CAPITULO TRES

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Salgo de mi estado de shock. En un brinco me apresuro a prender la luz de mi habitación, me sorprendo aún más al ver delante de mí aun chico de cabello negro como la noche, tiene unos ojos grises tan hipnotizantes y a pesar de la poca distancia puedo notar que es alto.

¿Qué carajos está sucediendo aquí?

—¿La gente piensa que soy así? —pregunta indignado viendo la máscara entre sus manos —Esto es una indignación para mí, no soy así de horrendo. Que le sucede a la humanidad, ¿Tú crees que soy así? —señala la máscara —Porque esto lo encontré aquí.

No puedo mover ni un solo musculo de mi cuerpo, el desconocido delante de mí me está viendo tan fijamente esperando una respuesta. Salgo de mi trance. Tallo mis ojo para saber si lo que estoy viendo es real. Y si, efectivamente todo es real.

—¿Quién eres tú y como entraste a mi casa?

Me sorprendo al notar lo calmada que sale mi voz, no debería de estar tan calmada, hay un extraño en mi casa, ¿Cómo se supone que entro? Me sonríe mientras se acerca a mí, extiende su mano estrechándola con la mía.

—Pero que mal educado. Soy Lucifer, hijo favorito de Dios, rey del inframundo —da un paso atrás antes de hacer una leve reverencia —Espera —dice enderezándose rápidamente —La que debería de hacer esa reverencia eres tú no yo, estás ante un rey.

—¿Cómo entraste a mi casa? ¿Qué es lo que quieres? —ignoro su comentario —Si buscas algo de valor no lo tenemos así que vete de mi casa antes de que llame a la policía —frunce el ceño.

—Bueno, tú me invocaste así que prácticamente tú me obligaste a entrar —dice confundido —No vengo a robarte, además, soy el diablo, tengo todo lo que quiero cuando quiero.

Suelto una risa nerviosa.

—No eres el diablo, eso no existe.

—Si lo soy, no tengo porque mentirte.

—No lo eres, además de que...

Doy un salto atrás al ver dos enormes alas color negro desplegarse de la espalda del desconocido, de nuevo empiezo a temblar. Esto no está sucediendo, no está sucediendo, todo es una broma.

—Te dije que lo era —suelto una risa nerviosa que no tarda en convertirse en llanto.

¿Por qué me está sucediendo esto a mí? No debí de haber entrado a esa página y mucho menos hacer lo que decía ahí, todos dijeron que era una estafa, esto no puede estar pasando.

Cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús.

—Eso no va a ser posible —corro a mi cómoda, busco entre los cajones ignorando completamente al desconocido —No creo que Jesús venga a tu rescate —Cuando visualizo lo que buscaba lo tomo, me doy la vuelta poniendo la mano detrás de mi espalda, veo como empieza acercarse.

—Quédate donde estas si no quieres que utilice lo que tengo detrás de mí —se detiene ante mi advertencia. Me ve confundido antes de encogerse de hombros.

—Soy inmortal, no puedes hacerme daño —dice retomando su caminata hacia mí.

—Dije que te detuvieras —digo sacando mi mano detrás de mi espalda sosteniendo una cruz en ella, se detiene en seco al ver mi mano —Retrocede —doy un pequeño grito emocionada al ver que hace lo que le indique.

—Aleja eso de mi —gruñe con las manos en el aire.

—Vete demonio, sal de mi casa ¡Ahora! —ordeno extendiendo mi mano al ver como vuelve a retomar su camino hacia mi —He dicho que te alejes.

Luzbel en New York (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora