Capítulo 22: Talón de Aquiles

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Samanta arrastraba a Niki por los pasillos. La noche era espesa y se escuchaba la tormenta golpear las paredes. Los dormitorios de los hombres y las mujeres quedaban tan distantes, que Niki entendió pronto que Samanta la llevaba a terreno desconocido cuando noto que los pasillos atestaban a testosterona.

Niki se escuchaba en la altura de Samanta, ella parecía no importarle las sonrisas de medio lado que le daban y las barridas de miradas sobre su cuerpo.

Niki no podía moverse con la misma seguridad. Sentía que en cualquier momento se tropezaría si notaba a alguno de los chicos mirarla más de la cuenta.

A diferencia del olor penetrante de loción masculina y la cantidad significativa de latas de bebidas energizantes esparcidas por el suelo, Niki casi podía imaginar que caminaban por los dormitorios de las chicas.

Samanta fue hasta el fondo de los dormitorios. Niki comenzó a fijarse que de pronto los ojos marrones se volvían ojos más llamativos, rojos, azules, morados, verdes, dorados.

Se detuvieron frente a una puerta y Samanta golpeo con fuerza.

_Está ocupado.

Niki salto ante la voz de Dylan Greenshadow. A su parecer seguía teniendo una energía irritante y más marcas de espinillas pálidas en sus mejillas que la última vez que lo vio.

Sus ojos verdes no se despegaron de Samanta. Niki se sentía deliberadamente ignorada.

Samanta no se molestó en responderle al primo de Jack. Golpeo la puerta del cuarto de Kil con más fuerza.

Las bisagras rechistaron con un quejido de lamento tras las patadas de Samanta, pero cuando por fin se abrió la puerta. Niki sintió toda la sangre acumularse en su cara.

La chica que abrió la puerta tenía una sonrisa desvergonzada que decoraba con la visión de su torso desnudo.

Sus ojos oscuros iban de un lado a otro como si no pudiese fijarse en nada en concreto. Niki trato de no mirar sus senos. Sentía que era la única que estaba haciendo un esfuerzo, la desnudez no era algo con lo que se sintiera cómoda, ni siquiera con la suya propia.

Niki miro a Dylan, él seguía con su expresión de estoy enojado con el mundo y los senos exuberantes de aquella chica no le despertaban ningún ánimo.

Samanta entro a la habitación como si fuese la suya propia. Niki no se atrevió a seguirá, de pronto el pasillo lleno de chicos le parecía un lugar más seguro.

_ ¡No deberías estar aquí!_ aseguro Dylan con tanta brusquedad que Niki sintió sus ganas de darle un puñetazo.

_Eso no te lo puedo discutir_ musito Niki.

Ambos vieron a Samanta salir de la habitación de Kil, medio empujándolo mientras él trataba de acomodarse la camisa y los pantalones.

_ ¡¿Me dejas amarrarme los zapatos, mujer?!_ rechisto Kil sacudiéndose la mano de Samanta.

Su aliento desprendía un suave olor a vodka.

Niki lo miro, despeinado y con la somnolencia atrapada en la mirada. Parecía más joven y tierno, como si toda la belleza arrebatadora de los mellizos Lighblack si hubiese dulcificado. Ella se preguntó si Alex se vería igual recién despierta.

_Hay que movernos Kil. Buscar a Mircalla y a Alex_ vocifero Samanta.

Niki estaba segura de que la paciencia no era ninguna virtud suya.

_ ¿Qué está pasando?_ pregunto Dylan, se veía más atento y alerta solo con la mención de Mircalla.

_Nada_ espeto Kil.

Academia Lighblack: OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora