Capítulo 24: El regreso de los desvanecidos

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Niki jamás había pensado que se sentiría tan miserable de ser tan inútil.

Ella ni siquiera intento correr tras Kil. Su cuerpo se quedó estático mientras miraba al mar de Materias correr tras de él.

Ni siquiera las más jóvenes se quedaron. Había crecido toda su vida escuchando que aún debían de pulir destrezas, pero que en el momento apropiado debían de actuar.

Pero Niki no había crecido escuchando nada de eso. Ella solo era una huérfana que se había sumergido en el mar abierto sin flotadores y sin saber nadar. Ella era nadie y mientras no tuviese conocimiento seguiría siendo nadie.

Niki corrió, pero en dirección contraria. Una vez Alex le había dicho que el saber era mucho más importante que la condición física, pero en ese momento lo estaba poniendo en duda.

Las escaleras de la Academia jamás le habían parecido tan largas, hasta que tuvo que subirlas corriendo, y la biblioteca jamás le había parecido tan pequeña como cuando la atravesó corriendo.

Susan no la estaba esperando. Ella no esperaba nada pero Niki sintió que lo hacía. La encontró ordenando libros que ya estaban ordenados, mirando los estantes como si esperara encontrar a alguien.

Le dio una sonrisa de saludo. Parecía que no le había prestado ninguna atención, porque su sonrisa no flaqueo mientras volvía a arreglar los libros, Niki creía que lucía lo suficientemente alterada como para borrarle la sonrisa a cualquiera.

_ ¿Susan? Necesito que me digas quién tiene poseída a Alex.

Susan dio un giro inesperado, como si estuviese siguiendo el ritmo de una melodía silenciosa.

Ella la miro con incertidumbre. Y Niki no era capaz de creer que Susan no sabía nada, después de todo fue quién dio el primer aviso de la posesión de Alex.

_Vamos Susan, eres un Fantasma debes de saber.

La incertidumbre en el rostro de Susan creció.

_ ¿No te parece que estás muy grande para creer en cuentos de fantasma?

Niki se contagió del desconcierto de Susan. Y tuvo que detenerse un momento a pensar.

No había sido muy diligente en ir a sus clases, pero Alex había sido muy enfática en toda la información que le daba. Incluso trato de recordar la forma en que Samanta había hablado con Susan.

Ella era un Fantasma, un espíritu atado por un sacrificio. Los humanos no hacen sacrificios tan a la ligera, por eso los Fantasmas son más raros que un doble arcoíris y un eclipse solar al mismo tiempo, y se comportaban con la misma rareza.

Había veces en las que ellos mismos olvidaban que estaban muertos.

_Lo sé Susan, sé que ya estoy grande. Pero ¿te acuerdas de Alex?

_ ¿Alex?_ Susan dejo los libros en su lugar y giro hacía Niki, aparentemente encantada por la promesa de algún nuevo cotilleo.

_ ¿Es el chico que te gusta?_ pregunto Susan.

Niki sacudió la cabeza avergonzada. Que Alex le gustase no era nuevo, pero era lo más cerca de decirlo en voz alta que había estado.

_No, Susan ¿Alexandria Lighblack? ¿La recuerdas?

Susan le dio una sonrisa compasiva.

_Yo recuerdo a todos mis niños. Aunque la niña Alexandria tenga un carácter tan amargo. En mi opinión particular es demasiado joven para amargarse tanto la vida.

La amargura de Alex era algo que a Niki particularmente le interesaba, incluso ella misma no entendía cómo había llegado a estar tan cerca de Alex sin frustrarse más, y la respuesta le vio como una interjección apresurada; está poseída.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora