POV. Mackenzie
Esa estúpida piedra será mía y haré lo que esté en mis manos para conseguirla.
—Dudo que puedas gustarle a Uriel si te vistes de esa manera —dice Sorath recostado en mi cama.
Si bueno, resulta que he invitado a Sorath para que me ayude a invocar a Uriel. Aún no sé cómo le haré para traerlo a mí, pero él dice que tiene la táctica perfecta para hacerlo, ya que, según él, Luzbel le ha dicho la manera de cómo hacerlo.
La principal razón por la cual está aquí, era para saber cómo se encontraba Luzbel. No quería tener que llamar a Gabriel para preguntarle y que en vez de responderme se enfocará en mi mamá y tener que terminar molesta una vez más por su estupidez.
Cuando le pregunté el motivo del por cual me ayudaba resulto ser que ya estaba harto de que cada vez que estaba con Luzbel este terminara hablando de mí, lo cual ocasionó que me sonrojara.
Sorath dice que no tiene idea de cómo fue que logré cautivarlo si solo soy un simple mortal y además que soy una estúpida que se mete en puros problema, cosa que no voy a negar.
Así que aquí estamos, Sorath y yo dispuestos a traer a Uriel a mí.
—¿Por qué no? Yo creo que me veo bonita.
Me veo frente al espejo, tengo un vestido color mostaza con flores blancas y unos tacones del mismo color, mi cabello está amarrado en una coleta con dos mechos de enfrente sueltos. Me puse un poco de rubor por mis mejillas y parte de mi nariz para verme con más color.
Yo creo que me veo muy bien, es más, me veo excelente.
—Te ves patética —lo miro ofendida —Es un arcángel, no va a caer ante los encantos de una pelirroja como tú.
Puede que tenga razón, pero eso no le da el derecho de decirme las cosas, que le pasa. Tengo sentimientos me lastima lo que dice.
—Adiós, Sorath —sonríe en grande —Me las puedo arreglar sin ti.
Le doy la espalda y tomo la última vela que está prendida sobre mi escritorio. De un soplido apago la llama. Cuando me giro pego un enorme grito al ver a Sorath a pocos pasos de mí, sonriendo como idiota.
—Pero, pero yo la apagué —volteo ver la vela comprando que si la apagué —¿Por qué sigues aquí? Apagué la vela no debes de estar aquí.
Suelta una risa, mientras vuelve a dejarse caer en mi cama con los brazos tras su cabeza. Unos segundos después se alza un poco sujetando parte de su peso en sus brazos.
—No me voy al apagar la vela, te mentí —dice, burlón —Me voy cuando yo quiera. Solo quería que creyeras eso para así no tener que verte la cara tanto tiempo.
—¿Me mentiste?
—Si —de un salto se levanta de la cama espantándome —Anota.
Busco un papel y como puedo empiezo a escribir lo que me dicta. En estos momentos agradezco el haberme tomado el tiempo de estudiar un poco de latín y luego entender unas cuantas palabras de las que me dice.
Al terminar le tiendo el papel para que me diga si está bien, rueda los ojos y me arrebata el lápiz de mis manos, empieza a escribir en una hoja nueva lo que se supone que es la invocación.
Aún no sé cómo le hizo para pedírsela a Luzbel y la verdad es que dudo un poco de su palabra, es un demonio, no puedo confiar mucho en él. Me regresa el papel y se deja caer en la cama.
—¿Esto que significa? —pregunto desconfiada.
—Averígualo.
Lo miro con desconfianza, me acerco a mi teléfono. No entiendo nada de lo que dice, cambio todo lo que yo escribí.
Le tomo una foto insertándola en el traductor, la aplicación tarda un poco. Cuando por fin está carga, lo leo.
No confíes en la palabra de un demonio.
Y menos si ese demonio soy yo.
No seas ilusa y busca la solución por tu cuenta.
Hago bolita el papel enojada, se lo lanzo a su pecho. El papel empieza a vibrar en su pecho haciéndome saber que se está burlando de mí. Es un maldito idiota, solo ha venido a burlarse de mí.
—¿Qué te sucede? —digo molesta —¿Esto es una jodida broma para ti?
—Si —dice riendo.
—¡Eres un idiota!
Estoy a nada de llorar, ya he intentado invocar a Luzbel y no funciona, he hecho todo lo posible para traerlo y simplemente no puedo. El hecho de que Sorath venga a burlaste de mi empeora toda la jodida situación, ya no sé qué más hacer. Solo quiero arreglar lo que ocasioné.
—Bien, ya te ayudaré, solo porque estoy harto de escuchar a Lucifer hablar de ti todo el tiempo —dice de manera aburrida —Solo no llores, eso sería un fastidio para mí.
Se levanta de la cama, se pone frente a mí. Me enojo al ver cómo hace una cara de desagrado al poner sus manos sobre mis hombros, de manera brusca me alejo.
Si tanto asco le da tocarme que no lo haga y así nos evitamos disgustos.
—No hay invocación, no hay nada. Solo tienes que sujetar una vela naranja o dorada y en serio, en serio querer que el venga —dice serio —Eso fue lo que me dijo Lucifer.
—¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
Si ya me mintió una vez, está más que claro que lo hará las veces que sean necesarias.
—Ve por una vela y compruébalo.
Lo miro desconfiada, pero aun así salgo a buscar una vela. Reviso los cajones hasta dar con una pequeña vela en color naranja. La primera vez que invoque a Sorath por Luzbel el trajo una vela de cada color, lo cual de me hizo raro al principio, pero ahora ya comprendo el motivo del porque lo hizo.
Al regresar a mi habitación, me paro en medio de ella. Prendo la vela y aún con los ojos de Sorath puestos en mí, me armo de valor y empiezo a decir las palabras esperando que Uriel se digne a venir.
—Oh Arcángel Uriel. Con todo el deseo de mi alma y mi corazón, espero que aparezcas frente a mí. Te necesito tanto, necesito tu ayuda, tu apoyo en esta situación. Por favor Arcángel Uriel, ven a mí. Te lo suplico.
Al terminar todo se queda en silencio, no hay ningún solo sonido en la habitación poniéndome de nervios.
—Creo que no lo deseaste mucho —la voz de Sorath me hace bufar.
Estoy a punto de hablar, pero una luz en la habitación me ciega durante unos momentos, me cubro con el brazo. Sin darme cuenta empiezo a retroceder hasta chocar con Sorath.
Cuando la luz disminuye quito mi brazo de mi cara. Frente a mí se encuentra quien al parecer es Uriel, tiene el cabello negro y sus ojos son de un color café casi negro.
—Soy el arcángel Uriel bla, bla, bla. Vengo ayudarte que es lo que necesitas, bla, bla, bla.
Me quedo estática en mi lugar, no puedo moverme mi hablar. Él sujeto frente a mí solo se me queda viendo esperando a que diga el motivo del porque he decidido llamarlo. Un empujón por parte de Sorath hace que reaccione.
—Ho-hola, soy Mack-Mackenzie —digo nerviosa.
—Aja si y yo ya te dije que soy Uriel —le resta importancia —A lo que venimos, ¿Qué quieres? Tengo más cosas que hacer.
—Yo quiero la pie-piedra celestial para sa-sacar a Luzbel.
Trago saliva cuando su mirada se intensifica. Se empieza acercar a mí, doy unos pasos atrás, pero otro empujón por parte de Sorath me hace chocar con el pecho de Uriel. Lo volteo a ver pidiéndole ayuda, pero el solo alza sus manos dándome a entender que no se va a meter.
Miedoso.—¿Cómo sabes de esa piedra? —me sujeta del brazo con fuerza.
Maldita sea, creo que la he cagado al mencionarla.
ESTÁS LEYENDO
Luzbel en New York (Editando)
RandomMackenzie Stone, una chica que se mete en problemas al encontrarse sola, aburrida y con una suspensión en su primer día de clases... ¿Qué cosa mala podría pasar cuando por aburrimiento invoca a Lucifer?