CAPITULO DIECISEIS

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POV. LUZBEL

—Porque mejor no hacemos las pases y dejamos esto por la paz —digo intentando razonar —Ustedes se van por donde vinieron y nosotros igual.

—Al único sitio al que te vas a ir es a donde perteneces.

Escuchar eso siempre me fastidia, me estresa, me harta y el que vengan a decirlo justamente en este momento una vez más, me saca de quicio, es como si no supieran decir otra cosa. Además, esa no es una razón válida para querer que me vaya, puedo pertenecer a todos lados sin ningún problema.

—Te vas a ir a donde perteneces —repito lo que dijo Miguel con una voz chillona —Bla, bla, bla. Es que acaso no saben decir otra cosa —ruedo los ojos —Ya me tienen harto con eso.

—¡Ya basta Lucifer! —grita, Rafael —Ya estoy harto de tu inmadurez o te vas por las buenas o por la malas.

—A mí no me grites, inútil —frunzo el ceño —Además, ustedes tienen armas y yo no. Eso no sería nada justo.

Vaya injusticia, quieren generar una pelea y yo sin armas, está más que claro que puedo vencerlos sin ellas, pero eso no quita el hecho de que no sea justo.

Solo tengo mis estúpidas dagas, pero eso no es suficiente.

Los repaso a todos con la mirada observando sus armas, pero una en específico llama mi atención y es justamente la que tiene Gabriel en sus manos, es la espada que yo forje.

Levanto mi vista chocando con la de él, me regala un leve asentimiento de cabeza y con eso puedo entender que él está de mi lado y que trajo esa espada para mí.

El golpe de Rafael me toma de improviso mandándome unos metros lejos de ellos.

—¡Ay! —suelto quejido de dolor —Que bueno que me quite la chaqueta —digo con la voz ronca por el impacto.

Me pongo de pie sacudiendo mi ropa, muevo mi cuello tronándolo en el momento. Unos pies se posan aun lado de mí.

—¿Te encuentras bien? —dice Gabriel.

—Por supuesto que no —especto molesto —No estás viendo que mi ropa está rota.

Gabriel me extiende la espada, la tomo entre mis manos.

A paso decido como si no me hubiera afectado el golpe me acerco a una distancia prudente de Rafael. Que me dedica una sonrisa llena de victoria por el golpe que acaba de darme.

—Eso fue por cortarme el cuello —dice burlón.

Solté una carcajada ganándome una mirada confusa por parte de todos.

—Si eso fue por cortarte el cuello, hubiera hecho más que eso.

—¿Qué quieres decir? —pregunta confuso.

—Que eres tan débil que tu golpe no me afecto en lo absoluto —trueno mis dedos antes de extender mis alas —Se acabaron los juegos, que empiece la pelea.

Como si estuvieran coordinados todos extienden sus alas al mismo tiempo intentando mostrarse intimidantes sin saber que eso no causan ni una pizca de terror en mí.

El primero en atacar es Cassiel quien se lanza sobre Gabriel tomándolo del cuello, alzándolo de su camisa empiezan a pelear en el aire a puño limpio, Sophie se une a ellos. Sin esperar más, me dirijo a mis hermanos que me esperan con ansias.

Rafael suelta golpes que logro esquivar con facilidad. Alzo mi puño dando un golpe preciso en el rostro de Rafael desconcertándolo durante unos momento. Aprovechando su desconcierto me giro hacia Miguel que se encuentra ya en posición de combate.

Luzbel en New York (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora