La cosa esta así, mi objetivo es intentar convencer a Uriel de que me dé la piedra para así poder irme a lado de Luzbel. No es algo muy difícil de hacer, más, sin embargo, Gabriel no quiere decirme como traerlo, cosa que me molesta.
Quiere ayudarlo a salir, pero no quiere usar la única oportunidad que tenemos, es un poco ilógico de su parte querer buscar otra opción, cuando es un maldito ángel y él puede ir y venir cuando se le dé su jodida gana.
Llevo aproximadamente tres días intentando convencerlo en ayudarme, pero nada funciona. Se supone que está aquí para ayudarme y cuidarme de que nada malo me pase, porque ese fue el favor que Luzbel le pidió antes de irse, pero tal parece que se le olvidó porque para lo único que viene es a coquetear con mi mamá.
—Te ves espectacular el día de hoy, Helena —sonríe coqueto.
Ruedo los ojos, fastidiada. Mamá solo ríe como lo haría una chica de secundaria cuando alguien que le gusta le dice que es hermosa. Se pasa un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Ay, Gabriel. Tu siempre tan encantador —dice con voz chillona.
Quiero enterrar mi cara en mi tazón de cereal y ahogarme con la leche para no seguir escuchando esas conversaciones tan patéticas. Esto ha sucedido durante 3 días, porque da la casualidad que él estúpido de Gabriel siempre aparece 10 minutos antes de que mamá llegue a la casa, con la barata excusa de que viene a checar si me encuentro bien.
Patético.—¿Qué harás esta noche, Helena?
¿Es en serio?
—Tengo que ir a trabajar, me tocó turno de noche una vez más.
—Es una lástima, creí que podríamos ir a cenar
—Me encantaría, pero no puedo —dice decepcionada —Pero otro día con gusto la acepto, ¿Te parece bien? —Gabriel asiente muy sonriente.
Mamá desaparece de la cocina. Tiene que ir a recuperar sus horas de sueño ya que otra vez tiene turno de noche. Si la vida de las enfermeras es muy pesada, no me quiero imaginar la de los cirujanos.
Chasqueo los dedos frente a la cara de Gabriel, cuando esté sigue con la mirada a un en la puerta por dónde desapareció la dueña de la casa. Sacude la cabeza saliendo de su trance, se pone de pie y emprende rumbo fuera de la cocina. Lo miro confundida.
—¿A dónde carajos vas? —detiene su caminata y voltea a verme frunciendo el ceño.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí? Bueno, no importa. Ya tengo que irme tengo cosas que hacer.
¿En serio no me vio en todo este jodido momento? Yo fui la que le abrí la puta puerta y lo guíe a la cocina, además de que presencié su absurdo intento de coqueteo con la que es mi mamá y se atreve a decir que ya se tiene que ir, idiota.
—¿Irte? —suelto una carcajada sin gracia —Tu solo vienen a esta casa a coquetear con mi mamá, no vienes a ver si estoy bien y para acabarla de fregar no me has ayudado en nada para poder sacar Luzbel del puto infierno.
—Yo no vengo a coquetear —dice confundido —Además, si quiero ayudar.
Agarro mi tazón de cereal molesta, odio que se me quite el hambre cuando estoy molesta y por más que no quiero desperdiciar mi bello cereal. Camino con el hasta que me paro frente a Gabriel.
—Si quisieras ayudarlo vendrías a eso, no ha perder el tiempo en algo que no podrá ser, porque, hasta donde yo sé los ángeles y más los arcángeles tienen prohibido andar con simples mortales. Y aquí entre tu y yo, dudo que quieras abandonar todo lo que tienes allá arriba, por alguien de aquí abajo. Así que no, no vienen ayudarme solo vienen a ilusionar a mi mamá y luego yo la tendré que ver llorar por tu culpa —como un poco de cereal, se lo extiendo con fuerza. Lo sujeta —Lávalo antes de irte.
Y con eso último paso por su lado, saliendo de la cocina.
***
POV. Luzbel
—¿Estás diciéndome que ella te hizo lavar un tazón? —Asiente
Lo veo serio antes de soltar una enorme carcajada. Es entendible que Mackenzie haya hecho tal cosa, eso es lo que la hace ser ella. Gabriel se cruza de brazos molesto ante mi ataque de risa, simplemente no puedo dejar de reír.
He de admitir que es divertido que la pequeña haya obtenido la última palabra y más divertido es imaginarme a Gabriel lavando un tazón.
—No es gracioso, Lucifer —dice molesto —Yo no sé qué hacer. No puedo dejar todo atrás para convertirme en un caído y más por una humana, ella tarde o temprano morirá y yo lo habré perdido todo.
Por primera vez, dejo todos mis comportamientos infantiles de lado y me dedico a analizar con detenimiento lo que acaba de decir, si bien es cierto que al final la humana morirá y es muy obvio que no quiere dejar todo atrás por miedo.
—No puedo decirte que lo intentes porque solo se vive una vez, ya que técnicamente nosotros vivimos mucho y mucho menos puedo decirte que lo intentes porque no pierdes nada, pero vaya que si lo pierdes todo —río con eso último.
—Gracias por tu ayuda —dice fastidiado —Sabes que, creo que después de todo no debería de ayudar a tu noviecita a llevarte de regreso.
Me levanto de mi lugar, lo señalo con un dedo tratando de verme amenazador, cosa que no funciona y me arruina mi plan.
—Eso es pasarse de la raya.
Se ríe, empieza a buscar con la mirada alrededor.
—¿Dónde está Sorath? Siempre que vengo está aquí contigo.
—Lo invocaron hace un momento, pero como allá el tiempo es más rápido lleva como 4 horas fuera.
El asiente y nos quedamos callados unos momentos. He de admitir que es agradable cuando Gabriel viene, me hace recordar un poco todo lo que ha pasado con Mackenzie. Habla rompiendo el silencio.
—¿Cómo pudiste estar con ella durante todo ese tiempo? Fastidia mucho, hace lo que quieres ¿Sabías que invoco a Sorath? —Asiento divertido.
Recordar a Mackenzie es lo que hago todo el jodido tiempo, no hay momento en que no me pregunte el cómo está. Cuando me enteré que estuvo en un hospital por mi culpa intenté de todo por salir, pero no pude lograrlo.
—¿Cómo está?
—Lamentablemente, respirando.
—Lo digo en serio —se ríe.
—Está bien, me sorprende que hasta ahora no se haya metido en problemas —se queda callado, frunce el ceño, poniéndome alerta —Sabes, ella está tratando de localizar a Uriel para pedirle la piedra y venir a verte.
Me alarmo ante el comentario de Gabriel. ¿Venir a verme? Ella no puede venir a verme y mucho menos aquí. No tiene la menor idea a lo que se está enfrentando si pone un solo pie en este lugar y yo no sé de qué sería capaz y algo le llega a pasar.
—No —niego repetidas veces —Ella no puede poner un solo pie en este lugar y mucho menos verme de esta manera, no como realmente soy —susurro el final.
Ella no puede verme de esta manera, no cuando sé que de espantara y saldrá huyendo de mí, no podría resistir su rechazo, no el de ella.
No le mentía cuando dije que estando en el infierno era totalmente diferente a como me veía en la tierra. No puedo cambiar mi apariencia estando aquí, por más que lo he intentado es imposible.
Me niego rotundamente a qué ella vea el monstruo que realmente soy.
—Descuida, le he dicho que no sé cómo conseguir esa piedra —suelto un suspiro —Además, eso ya lo dejo atrás, ni siquiera se ha de acordar de ella.
—Espero y tengas razón en decir que no se acuerda de ella —amenazo.
—Tu tranquilo, ella no hará nada que yo no sepa —sonríe —Y de la piedra no te preocupes, Uriel jamás se la daría de cualquier manera.
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Luzbel en New York (Editando)
RandomMackenzie Stone, una chica que se mete en problemas al encontrarse sola, aburrida y con una suspensión en su primer día de clases... ¿Qué cosa mala podría pasar cuando por aburrimiento invoca a Lucifer?