LA PLAGA

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Nunca antes había habido tanta plaga de langostas. Cubrieron todo el terreno hasta que quedó negro. Devoraron todo lo que quedaba después del granizo, todo lo que crecía en los campos y la fruta en los árboles".

El reverendo con voz segura y amenazante confrontaba a sus feligreses que habían asistido a la iglesia ese domingo. Los sermones de el reverendo desde hace un tiempo para acá se habían vuelto un poco oscuros y apocalíptico, cada palabra de su boca estaba llena de ira y temor, y sus feligreses se había convertido en gente llena de miedos y dudas.

El reverendo Toms, un hombre viejo en decadencia, llegaba a la edad madura de 79 años de vida de los cuales 60 años se lo había dedicado al servicio del señor y de la comunidad, lastimosamente el tiempo ya se marcaba mucho en su ser, su piel arrugada con las uvas pasas que se pueden encontrar en la cena de noche buena, su pelo escaso solo lograba cubrir un poco su cabeza y su espalda demostraba lo pesada que logra ser la vida después de tanto tiempo, encorvado y sin fuerzas de caminar seguí abriendo su iglesia cada domingo como lo hacía ya hace mucho tiempo, y aún que los asistentes variaban cada vez, su constancia y su fe ferviente lograba que aunque fuera por lastima la gente escuchará lo que él tenía para decir.

La pequeña villa de hidden Town, era un lugar dedicado a la agricultura, cebollas, rábanos, sésamo entre otros eran sus cultivos más grandes, aunque los habitantes de la villa eran los más atentos que podrían existir una oscura sombra de zozobra y temor se había tendido en todo el pueblo calando cada rincón de las casas y de los huesos de cada habitante, las palabras de Toms había lavado la cabeza de cada uno de ellos y cada día que salía el sol solo esperaban el fin. Pero aunque el pueblo no lo supiera y tan solo lo esperara este estaba muy Serca.

El sol sale despejando la oscuridad de la noche en la villa, y como un experto guerrero en Miles de batalla atraviesa su primera lanza de luz por todo el centro de la comunidad, luego es acompañada por millones de lanzas más, dando a grandes voces que el sol era de nuevo el dueño de la villa, con las primera Luz de la mañana la vida y la mal llamada tranquilidad volvía a sus habitantes, el olor a pan fresco y caliente se colaba por las ventanas de las casas como experto ladrón dando a entender a las personas madrugadoras que el pan ya estaba en el mostrador para la venta, las primeras voces se alzaban de puerta en puerta saludandose unos a otros con un gran entusiasmo y la esperanza que trae el vivir a diario, todo era rutinario y normal en este lugar pero era hermoso a la misma vez, los niños pequeños corrías por la calle principal y el río de joven se levantaba majestuosamente por cada calle del pueblo con sus risas y el murmullo de sus charlas matutinas que solían acompañarlos rumbo a la escuela que se encontraba frente a la plaza principal de la villa, los que se dedicaban a la agricultura se encontraban ya trabajando en la cosecha de sus producto, algunos agradecidos por la cosecha, y cada uno en sus deberes diarios hacía la vida más fácil y llevadera.

Pero las palabras del viejo carcomía la tranquilidad de el nuevo día. No hay nada más triste que predicar algo que no se cree y tratar de convencer aunque con éxito a otros de lo que nosotros no nos convence, este era la maldición de Toms y este pensamiento diario lo llevo a entregar su hábito mucho tiempo atrás y buscar en la oscuridad de su sótano una verdad una señal absoluta y así creer él en las cosas sobrenaturales de las que hablaba, cada noche el infeliz viejo entregaba su mente y alma a rituales y a invocaciones profanas y malditas de sangre pidiendole al demonio lo que Dios había negado de sus ojos, y tantos años de súplicas y maldiciones en esa mañana tan espectacular en la villa sería el escenario propicio para que las súplicas de Toms tuvieran respuesta.

Poco a poco el sol perdió el brillo con el que había calentado el alma de las personas, se torno en un amarillo mortecino y rápida mente la mañana perfecta se desplomaba lentamente, un enjambre se levantaba con fuerza en el cielo y cada segundo que pasaba miles de aleteos más se unían al entrepiso sonido, los ojos de los habitantes se levantaban uniforme al cielo atónitos y escéptico de lo que estaba ocurriendo, una plaga de langosta se mostraba fieramente en el cielo tal cual las palabras de Toms lo presagiaba cada domingo, en poco tiempo el sol se oscureció, en las casas, en la escuela, en la panadería, en la plaza en cualquier rincón de la villa la sombras cayeron como la negra noche.
Con furia surcavan el cielo enormes langostas de color gris opaco, su tamaño semejante a un Gran danés en la edad adulta y su rostro era como el de un dragón medieval, se dejaban desplomar del cielo como expertos camicases japoneses en busca de presas.

Cayendo en picada como gavilanes sobre diminutas ratas, se podría divisar la forma de casar de las langostas o al menos así lo veía el reverendo Toms desde la cúpula de su iglesia, uno tras otros como gotas de agua como cuando empieza la lluvia, pero algo se veía mal, no todo encajaba en la vista del reverendo, estos animales enormes e infernales no caían sobre los cultivos del pueblo o sobre los árboles frutales, casaban a todo ser viviente que corriera por las calles de la villa, por los cultivos o por los callejones de tan bello lugar, sus cuerpos enormes descendían de una manera descomunal del cielo chocando con sus patas fuertemente contra las espalda de los asustados aldeanos o contra los animales que presas del miedo huían sin rumbo, se podía escuchar el grito aterrorizado de las pobres presas, mientras estás era devoradas vivas, y en su lugar solo quedaba un rastro de sangre y huesos, los ojos Toms estaban muy lejos de tener miedo de tan grotesco paisaje, su alma se regosijo y por primera vez sintió paz al poder observar tan esperado final de su ministerio, la nube de muerte estaba muy lejos de acabar y cada vez estaba más Serca de él.

Un gran choque se escuchó contra las paredes de la iglesia, los cimientos de aquel lugar se estremecieron bruscamente, y una ráfaga de viento estrelló el maltrecho y ruil cuerpo de el reverendo Toms, una gran nube negra pasaba por su ser y una fauces devoraban uno por uno sus huesos, el dolor se apoderó del pobre viejo, su alegría se transformó en temor cuando cada animal arrancaba su piel como un pedazo de pan, el fin que tanto había esperado había llegado y era más doloroso de lo que había pensando poco a poco sus tripas, su riñones y su estómago lleno de mierda fueron arrancados de sus huesos, quedando un sobrado de orina y sangre en aquel viejo templo.

Nunca antes había habido tanta plaga de langostas. Cubrieron todo el terreno hasta que quedó negro. Devoraron todo lo que quedaba de los seres humanos, todo lo que se movía en los campos y la rutas, comieron todo lo que pudieron dejando un río de sangre y huesos".









30 NOCHES DE TERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora