Capítulo 21: La estrella tiene 5 puntas

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_Ajústalo con más fuerza, no seas perezoso_ vocifero Kil con una sonrisa petulante.

Los ojos azules de Copérnico trataron de no mirarlo con agitación. En su periodo en la Academia había pasado muchas cosas, y entre ellas había crecido el rechazo por la petulancia de todos los niños ricos.

Pensó en Victoria y en el verde brillante de sus ojos, no la había visto en muchos días y parecía que los días seguirían alargándose.

Kil se desplazó por el pasillo con los brazos cruzados, la sonrisa presumida y todo su perfecto ser.

La Academia debía de prepararse para una tormenta que se acercaba, y habían colocado a todos los chicos huérfanos en el trabajo, y a Kil supervisándolo.

Sus ojos dorados miraban el trabajo de todos. Copérnico había escuchado tanto de él en los susurros chillones de las chicas, solían decir que tenía las pestañas tan largas que no necesitaba maquillaje, su piel bronceada, sus músculos, sus ojos dorados y cabello negro era el ensueño de la mitad de la Academia y la envidia de la otra mitad.

Se imaginó así mismo tirarle el destornillador y romper su perfecta cara. Pero sabía que Kil podía romperle la mandíbula de un solo golpe.

En su lugar sigo ajustando las vigas en el marco de la ventana. Cada ventana y puerta de la Academia tenía espacios para colocar soportes y vigas contra tormentas. Las ventanas quedaban perfectamente selladas y las puertas resguardadas. Pero era un trabajo grande y Copérnico sabía que tomaría todo el día.

Kil no llego muy lejos antes de que una chica lo interceptara. Siempre era raro ver a Kil sin alguna mujer alrededor, pero Samanta en lugar de parecer encantada lucía molesta.

Copérnico no la conocía más allá de haberla visto un par de veces. Pero siempre le había parecido intrigante la disparidad del color de sus ojos, era como si una parte de ella no estuviese destinada a ninguna grandeza.

_Deberías relajar el rostro ya casi puedo ver una arrugas.

El sarcasmo de Kil hizo enfurecer aún más a Samanta y resistió la idea de darle un empujón.

_Mircalla tiene dos días en la enfermería y aún no has ido a visitarla_ recrimino Samanta.

Kil dio un suspiro cansado, como si lo estuviesen obligando a ver, otra vez, una película que no le había gustado.

_He escuchado que tiene buena compañía_ ironizo Kil.

Tan pronto como Yongmin fue dado de alta, Mircalla entro por la conmoción de la caída por las escaleras. Y Yongmin no se había apartado de su lado.

Samanta trato de darle un poco más de crédito a los sentimientos de Kil. Pero aun así le parecía injusta su total indiferencia.

_ ¿Es solo eso? ¿Yongmin?_ aventuro Samanta con más indignación que molestia.

_Disculpa si mi ego te parece tan poca cosa_ continúo Kil.

Samanta había tratado con él lo suficiente, y reconocía los signos de inmadurez que aún quedaban en su carácter.

_Es poca cosa si lo comparamos que tu prometida está en una camilla recuperándose de caer por las escaleras_ vocifero Samanta.

_Una caída innecesaria que ella misma provocó_ rebatió Kil _Somos Materias, caer por las escaleras no es gran cosa. Estoy seguro que a ella también le duele más el ego que la cabeza.

Samanta dio un pisotón fuerte al piso. Lidiar con ellos cuando estaban peleados era de las cosas más desagradables. Mircalla y Kil eran sus amigos, pero ambos eran el espejo del otro y les gustaba hacerse grietas, para luego colocar a Samanta en una posición de mediadora.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora