Se queda unos minutos callado, analizando una vez más toda la habitación. Se aclara la garganta.
—Hace muchos eones yo podía ir y venir de la tierra cuando me viniera en gana hasta que un día los mandaderos de Dios se enteraron de que me encontraba visitando la tierra. Decidieron venir en mi búsqueda para mandarme de regreso al inframundo porque según ellos es donde pertenezco.
>>Pusieron a Uriel a cargo de las puertas del infierno y desde ahí ya no tenía el control sobre mi propio reino, ya no podía salir cuando yo quisiera, los únicos que lograban hacerlo eran los íncubos, los humanos podían atraerlos de una manera muy fácil, pero para mí era un poco más complicado.
—¿Qué es un incubo? ¿Y porque ellos si pueden salir y tú no?
Lo interrumpo en medio de su relato, no puedo quedarme con una duda. Me voltea a ver como si estuviera loca por no saber de lo que estaba hablando. Me encojo de hombros un poco intimidada
—Son los demonios y ellos pueden salir porque son más fáciles de invocar —suspira —lo contrario a mí, que es un poco más difícil.
—Pero si es imposible ¿Cómo es que estas aquí? —pregunto confundida.
Si lo vemos desde otro punto, es algo estúpido el que diga que no puede salir, porque se encuentra aquí, a un lado de mi contándome todo.
—No es imposible, solo difícil —aclara —He sentido a lo largo de los años a las personas intentar traerme a la tierra, se siente como un hilo siendo estirado, pero nunca había sido suficiente para poder salir —voltea a verme un poco interesado —Pero tu lograste traerme aquí. Fue muy extraño, no se sentía igual que las demás veces. Hasta que realmente lo sentí, supe que saldría de ahí y nadie me iba a detener.
—¿Cómo piensas regresar?
—Puedo regresar mas no salir, Mackenzie —me da una mirada como si fuera lo más obvio del mundo—Mejor dime. ¿Cómo lograste sacarme del infierno?
Me ve de una manera que me incomoda, es como si intentara descifrarme o algo así. Incluso parece que me ve como si tuviera algo especial, supongo que está tratando de averiguar cómo fue que lo saque. Para su mala suerte, ya somos dos porque ni siquiera yo sé cómo fue que lo logre.
—Yo no tengo la menor idea. Estaba buscando cosas en mi laptop y de la nada me apareció un extraño anuncio y después de decir que era una estupidez lo hice y apareciste justo delante de mí dándome un susto de muerte, por cierto, gracias por eso —suelta un pequeña risa.
Después de explicarle que era una laptop y una página de internet, porque tal parece que no conoce nada del mundo. Le muestro el sitio donde encontré toda la información para hacer mi invocación, por su cara puedo ver qué no entiende nada. Frunce el ceño cada cinco minutos, acerca su rostro a la computadora para después apartarlo. Cierra la computadora de golpe soltando un enorme bufido, lo miro confundida.
—¿Qué sucede?
Me pongo de pie para deja la computadora en mi escritorio. Aprovecho y pongo a cargar mi teléfono.
—No lo comprendo, hiciste lo que todos hacen y aun así pudiste traerme aquí —voltea a verme a los ojos —Debiste de haber hecho otra cosa.
Trato de hacer memoria, pero todo es en vano porque no recuerdo haber hecho alguna cosa diferente. Hice todo lo que decía ahí, en el orden en que me lo pedían, no hice nada más. Lo veo durante unos segundos antes de responder.
—No hice nada más, seguí todo al pie de la letra —aparto la mirada, me intimida un poco el que me vea tan fijamente.
—Algo no está bien —susurra para sí mismo —En fin, me sacaste y te lo agradezco. Ahora te deberé un favor —me sonríe, que bonita sonrisa tiene —¿Qué es lo que deseas?
—¿Eres mi hada madrina? —cuestiono emocionada.
—No Mackenzie, no lo soy —voltea los ojos —Solo te otorgaré un deseo por haberme liberado.
¿Qué es lo que deseo? Maldición deseo muchas cosas y no sé cuál de todas pedir. Volteo para verlo, él no se ve como el diablo y si lo fuera, que ya me lo demostró, todo debe tener una trampa, no puede concederme algo solo porque lo libere ¿O sí?
Decido dejar mi favor para otra ocasión, en estos momentos no se me ocurre nada y como solo me concederá uno tengo que pensarlo muy bien, además, tengo que pensar que hare con él, no puede quedarse en mi casa y tampoco puedo dejar que se vaya, no conoce la ciudad.
En que te has metido, Mackenzie.
***
Me despierto por el ruido que hay en la planta baja ¿Qué rayos está sucediendo? Que no podían esperar unas horas más tarde para hacer ruido. Checo la hora en mi teléfono, son las nueve de la mañana. Volteo a mi alrededor aun adormilada, abro los ojos en grande cuando no veo rastro de lucifer por ningún lado.
¿Dónde carajos se ha metido? Maldigo mentalmente mientras lo busco en el baño en incluso en mi closet. Le dije claramente que se tenía que quedar aquí para que mi mamá no lo viera...
Mi mamá. Ella ya debe de estar aquí. A la velocidad de un rayo salgo de mi cuarto y corro escaleras abajo.
Me va a matar, me va a matar.
Me detengo abruptamente en la puerta de la cocina al ver la escena delante de mí. Mi mamá está preparando el desayuno mientras lucifer se encuentra sentado en una silla de la barra con una deslumbrante sonrisa.
¿De qué carajos me he perdido? Algo extraño está sucediendo a qui, ella no debe de estar actuando como si lo conociera de toda la vida, observo la situación un poco confundida.
—Buen día —mi voz sale un poco dudosa.
Los dos voltean a verme, la enorme sonrisa que estaba en la cara de mi mamá se borra de inmediato al verme, se cruza de brazos mientras me lanza una mirada amenazante. Está enojada, puedo sentir como destila todo ese coraje hacia mí.
¿Es un poco tarde para hacer mi testamento? Voy a morir y todo es culpa de lucifer ¿Acaso no pudo obedecer una simple regla? Por supuesto que no, se cree el rey del mundo, aunque bueno, técnicamente si es un rey, del inframundo, pero es un rey al fin de cuentas.
—¿Se puede saber qué haces en esta casa a estas horas? —golpea repetidas veces el piso con el pie, bajo la mirada.
Uy, que mala vibra irradia esta mujer.
Realmente está molesta, cada que se cruza de brazos y golpea el piso con su pie está más que molesta y es mejor decirle la verdad, suelto un suspiro. Alzo la mirada encontrándome con la de lucifer.
Veo de mamá a Lucifer repetidas veces, frunzo el ceño confundida ¿Por qué me está preguntando sobre qué hago aquí y no sobre el chico que encontró esta mañana? Todo esto es muy extraño, le lanzo una mirada desconfiada a Lucifer, pero él no la capta. Regreso mi vista a mamá
—Veras, es una anécdota muy graciosa, si te la cuento no me lo creerías —suelto una risa nerviosa —Yo estaba super bien en clases con Dixon y de la nada la maestra me mando a dirección, tal vez tiene algo contra mí y...
—Mackenzie —me corta —Sabes que odio que me mientas. Te estoy dando la oportunidad de ser sincera conmigo.
Suelto un enorme suspiro, no me queda de otra más que decirle la verdad. Empiezo a contarle todo lo que sucedió ayer tanto en la escuela como Dixon viniendo a traerme los apuntes para no atrasarme, obviamente omití la pequeña parte de mi invocación, me mataría si se lo digo.
Al terminar le regalo un sonrisa algo apenada, toma el tabique de su nariz con los dedos, está pidiendo paciencia, siempre lo hace. Sabe que siempre me estoy metiendo en pequeños problemas que ameritan la suspensión. Suspira.
—Gracias por decirme la verdad, de todas maneras, el director me marco —estúpido anciano, solo para delatarnos si nos conoce —Ahora hablemos de esto —señala a lucifer.
Hola dios, soy yo de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Luzbel en New York (Editando)
De TodoMackenzie Stone, una chica que se mete en problemas al encontrarse sola, aburrida y con una suspensión en su primer día de clases... ¿Qué cosa mala podría pasar cuando por aburrimiento invoca a Lucifer?