Capítulo 23: Las tormentas no solo rompen ventanas

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Copérnico no podía creer la suerte que tenía, no alcanzaba a entender cómo una selección aleatoria lo había llevado a recorrer la Academia para asegurarse que la tormenta no estuviese haciendo daño.

Los chicos habían elegido a un grupo al azar, todos becados y huérfanos. Se habían reído de ellos mientras le daban linternas y la orden estricta de que debían de volver antes de las ocho de la noche.

Copérnico no lograba entender la razón de que la Academia le dé tanto poder de mandato a Kil y sus amigos. Para él la única diferencia es que ellos tenían dinero, fortunas, títulos, familia y Copérnico solo tenía el nombre que una enfermera le había dado.

Él extrañaba a Victoria, extrañaba sentirse valioso a su lado. Victoria era la única que le había sonreído como si fuese alguien que merecía una sonrisa. No le gustaba estar lejos de ellas, desde que la había conocido no se había apartado durante tanto tiempo, ahora ni siquiera contestaba sus mensajes.

No quería sentirse desplazado, no cuando comenzaba a creer que por primera vez se había enamorado de alguien, quería pensar que había hecho algo mal y que podía arreglarlo en cuando ella se lo permitiera.

Mientras se paseaba miraba los bloqueos de las ventanas y se aseguraba que no estuviese filtrando agua, repasaba todo lo que había hecho con Victoria, había tratado de ser gentil, de cuidarla, de no presionarla y de no lastimarla, que cada caricia fuese un sí, y si algo en lo más mínimo decía no él se detendría.

Una vez había escuchado a las mujeres del orfanato decir que los hombres no escuchaban. Él esperaba haber sido lo suficientemente atento como para haber escuchado bien a Victoria.

Miro el reloj de su teléfono, no alcanzo a ver la hora cuando escucho un grito. Copérnico se paralizó, no quería meterse en situaciones que no le concernían, pero era incapaz de quedarse parado mientras veía al hermano mayor de Victoria arrastrar a una chica.

Reconoció el bello rostro de Alex. Aunque parecía desaliñada sus rasgos finos hacían un buen trabajo en contrarrestar el desarreglo.

Copérnico había visto pocas veces a Jack y Victoria no lo mencionaba, casi podía pensar que Victoria no tenía ningún hermano y no podía culparla.

Él veía a Jack como una persona tan grotesca como sus cicatrices. Tiraba de Alex y trataba de cargarla mientras ella forcejeaba, su rostro, por el esfuerzo, había adquirido un rojo burbujeante que bajaba desde su frente y se perdía en el cuello de su camisa.

_ ¡¿Qué haces?!_ chilló Copérnico.

No le gustaba estar tan cerca de Jack, ni aunque tuviese todo el cabello cubriendo su rostro podía ocultar las cicatrices.

Jack lo miro, el forcejeo había hecho que el cabello dorado dejara al descubierto el parpado de su ojo derecho, la capa de piel lucía pesada y rugosa como si no fuese capaz de mantener el ojo abierto, no tenía pestañas de ese lado del rostro y la ceja apenas era una sombra pálida.

La piel estirada hacía que su pómulo luciese más alto, Copérnico no quiso seguir mirándolo. Él dejo a Alex en el suelo y trato de llegar hasta el chico.

Jack no recordaba haberlo visto jamás, y tampoco le interesaba, solo le basto un pequeño vistazo para notar que el azul de sus ojos no era del tono correcto para ser un Bluelast.

Copérnico retrocedió y sujeto la linterna como si fuese un bate. Alex miro una pequeña y muy improbable oportunidad. Jack había sujetado sus manos y pies con los cordones de sus zapatos. Ella estiro todo su cuerpo y sujeto el borde del pantalón de Jack.

_ ¡DALE! ¡DALE!

Copérnico escucho los alaridos de Alex. Jack se sentía agotado de la situación, en ese momento Alex era un problema que lo atormentaba, pero debía de recordar que ella no era Alex. Giro hacia ella y le pateo el rostro. No lo suficientemente fuerte como para dejarla inconsciente, pero sabía que cuando Alex volviera le dolería la cabeza.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora