca»

Después de treinta minutos caminando al fin puedo visualizar la escuela. Es mi primer día de clases y no voy a negar el hecho de que ya lo estoy odiando. Me adentro a la preparatoria, las voces y risas no tardan en aturdirme, actúan como si no se hubieran visto en años, solo fueron tres meses y apuesto a que varios de ellos se vieron en las vacaciones.

Me acerco a mi casillero que está junto al de Valerie, el año pasado tuve algunas clases con ella.

—Hola Val.

Da un pequeño salto en su lugar, me voltea ver un poco asustada y no puedo evitar soltar una pequeña risa.

—Me asustaste Mackenzie —se queja —Hola.

Se acerca a mi dándome un pequeño abrazo antes de volver a concentrar su mirada en su teléfono. Me dispongo a sacar el libro que me toca para esta clase, biología, no me gusta biología y la maestra que nos dará es la peor de todas.

—¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —volteo a verla por un instante.

—Aburrido, como cualquier día de mi vida —suspira con dramatismo, sonrío.

—¿Tan mal estuvo? —pregunto metiendo los libros a mi mochila.

—Mal se queda corto, Mack. Mis papás tenían demasiado trabajo en la empresa y no pudimos salir de vacaciones.

—Siento mucho oír eso.

—Descuida, ya lo superé.

Me hace reír un poco pues no sonaba como si ya lo hubiera superado.

—Por cierto ¿Has visto a Anne? —cierro mi casillero girando hacia ella.

Todavía tenemos diez minutos antes de que las aburridas clases inicien y prefiero estar con todos mis amigos a tener que esperar en el salón.

—Si la vi —responde aún con la vista en su teléfono —. Estaba junto a Dixon en el casillero de él.

—¿Vienes? —asiente.

Ambas nos ponemos en marcha para buscar a nuestros amigos. De vez en cuando no puedo evitar dirigir mi mirada a ella verificando si aun continua a ni lado ya que sigue muy concentrada en el telefono. De no ser porque las demad personas la rodean para no chocar con ella, ya estuviera tirada en el suelo.

—¿Qué se supone que estás haciendo para estar todo el rato con la vista en el teléfono?

—No es nada —responde guardado su teléfono.

¿Qué si me parece raro? Absolutamente sí. Pero quién soy yo para juzgar lo raro que actúan las personas.

Al doblar el pasillo veo a Dixon junto a Anne conversando. A paso rápido me acerco a ellos con una enorme sonrisa, por suerte ellos si me ven llegar y no se asustan ante mi saludo.

—¿Cómo estuvieron sus vacaciones? —pregunta Dix.

—Lo normal —me encojo de hombros —. Estuve trabajando todo el verano para poder ayudar con los gastos de la casa.

Luzbel en New York (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora