Capítulo 20: Nueva Génesis

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Niki miraba la taza de helado como esperando que le diera indicaciones de qué hacer. La última vez que había salido de la Academia con Alex; había sido a media madrugada, solo había un supermercado abierto, compraron el helado y se habían sentado en la calle a comerlo.

Ahora era mitad de tarde y tenían gente mirándolas. Niki no sabía si aquello era una cita, después de besarla Alex había sido tan escueta y distante que para Niki aún era toda una sorpresa encontrarse con ella en una heladería.

No habían hablado mucho, pero Niki notaba que Alex estaba incómoda. Era raro verla incómoda, Alex lograba reunir toda su indiferencia y convertirla en una pared de confianza que la hacía parecer que miraba a todo el mundo desde las alturas.

_Esta rico el helado_ expreso Niki.

Prefería mil veces a la Alex distante que a la Alex incómoda. No sabía cómo manejarla, ni qué esperar de ella.

Alex no respondió, tampoco había comido nada, el helado comenzaba a verse como un flan de chocolate. Sus dedos largos rodeaban la cuchara como si fuese un lápiz, Alex sudaba, pestañeaba como si tratara de ajustar su visión.

Niki sentía que estaba en la peor cita de la historia.

_Hay algo que quiero decir.

Alex hablo con un solo soplo de aire que había contenido.

_Okey ¿Dime?

_No a ti.

Alex apretó con fuerza la mandíbula, no quería estar allí, la hubiese gustado estar allí con alguien que no fuese Niki.

Ella se levantó de golpe. Tropezó con su silla mientras retrocedía para salir de la heladería.

Niki alcanzo a escuchar los murmullos de algunas personas que habían mirado a Alex salir.

_Todos en esa Academia están trastornados_ alguien había dicho.

_La Academia es una maldición para la ciudad.

Niki se levantó y fue tras Alex en un intento de entender lo inentendible.

Alex se había quedado de pie al lado de su Buggy. Sus ojos dorados miraban erráticos, por primera vez Niki vio miedo en Alex.

_ ¿Qué te pasa Alex?_ pregunto Niki con la voz tambaleante.

El miedo y Alex no eran una combinación común.

Alex noto que la miraba.

_No debí de haber salido de la Academia.

Niki recordó su beso. Era su primer beso con una chica, no sabía exactamente qué hacer, jamás había esperado que fuese una sensación tan húmeda y se preocupó de que para Alex no hubiese sido tan bueno como para ella.

_ ¿Ya no te gusto?_ aventuro Niki.

Alex quiso soltar un gruñido exasperado pero no pudo. Ultimadamente no podía hacer lo que quería. Pero recordó el mismo momento que rondaba en la mente de Niki. Pero para ella fue diferente. Apenas había sentido el beso, todos sus sentidos fueron recorridos por una sensación de adormecimiento, como si estuviese tratando de sacarse las sábanas de encima.

Ella se abalanzo sobre Niki. Necesitaba aprovechar haber salido de la Academia. Alex volvía a sentirse que necesitaba de Niki para mantenerse en pie mientras la besaba, apenas si movía los labios, apenas si mostraba algo de interés, pero se rindió ante el beso y entre los labios de Niki, Alex murmuro.

_Kil...

Su mellizo no estaba exactamente atento a su hermana. Cuando supo que saldría con Niki no le vio mucho problema. Le gustaba que Alex por fin estuviese hablando con alguien que no fuese ella misma, o él.

Pero no le parecía tan gratificante a Mircalla. Ellos no habían hablado mucho desde que Alex regreso, prácticamente ni se habían topado entre los pasillos. Por eso Kil no se sorprendió cuando Giorgina se sentó a su lado.

La tarde era acogedoramente calurosa, de cierta forma él se había quedado allí esperándola. Mircalla ya había enviado a Samanta en un intento de sonsacarle información de su hermana, y como no había obtenido mucho, su prometida envío a su hermana menor.

Mircalla sabía de la debilidad que Kil sentía por Giorgina, su profunda timidez y su delicada figura hacían sentir a Kil algo que nunca pudo sentir con Alex. Lo hacía sentir como un hermano mayor.

Kil estaba tan acostumbrado a rodearse de la fuerza de las mujeres a su alrededor, que cuando miraba a Giorgina se inundaba en un instinto protector tan avasallante, que se molestó con Mircalla por usar a su hermana menor de esa forma.

_Lo siento mucho si te estoy molestado_ expreso Giorgina en un intento fatuo de no irritarlo más.

Kil sacudió la cabeza y rodeo a Giorgina en un abrazo fraternal.

_Tú jamás me molestas_ Kil suavizó su voz con una sonrisa conciliadora _Es tu hermana la que hace un infierno de todo.

Kil solía pensar en Mircalla como un incendio forestal, grande, incontrolable, abrazador, pero Giorgina era como la estala de un fósforo apunto de pagarse.

Giorgina le dio una sonrisa tímida y un ligero sonrojo que le enterneció el corazón a Kil.

_Yo creo que mi hermana merece distraerse un poco, y Mircalla debe respetar eso.

Ella se encogió de hombros. Kil siempre la hacía sentir incluso más pequeña de lo que normalmente se sentía, pero estaba suficientemente cómoda con la sensación como para que no le importase.

_Aunque claro ¿Cuándo Mircalla ha respetado algo que no sea a si misma?_ reflexiono Kil.

Giorgina reprimió el impulso de reírse. Había aprendido a respetar su hermana mucho antes de hablar.

_Ella hace lo mejor para la Hermandad_ defendió Giorgina.

_ ¿Y tú crees que Alex es una amenaza para la Hermandad?

Giorgina miro con atención los ojos dorados de Kil. Particularmente no le gustaba esos ojos cuando la miraba cualquier otro Lighblack, le recordaba a los ojos de un león. Pero Kil lograba aplacar la ferocidad del oro fundido en sus iris para sentirse más reconfortada que intimidada.

_ ¿Cuándo Alex no ha sido una amenaza?_ se atrevió a pregunta Giorgina.

Nadie mejor que Kil conocía el ímpetu de Alex por afrentarse a cualquier figura de autoridad de la Hermandad. Esa ferocidad había crecido en ella con el mismo temple y fuerza que las llamas del incendio que casi la matan de niña.

Pero lo que toda la Hermandad veía como amenaza él lo miraba como una armadura.

Kil miro con cierta resignación el pasto recién cortado de los jardines de la Academia. Jamás se había detenido a pensar mucho en la regla moral de la Hermandad. Para él solo había bien y mal, y el mal siempre era alguien muerto. No se había detenido a pensar en la distancia que había tomado con su hermana por las reglas, jamás se había detenido a pensar si la rebeldía de su hermana tenía alguna justificación, hasta ese momento en el que esperaba que la dulce y tímida Giorgina admirara la ferocidad de Alex en lugar de espantarse.

Él no alcanzó a decir nada más. La atención de ambos fue atraída por los estudiantes.

Se aglomeraban en la puerta.

La Academia, tenía varias puertas exteriores que permanecían abiertas durante el día para que los estudiantes fuesen a los jardines, pero en ese momento toda la atención estaba en el interior de la Academia.

Kil Y Giorgina siguieron a la multitud hasta el vestíbulo. Lo primero que alguien veía al entrar a la Academia eran las paredes altas y la gran escalera adosada. Kil no solía hacerle mucho caso a la arquitectura de la Academia, había vivo allí toda su vida y nada le parecía particularmente interesante.

Jamás se había dado cuenta de lo larga que eran esas escaleras hasta que vio a Mircalla y una chica que no conocía rodar en ellas. 

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora