Capítulo 4: Los mellizos Lighblack

242 41 1
                                    

El grito de Niki fue tan sorprendente que Ada también termino gritando, el grueso de las paredes atrapo el sonido dentro, y solo cuando fueron conscientes que se gritaban una a la otra pararon.

_Dime que no tienes algún problema mental_ aventuro Ada.

Para ella no era normal que alguien gritara de esa forma.

Niki lo pensó por un momento, Ada vestía sandalias de plástico y pijama verde. Niki negó.

_ ¿Me puedes desatar?_ el murmullo de Niki fue ronco y bajo. Se veía como un cachorro asustado.

Ada supo lo que le había pasado cuando las horas pasaron y ella no llegó a la habitación, pero había tantos baños y todos estaban distantes uno de otros, le costó encontrar el indicado. Ada cortó las correas y Niki sintió que los músculos le daban latigazos lastimeros.

_ ¿Estás bien?_ pregunto Ada.

Niki aún sentía la risa fría rebotarle en los oídos. No había escuchado a Alex reír, pero no le costó mucho imaginar que reía así.

_Sí_ aunque Niki sabía que era tonto preguntar no lo pudo evitar _ ¿Había alguien más aquí cuando entraste?

_No ¿Por qué lo preguntas?

Niki no se sintió confundida, sabía que la respuesta sería no.

Niki se tambaleo por el baño y vio su reflejo en el espejo. La noche pesada marco sombras pálidas bajos sus ojos marrones, el cabello marrón caía despeinado por los lados y los rasguños que le había hecho Alex le ardían. Había lucido peor en el pasado, el albergue era un lugar duro, pero al menos era algo que Niki conocía; recordó la risa, era un sonido que la había perseguido siempre y no quería permitirle al mundo que volvieran a llamarla Niki la traga pesadillas.

_Por nada. Mañana hay clases, hay que ir a dormir.

Ada se sorprendió de la simpleza con lo que había tomado todo, sobre todo después de haber gritado de esa forma. Era como si haber estado atada a un inodoro no hubiese sido la gran cosa.

Y así resulto ser el resto de la semana, sin ser la gran cosa, aunque era la primera semana del nuevo año escolar. Y todo era sombras de reencuentro. De vez en cuando Niki se cruzaba con una cara conocida, pero todos actuaban como si nunca si hubiesen visto.

Incluso Copérnico fingía que no había salido del mismo albergue que Niki. Y Niki trataba de no verlo en las pocas clases que compartían, su rosto joven y sonriente era como un recordatorio de todo lo que había decidido dejar atrás.

_ ¡Alex, mira! ¿No es la chica que encerraste en el baño?_ la voz de Samanta Ferraro siempre le había resultado irritante a Alex, tan aguda y chillona que le resultaba parecido a un taladro.

Alex levantó la mirada del libro. Primero vio el pasto verde y brillante con los rosales de fondo. Luego se fijó en los estudiantes, los jardines de la Academia siempre eran los centros de reuniones más concurridos y agradables, muchos se sentaban en el césped y se correteaban entre sí, mientras los círculos sociales más concurridos se apoderaban de los bancos y mesas de piedra gris.

Ella estaba sentada con Samanta y Mircalla, como cada año ellas lideraban la farsa de la Hermandad de las Gemas y atraían a todo un mar de chicas con la promesa de pertenecer y adaptarse, aunque era toda una farsa para elevar los egos de Mircalla y Samanta.

Alex se sorprendió con la facilidad con que la chica se matizaba con todos, era como si fuese un punto insignificante en medio de puntos igual de insignificantes. Sus ojos dorados no la vieron hasta que se colocó en la fila para anotarse y postularse para ser miembro de la Hermandad de las Gemas.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora