Los labios de Uriel se mueven sobre los míos de una manera casi perezosa. Me sorprendo al darme cuenta de que le estoy siguiendo el beso. Mis ojos se mantienen abiertos mientras él los mantiene cerrados.
Salgo de mi trance. Reúno todas mi fuerza y lo empujo lejos de mí. Cae al suelo con la mirada perdida. Me levanto en el momento en que él lo hace, intento llegar a la puerta de mi habitación, pero su brazo me detiene.
—Yo no sé porque hice eso —dice, nervioso.
No sé qué decir, mi mirada se mantiene en el piso. El ambiente se siente tenso en toda la habitación. Levanto mi vista, le sonrío de una manera incomoda, así que decido romper la tensión.
—No hay problema, solo no lo vuelvas hacer. No eres mi tipo y no quiero que te enamores de mí.
Suelta una risa ronca, que me hace sonreír. Su mano abandona mi brazo. Nos quedamos en silencio durante unos momentos.
No tengo la menor idea de cuál fue el motivo del porque me besó, tal vez solo fue un impulso o algo así. La verdad es que no quiero saber el motivo, simplemente tengo que dejarlo estar y hacer como si nada hubiera pasado.
—Entonces ¿Cómo funciona esto?
Se acerca a mí, pero yo retrocedo un paso por instinto. Cuando me doy cuenta de mi estupidez me sonrojo y dejo que se acerque a mí.
—Tienes que pensar en Lucifer y en el mejor momento que hayas pasado con él —me ve —Después justo aquí se abrirá un portal el cual te llevará directo a él —señala la piedra —Tienes que mantenerla contigo en todo momento.
—¿Qué pasa si la suelto estando allá?
—Morirás.
Oh vaya. No quiero morir y menos en el infierno. Asiento temerosa ante su confesión. Su mano se extiende en un puño, confundida pongo mi mano bajo la suya. Deposita un pequeño anillo con símbolos extraños a su alrededor, lo miro confundida.
—Cuando lo veas entrégale eso —asiento —Ahora ve hacerlo.
No cuestiono el porqué del anillo, así que me dirijo a mi cama, sentándome en ella, él opta por tomar asiento en la silla frente a él escritorio, lo cual agradezco mucho.
Pongo la piedra en mi pecho, recordando los momentos que viví a lado de Luzbel, desde nuestro casi primer beso, hasta cuando fuimos a comprar ropa. Cada uno pasa por mi mente de manera rápida.
Una brisa hace que abra mis ojos. Me quedo estática cuando noto que pegada a la ventana se empieza abrir una brecha. Mi boca se abre al verla. Realmente no puedo creerlo, es imposible que algo así pueda suceder.
Mi vista se dirige a Uriel que me está viendo a la expectativa.
—¿Esto es lo que me llevará a él?
—Si, así es —se posa a mi lado —¿Qué esperas? Vez.
De la emoción me lanzo a sus brazos, le agradezco muchas veces. Me separo de él, empiezo a caminar a la brecha de color negro. No puedo explicar el nerviosismo y la emoción que siento porque al fin lo veré.
Estoy a nada de meter mi pie cuando la puerta se abre de golpe, sobresaltándome. Gabriel está parado en el marco de la habitación viéndonos pasmado, su mirada pasa de Uriel a mí repetidas veces.
Sujeto la piedra con fuerza en mi mano, cuando Gabriel se adentra a la habitación, su ceño se mantiene fruncido. No tengo la menor idea de que hacer.
—¿Qué está pasando aquí?
Bienvenidos a preguntas estúpidas de gente estúpida.
—¿Acaso te caíste cuando estabas aprendiendo a volar?
—No…
—Entonces no hagas preguntas estúpidas —ruedo los ojos —Sabes muy bien que está pasando, así que no me hagas perder el tiempo.
Gabriel se intenta acercar, pero Uriel se interpone en su camino impidiéndolo llegar a mí. Empuja a Uriel, pero este solo da unos pasos atrás.
—¡¿Por qué le diste la piedra?! —exige saber.
—Yo no se la di, ella me la robó —hace una mueca triste —Me atacó, casi me mata.
Quiero reír por la estupidez de Uriel, pero me aguanto las ganas, ya que no es el momento para hacerlo. Gabriel lo mira molesto. Se intenta acercar una vez mas a mí, pero alzo mi pie advirtiéndole que si se acerca me meteré. Se detiene en seco.
—Oye Gabriel —meto la piedra en mi chaqueta —¿Qué le dijo una humana a un arcángel que va a caer?
—No seré un arcángel caído —dice molesto
—Si bueno no importa —amarro mi cabello en una coleta —Ya dime, ¿Qué le dijo?
—No sé, ¿Qué le dijo? —Una sonrisa burlona se apodera de mis labios.
—Te veo en el infierno.
Y con eso ultimo me lanzo al portal. Alcanzo a escuchar como grita mi nombre.
Mis ojos se mantienen cerrados en todo momento, no quiero abrirlos, por mi mente solo pasa la imagen de Lucifer y el hecho de que por fin lo veré.
Un fuerte golpe me hace abrir los ojos. Me duele la espalda por el impacto, aun tirada en el suelo analizo todo a mi alrededor. Hay como montañas de piedra en hileras, todo está en colores fríos.
Incluso llegue a pensar que abría fuego y personas gritando, pero vaya que me he equivocado.
Quedar como payaso es mi pasión.Con dificultad me levanto del suelo. No hay nadie a mi alrededor, lo cual me causa un poco de escalofríos. No voy a negar que tengo miedo, porque vaya que si lo tengo y mucho.
Una enorme figura de espaldas aparece frente a mí. Me paralizo al verlo, se que es él, estoy segura. Se gira posando sus ojos sobre mí, me paralizo mas al tenerlo frente a frente como realmente es.
—Mackenzie —susurra.
—Luzbel —murmuro.
Nos mantenemos en silencio, solo viéndonos fijamente. Ninguno aparta la mirada, en un segundo lo repaso con la mirada, es como él dijo que sería cuando salió enojado del lugar de comida.
Su cuerpo es completamente color carmesí. Unos cuernos yacen sobre su cabeza, no son tan pequeños, pero tampoco tan largos, mas, sin embargo, son impactantes. Unas enormes alas como de murciélago se extienden sobre su espalda.Es incluso más alto de lo que realmente es. No mentía cuando preguntó si la gente creía que era así cuando señaló la máscara, es incluso mucho peor.
No puedo moverme de mi lugar y mucho menos puedo apartar la vista de su cuerpo. Parece que eso es justo lo que necesitaba, porque entonces, explotó.
—¡Que mierdas haces aquí! —grita, sobresaltándome —Le dije a Gabriel que no te quería aquí ¡Acaso no puedes obedecer una orden una sola vez en tu puta vida!
Me encojo en mi lugar temerosa. Su voz es mucho mas gruesa. Trato de que las lagrimas no abandonen mis ojos.
—Yo-yo solo que-quería verte —susurro, con la vista en el suelo.
—¡Pues yo no! ¡Yo no quería verte y mucho menos aquí!
Mi corazón se quiebra ante su comentario. Ni siquiera tengo la fuerza de voluntad para alzar mi cabeza una vez mas y poder decirle todo lo que quiero a la cara.
Jamás creí que mi reencuentro con él sería de esta manera. Con el gritándome que no quiere verme y yo a punto de llorar por sus palabras.
Creí que se alegraría, que iba abrazarme en cuanto me viera, pero creo que me he equivocado y él no me extrañó como yo lo hice.
—¿Lo dices en serio?
Un enorme silencio se hace en el lugar, dándome a entender que no miente y que en serio no quería verme.
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Luzbel en New York (Editando)
SonstigesMackenzie Stone, una chica que se mete en problemas al encontrarse sola, aburrida y con una suspensión en su primer día de clases... ¿Qué cosa mala podría pasar cuando por aburrimiento invoca a Lucifer?