CAPITULO TRECE

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Jueves, solo un día de clases más y bienvenido sea el fin de semana. Luzbel no ha venido a la escuela el día de hoy, según tenía cosas que arreglar con Gabriel.

Entro al salón de historia, Dixon está sentado en los últimos lugares apartándome un lugar enfrente de él. Tomo asiento en mi sitio esperando a que las clases comiencen.

—Mack —hago un sonido para que continúe —¿Estarás ocupada esta tarde?

Me giro hacia el viéndolo confundida

—¿Por qué? —cuestiono, interesada

—Habrá una fiesta esta noche —sonríe —Quería preguntarte si quieres ir.

¿Una fiesta? Pensándolo bien no me vendría tan mal un poco de relajación. Dixon me pasa la dirección en donde será la fiesta, le digo que ahí estaré y sin más me volteo para tomar la clase aburrida de historia.

Llega la hora del almuerzo, tomo asiento en una mesa, Dixon no tarda en llegar junto a Anne y Valerie

—Hola, hola —saluda Valerie muy sonriente.

—¿Irán a la fiesta? —cuestiona, Anne.

Todos asentimos.

—¿Donde esta Luzbel? —dirijo mi vista a Valerie.

—Oh, tenía cosas que arreglar con su hermano.

—¿Tiene un hermano? —asiento —¿Y es guapo?

Dejo mi mano a medio camino de mi boca. Suelto una risa al ver como Valerie mueve las cejas. Continuamos comiendo y hablando sobre la dichosa fiesta que, por cierto, es en casa de Ashly. Aun así, iré, no tengo nada en contra de ella y que haya besado a Luzbel no es un motivo como para odiarla.

***

Al llegar a casa no hay ni un solo rastro de Luzbel, lo cual es una pena, me hubiera gustado que el fuera a la fiesta conmigo.

Me dirijo a la cocina donde mamá se encuentra haciendo las cuentas de la casa. Me acerco saludándola con un beso en su mejilla.

—Me invitaron a una fiesta ¿Crees que pueda ir?

—¿Ira Dixon? —asiento —Esta bien, no llegues tarde.

Sonrío en grande, las salidas nunca han sido un problema para mí. Se hace un silencio en el que solo la estoy viendo como checa los gastos. Decido romper el silencio.

—¿Cómo van esas cuentas? —tomo asiento delante de ella.

—Tenemos aun cosas que pagar —suspira —A este paso tendremos que hacer un recorte de gastos.

—Ya te dije que podría buscar un trabajo de medio tiempo y ayudarte con los gastos.

Niega con la cabeza, suelto un bufido exasperada. Nunca me deja ayudar con nada. Estoy a punto de reclamar, pero un sensación hace que guarde silencio. Corro directo al baño, me despojo de mis pantalones y ropa interior para darme cuenta de que efectivamente me ha bajado.

¿En serio destino? Justamente hoy cuando tengo una fiesta. Tota vida, que no pudiste esperar tan siquiera un día para llegar.

Decido tomar un baño de una vez. Paso el resto de la tarde encerrada en mi habitación. Cuando llega la hora de arreglarme decido ponerme una busa traslucida negra con top del mismo color. Un jeans pegado color negro, dicen que usar cosas ajustadas en tus días ayuda y el negro en estos días nunca falla. Me pongo mis botas estilo militar.

Observo la daga que se encuentra reposando en mi mesita de noche. ¿La tomo o no la tomo? Después de un debate conmigo misma, decido tomarla. La guardo en mi bolsillo.

Toda mi ropa es color negro haciendo que mi cabello rojo se luzca más. Antes de salir tomo mi chamarra ya que hace un poco de frio. Me despido de mi mamá prometiéndole que no llegare muy tarde.

Tomo un taxi, le indico a donde nos tenemos que dirigir. Antes de llegar se detiene. Mi corazón empieza a latir a mil por hora ¿Por qué se detiene?

—Lo siento señorita —se gira hacia mi —Están construyendo todo alrededor y no puedo pasar, tendría que bajar aquí.

Suelto un suspiro aliviada al escuchar el motivo del por qué se detuvo.

—Está bien, caminare —le pago —Muchas gracias.

Me bajo del coche caminando por las casi desiertas calles. Solo tengo que caminar tres cuadras, no es mucho.

El frio empieza a calar en mis huesos. Subo el cierre de mi chamarra para protegerme del frio viento. Son las ocho pm, todo se encuentra oscuro, lo único que alumbra son las pequeñas lámparas que hay a cada cierta distancia.

Un escalofrió me recorre la espalda, no le tomo importancia y sigo mi camino. Cuando estoy a punto de doblar en la siguiente cuadra, unas enormes manos se posan en mi boca silenciando mis gritos.

Trato de zafarme de su agarre, pero es imposible. La fuerza de quien sea que me esté sujetando es mucho más grande que la mía.

—Shh, tranquila Mackenzie —susurra cerca de mi oído.

Para este punto las lágrimas no dejan de salir de mis ojos. Sus mano se alejan de mi boca, no tengo tiempo ni de correr cuando me aprisiona entre su cuerpo y la pared. Me encojo en mí mismo sitio temblando.

—Así que tú eres el motivo por el cual Lucifer no se quiere ir.

El simple hecho de que mencionen a Luzbel me hace abrir los ojos y por primera vez dirigir mi vista al sujeto delante de mí.

—¿Qui-quién eres? —pregunto temblorosa

Una sonrisa siniestra se extiende en sus labios haciéndome temblar.

—Soy Rafael, es un placer conocerte.

—¿Qué quieres de mí?

Me sorprendo al notar que mi voz salió normal, como si por dentro no me estuviera cagando del miedo.

—¿De ti? Bueno, de ti no quiero nada —sus ojos me inspeccionan —Solo quiero matarte por ayudar a salir a Lucifer.

Sus palabras me caen como un valde de agua fría, Gabriel tenía razón. Iban a venir por mi para matarme y a mí se me ocurre salir sola. Realmente si soy una persona muy estúpida.

—Déjame ir, por favor —sollozo

Hace un sonido con su boca, niega con la cabeza.

—Me temo que eso no se podrá —abre los ojos —Pero sabes que si puedo hacer.

—¿Qué?

—Puedes hablarle a Lucifer y decirle en donde te encuentras y con quien. Me gustaría ver su cara cuando te corte el cuello.

Inconscientemente poso mis manos sobre mi cuello, suelta una risa. Con manos temblorosas, tomo mi teléfono marcándole a Luzbel. A la primera llamada no me contesta. Intento una vez más rogando porque esta vez sí lo haga, me responde al cuarto pitido.

—Hola Mackenzie.

—Luzbel —murmuro —Tu-tu hermano está aquí

—¿Gabriel? —cuestiona.

Voy a responder, pero Rafael me quita el teléfono de las manos llevándolo a su oreja.

—Hey Luci, ¿Qué tal todo?... Me encuentro con tu preciada Mackenzie... Claro que no le hare nada, quiero que tu estés presente para que veas como la aniquilo... No tardes en venir, no tengo mucha paciencia.

Cuelga la llamada. Aun aprisionada solo puedo esperar porque Luzbel aparezca rápido y me libere de este ser espantoso.


Luzbel en New York (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora