Capítulo 25: Honores

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Alexandria Lighblack siempre se sintió orgullosa de su control. Desde pequeña le gustaba ver como otros niños sucumbían ante el llanto, mientras ella permanecía quieta. Al crecer su control sobre si misma solo se incrementó, pero en ese momento, mientras sus manos temblaban y sostenían su taza de café negro sin azúcar contra su pecho, se sentía de todas las formas posibles menos en control.

Un cuarto lejano, en el ático de la Academia había sido su prisión durante cuatro días. Pero para Alex habían sido sus primeros cuatro días en mucho tiempo. Aún se sentía desconectada, tan aislada y vacía como las paredes blancas de la habitación.

El aire que entraba por la ventana se apretaba contra las paredes como queriendo salir. Alex también había querido hacerlo, y si no fuese por los barrotes de plata hubiese escapado por la ventana, no le importaba lo que pensará el Concilio de ella, jamás le había importado.

Pero en ese momento le importaba estar en una habitación tan pequeña, sentía que podía tocar el techo si se estiraba lo suficiente.

Extrañaba su estantería de libros. Extrañaba acostarse en su cama y mirar la pared de libros agrupados por color. Alex solía pensar que era como si un arcoíris cuidara sus sueños.

Extrañaba la amplitud, el aire corriendo libre, allí no había nada que le recordara a sí misma y Alex sentía que necesitaba recordarse a sí misma con desesperación. Al menos no podía decir que extrañaba el café.

Se acomodó lo mejor que pudo, el marco de la ventana no era tan grueso como le gustaría, y miró.

El cielo tenía un tono perfecto de azul, vibrante, a Alex la hizo sentir más triste. Los funerales no deberían tener cielos alegres, no era respetuoso, ni correcto. Y aunque Mircalla jamás había sido de su completo agrado fue una Materia, un importante miembro y se merecía al menos un cielo triste.

El último recuerdo consciente de Alex había sido con Mircalla, ambas se escudaban de las sombras que la habían llevado y luego de eso todo había sido muy confuso para Alex.

Era como estar en un sueño en primera persona, tenía retazos de haber dicho y hecho cosas que estaban tan fuera de su control que le tomo mucho tiempo reconocer lo que le estaba sucediendo. Había tratado de hacer llamar la atención durante un tiempo, lo había intentado y lo más cerca que estuvo a volver a sentirse en control fue salir de la Academia con Niki.

Pero Alex no intuyó que Niki no tenía aún suficientes herramientas como para entender su comportamiento.

No podía culparla por su ignorancia, pero quería hacerlo y aun así no podía. No podía cuando fue ella la que la más la ayudo a volver.

La primera vez que había entrado a esa habitación Alex no era ella misma. Pero tenía fuertes destellos de recuerdo de los ojos purpuras de Yongmin brillar con la promesa de un interrogatorio tortuoso, y de su hermano sirviéndose de escudo mientras la ataban a la cama.

Estaba segura que Yongmin habría encontrado momentos para liberarse de sus frustraciones con ella.

Los Liquidadores eran fuertemente entrenados para someter interrogatorios con diferentes grados de tortura. Pero de alguna forma Niki había llegado con el nombre del Espectro que la había poseído.

Luego de las investigaciones fue su madre la que se encargó de liberarla. Saber la historia y el nombre daba poder, les recordaba que estaban muertos y que así debían de permanecer.

Iris había sido amable con Jesica Claster, tenía que serlo para preservar la integridad de su propia hija. Pero su amabilidad no había sido suficiente, Jesica Claster, había sido violada y asesinada, no fue hasta que Iris la confrontó con su muerte que el Espectro se volvió lo suficientemente débil para salir de ella y ser capturado en una pequeña jaula de Corantia y oro.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora